Foto: Andina.
Foto: Andina.

Ayer juramentaron nuevos ministros en el gabinete Otárola, después de que la ministra de Educación, Magnet Márquez, renunciara ante la noticia que circulaba en varios medios sobre el pedido de su dimisión por parte del Gobierno. La pregunta es si fue Otárola o la presidenta Boluarte quién exigía la renuncia o, finalmente, quién es el que ha decidido estos cambios ministeriales.

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A priori surge la inquietud de la remoción de Paola Lazarte del Ministerio de Transportes, que a pesar de la cartera pesada que llevaba a cuestas, era una de las ministras que más destacaba y ahora sorprende su sustitución por el ministro de la Producción, Raúl Pérez-Reyes. ¿Cuál habrá sido el criterio para esta sustitución y enroque?

Porque el enroque también se ha dado con el ministro de Justicia que pasa a liderar ahora el Ministerio del Trabajo. Daniel Maurate es uno de los personajes más cuestionados en el gabinete y que se mantiene por la complacencia de Otárola al ser un allegado suyo, como lo manifestó al asumir el Minjus.

Sobre la ministra de Agricultura, Nelly Paredes, era cuestión de días su sustitución por el fracaso de su gestión, que ha sido desbordada por la falta de atención del sector, que ha tenido efectos directos en la escasez y la subida de precios de la cebolla y, sobre todo, el limón.

El primer mensaje negativo de estos cambios ministeriales es que el Gobierno avalaría la pretensión del Congreso que quiere reponer a 14,000 docentes que no pasaron las evaluaciones durante estos años que se estuvo buscando mejorar el desempeño docente y premiar la meritocracia.

Como el fujicerronismo está vigente en el Congreso, la suerte estaría echada para la meritocracia en Educación, porque ahora salta la suspicacia con la designación de la ministra Miriam Ponce, que es del equipo de gobierno de Keiko Fujimori y confirmaría algún acuerdo subrepticio que tendrían con Otárola.

Todo puede pasar en la viña del Señor, pero al parecer nuevamente Otárola juega sus fichas; no solo estaría buscando apoyo en el Parlamento, como moneda de cambio, sino que muestra que él se impone en el Gobierno y deja muy mal parada a la presidenta Boluarte, porque el que hace tiempo se juega sus descuentos es Otárola, que por cierto, nunca asumió el costo político de la conflictividad social.


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