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Hace dos meses se publicó el reglamento de la Ley que Regula el Uso Medicinal y Terapéutico del Cannabis y sus Derivados, que contempla (con restricciones) la producción, distribución e importación, pero se excluye la exportación. Esto último implicaría desaprovechar el auge de una floreciente industria que beneficiaría al Perú.

La rápida transición del cannabis del mercado negro al legal está beneficiando a los países pioneros que implementaron regulaciones –bien pensadas– para fomentar tal industria. Basta con analizar la evidencia para entender la magnitud de lo que viene.

Según el Marijuana Business Factbook - 2018, el año pasado la industria cannábica vendió solo en EE.UU. US$23,000 millones con fines medicinales y recreacionales, lo cual permitió al fisco norteamericano recaudar casi US$9,000 millones. Asimismo, se estima que a 2022 las ventas aumentarán a US$80,000 millones anuales.

El reporte indica que en EE.UU. se crearon casi 160,000 puestos de trabajo a tiempo completo, en los 30 estados que tienen alguna regulación. Dicha creación de empleos crecería en 21% anualmente, con lo cual hacia 2022 la industria cannábica aportaría 340,000 puestos laborales a la economía.

En este punto, uno podría pensar que la industria se desarrolla por el lado recreacional. Pero no es así, pues el 73% corresponde al sector farmacéutico. No por nada este mes la FDA rechazó incluir el cannabis y sus derivados entre las sustancias restringidas por ser inseguras y poco efectivas (Forbes).

Por ello, es importante dejar de relacionar al cannabis con grupos de jóvenes que solo buscan diversión (prejuicio fácil) y empezar a notar que nace una industria que podría aportar bastante al país.