Miguel Lagos

La Dircote (PNP) neutralizó en Trujillo a Voluntad Transformadora, un organismo senderista dedicado al adoctrinamiento, incluso de niños, en la ideología proterrorista de Abimael Guzmán. Toda una incubadora de potenciales extremistas (no de radicales) y de progresivos desafíos violentos. A esos afanes directos (offline) de ideologización, propaganda y reclutamiento se suma el que se da “en línea” (online).

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Desde su masificación, las tecnologías comunicacionales “en línea” han sido aprovechadas por grupos extremistas y terroristas en todo el mundo. Los estudiosos extranjeros de la violencia política midieron cómo las herramientas digitales agilizan las comunicaciones estratégicas (acciones y contenidos ideológicos) de estos grupos. Esa efectividad llevó a que, pese a los debates sobre las restricciones a la libertad de expresión, las principales plataformas y redes como Facebook, Twitter y Google derribarán las páginas y direcciones (las métricas apuntaban en 2017 por ejemplo a reducir el cierre de 24 a 2 horas después de haber sido creadas) por las que se irradian los contenidos ciberyihadistas (ISIS, Al-qaeda) con el objetivo de que “si una ideología no puede ser transmitida, no puede ser adoptada”.

En Perú operadores nuevos o reciclados de Sendero Luminoso, el MRTA y otros, han usufructuado del Internet para ampliar su audiencia casi sin ningún tipo de contención eficaz y planificada, a nivel político, y por los mismos canales. El senderismo digital o cibersenderismo tiene años, desde mediados de los 90. La mensajería extremista está a un solo ‘clic’ de los jóvenes inadvertidos ávidos de información política. Los riesgos son latentes. En 2021, el prosenderismo en campaña obtuvo una cuota de poder en el Ejecutivo y en el Legislativo influyendo perniciosamente en el proceso político. Luego del autogolpe del 7/D de 2022, la violencia política organizada se retroalimentó también gracias a los servicios de mensajería móviles. WhatsApp, Telegram sirvieron para difundir y coordinar desde desplazamientos, bloqueos y saqueos hasta ataques incendiarios y agresiones personales selectivas.

Debe repetirse: la labor contranarrativa de la democracia liberal entre las nuevas generaciones para ayudar a bloquear los relatos extremos y proviolentos en el debate nacional, en el sistema político y de conflictos, debe ser asumida con mayor dedicación. Romper el forzado vínculo creado entre los actores calculadores y los verdaderos actores desposeídos o reclamantes es imperativo.

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