Nevenka Fernández. Foto: EFE
Nevenka Fernández. Foto: EFE

. 25 años. Bella. Inteligente. Española, de Ponferrada. En su ciudad, todos se conocen.

Terminados sus estudios, recibe una oferta inesperada. Presentarse a las elecciones municipales. Aceptó. Por su ciudad. Mujer, joven y preparada fueron los títulos con los que el Partido Popular la presentó en campaña. Y ganaron porque iba en la lista de un hombre que tenía conquistada a su población. También a muchas mujeres, aunque ese era otro tema.

Nevenka se vio rápidamente envuelta en una relación amorosa con el alcalde, quien, emulando las estrategias de un don Juan elemental, se le acercó buscando consuelo tras la muerte de su esposa. Él era consciente de su atractivo. La conquistó. O eso creía. “Eres muy guapa”, la piropeó el rey Juan Carlos de visita en la ciudad. “También inteligente”, le espetó ella. Y como lo era, quiso terminar con esa relación.

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Empezó el asedio por parte del alcalde. Como no doblegó su voluntad, pasó al proceso de humillación y acoso en su trabajo. La degradó física y psíquicamente. Eso no le impidió dar un paso al frente. Denunció al alcalde por acoso sexual. El pueblo entero se volvió contra ella. No se doblegó ni a los envites torpemente amorosos del alcalde ni a los insultos de sus paisanos. Y en el juicio tuvo que soportar del fiscal un trato vergonzoso. No se arredró. Hizo valer su versión, y ganó. El alcalde hubo de renunciar, aunque sin aceptar su condena. Ella se fue de España, huyendo de la maledicencia. Pero hoy 20 años después ha contado su historia de acoso, derribo y victoria en Netflix. Recomiendo la serie. Un ejemplo para que ninguna otra mujer tenga que pasar por su calvario. Y sobre todo para que denuncien “aunque nadie te crea”.

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