Un activista sostiene una pancarta que llega para una "Procesión de peregrinos", una ceremonia de apertura de una serie de acciones directas no violentas que está organizando el grupo de acción de activistas climáticos Extinction Rebellion en Glasgow Green.  (Foto de Ben STANSALL / AFP)
Un activista sostiene una pancarta que llega para una "Procesión de peregrinos", una ceremonia de apertura de una serie de acciones directas no violentas que está organizando el grupo de acción de activistas climáticos Extinction Rebellion en Glasgow Green. (Foto de Ben STANSALL / AFP)

El pasado domingo se inició la Cumbre de Glasgow sobre el . Tengo la sensación de que no se le está dando en los medios el eco que merece todo lo relativo al clima y su cambio en el planeta Tierra.

Y, sin embargo, las alarmas no dejan de sonar. Es verdad que la pandemia pareció dejar de lado el resto de nuestras preocupaciones. E, incluso, debido al aletargamiento en que quedamos inmersos, descubrimos que el cielo era azul, o devolvimos, aunque fuere transitoriamente, parte de sus territorios, a sus pobladores natos.

Se empiezan a materializar algunos compromisos en la Cumbre. Lo malo es que los compromisos no son vinculantes. Y, lo peor, es que no aparecen representados los países que más contaminan.

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Pero no todo es negativo: acudió Biden, en señal de buena voluntad. Y se comprometió a reducir las emisiones nacionales a la mitad para 2030, y a eliminarlas en gran medida para 2050.

De esta clase de cumbres que no dejan de repetir lo mismo desde hace más de 30 años, se dice que “son cruciales pero… desesperantes”. En cualquier caso, la de Glasgow, en la que el príncipe Carlos de Inglaterra ha tenido la oportunidad de dar su mensaje, se dice que es posible que se logren al menos tres objetivos: reducir la temperatura al menos 1.5 grados; financiar a los países en desarrollo para que ellos también se puedan subir al carro de las acciones contra el cambio climático, y, por último, incidir en el tema del carbono. El aspecto más difícil.

Greta Thunberg, de la que hablamos una vez desde estas líneas, se nos está haciendo mayor. Allí sigue batallando. Los jóvenes no defraudan y otros nombres y otros movimientos crecen y se visibilizan a su paso. Seguiremos atentos. Y moderadamente esperanzados. ¡Va por ellos!

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José Carlos Requena: "

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