[OPINIÓN] Richard Arce: “Las jugadas del Congreso”

Estamos siendo testigos, estos días, de la desesperación de varios congresistas e inclusive de algunas bancadas que pretenden “lavarse la cara” después del papelón que han hecho estas últimas semanas, buscando mil y un argumentos falaces para no votar el adelanto de elecciones.

Debemos valorar que el Congreso por fin se puso de acuerdo y generó un consenso; no se quieren ir y para ello son capaces de todo con tal de aferrarse al cargo.

Basta ver la investigación del cronista parlamentario Martín Hidalgo para darnos cuenta de que la mayoría de congresistas tenía como máximo de ingresos menos del 20% de lo que hoy percibe; es decir,, su elección fue una rifa y se ganaron el premio mayor, y ahora perciben ingresos que normalmente no podrían obtener.

Viendo las serias limitaciones de la mayoría de parlamentarios, se confirma que probablemente ser congresista sea su máxima aspiración, y si salen del Congreso ya no podrán gozar de estos ingresos económicos. En palabras sencillas no es amor al chancho, sino a los chicharrones.

Ahora, súmenle el boato y la vida cortesana que tienen los congresistas –lo puedo testimoniar, porque es una opción que la mayoría aprovecha–, en vista de los viajes, cocteles, recepciones, almuerzos y toda la parafernalia que se les da a los congresistas como un privilegio.

Hasta este punto de mi columna, estoy tratando de buscar justificaciones para la negligencia de los congresistas para haber mandado al archivo el proyecto de ley de adelanto de elecciones; pero en realidad esto sería la parte visible de las ventajas que tienen los congresistas.

Porque ya se hizo público el otro “negocio” de los parlamentarios, el vedado, pero que tiene a niños, niñas y topos en el Congreso pululando por vericuetos ministeriales, buscando “obritas” para ser financiadas a cambio de jugosas comisiones; son los chanchullos que abundan detrás de los supuestos intereses de sus regiones.

Ahora este Congreso pretende ampliar la legislatura, como un nuevo pretexto; los otorongos ya perdieron la credibilidad y la vergüenza.

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