Hualpa Vacas tendrá que cumplir la orden de prisión preventiva que se le dictó este viernes. (Poder Judicial)
Hualpa Vacas tendrá que cumplir la orden de prisión preventiva que se le dictó este viernes. (Poder Judicial)

Consumo, luego soy. No necesito decir ni hacer mucho, mis hábitos de consumo hablan por mí. La acumulación de bienes y el aspecto de las cosas son el eje de nuestro sistema de asignación de valor. Si te ves de una determinada manera, si tienes determinadas cosas, vales más que si no es así. ¿Cómo sé cuánto valgo si no poseo bienes y si no me veo como los modelos de los anuncios de Calvin Klein? ¿Cómo afirmo mi existencia y su importancia ante los demás y ante mí mismo si no tengo dinero, fama ni poder ni me veo como alguien a quien le sea fácil obtenerlos? ¿Cómo digo “mírenme, aquí estoy yo también”? ¿Cómo, si no puedo consumir vistosamente, si no tengo ningún poder sobre nada ni nadie? ¿Soy? ¿Existo? ¿Hace alguna diferencia? ¿Cómo hacer que alguien me quiera?

Están el miedo y la reacción airada a la autonomía de lo que se reclama como propio. ¿Cómo te atreves a querer irte si eres mío? ¿Acaso la tele decide qué canal poner, mi bicicleta decide que no me lleva? ¿Puede la cafetera decidir no pasar mi café hoy? ¿Quieres irte? ¿Te resistes a hacer aquello para lo cual existes? Te marco, te destruyo. Ahora vete, ¿quién te va a querer así, marcada y dañada?

Usaron la expresión “damaged goods” en una película para referirse a una mujer: tú eres una cosa y, con el uso, las cosas se malogran y, cuando se malogran, pierden su valor. Un auto de segunda mano sin llanta de repuesto; una lavadora sin ciclo de enjuague; un equipo de sonido al que le falta un parlante; una mujer con pasado, autonomía y voluntad.

En la cabeza de muchos hombres y mujeres, la mujer se parece más a un cepillo de dientes: usado es inútil, peligroso y desechable.

¿Cómo te atreves a no quererme?