La periodista y escritora Rosa Montero (Madrid, 1951), el 6 de mayo de 2017 durante una entrevista con AFP en Miami antes del estreno en Estados Unidos de su novela, "La Carne".Foto: Leila MACOR / AFP
La periodista y escritora Rosa Montero (Madrid, 1951), el 6 de mayo de 2017 durante una entrevista con AFP en Miami antes del estreno en Estados Unidos de su novela, "La Carne".Foto: Leila MACOR / AFP

“Quien quiera estar contento que lo esté, del mañana no hay certeza”. Con esta cita del estadista, poeta y filósofo renacentista Lorenzo de Médici, da inicio a “La buena suerte”, su libro más reciente. Una publicación que aborda, entre muchos otros temas, la posibilidad de reconstruir una vida y empezar desde cero; una decisión que, en un primer momento, parece imposible de llevar a cabo. Sin embargo, en palabras de la escritora española, es algo innato del ser humano.

El espejo más próximo de esto es sin duda la pandemia, la cual nos ha obligado a buscar una nueva manera de vivir. Y este libro, como si de una premonición se tratase, se escribió a partir del 2017, para hablar precisamente de la vida y la muerte, de comienzos y despedidas.

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La historia de “La buena suerte” surgió en abril de 2017 y la he escrito sin saber nada de la pandemia y a pesar de eso tiene tantas coincidencias porque el protagonista, que, además, se confina en una casa y luego se la pasa utilizando toallitas desinfectantes, ha sufrido un terrible apocalipsis personal, una desgracia súbita inesperada que le ha sacado de su propia vida y necesita reconstruirla. Y eso es un poco lo que nos está pasando a todos también”, nos dice la escritora española en una conversación con este diario que compartimos a continuación:

Esta pandemia nos ha golpeado a muchos de distintos ángulos y no es fácil decidir como Pablo, el protagonista de “La buena suerte”, empezar de nuevo. ¿Qué tan posible es esto para ti?

“No es fácil en absoluto, pero los seres humanos lo hacemos todo el rato. Lo que tenemos que tener es esperanza en la increíble fuerza que tenemos para sobrevivir. Somos bichos tenaces y lo somos pese a nosotros, pese a nuestros miedos. Ni siquiera es heroico, somos así. Somos más tenaces que las cucarachas. Hay un dicho que dice: ‘Que Dios no te mande todo aquello que puedas soportar’ porque lo podemos soportar casi todo, es brutal. Y lo he visto, gente que ha tenido unos golpes en la vida tan brutales que les ha dejado destruidos y a pesar de eso, han vuelto a reconstruirse y han vuelto a darse una vida decente. No es fácil en absoluto, y tenemos, además, un duelo largo que hacer por delante. Está siendo muy duro, en España ha sido durísimo. Todos esos ancianos que se han muerto en las residencias sin poder despedirse de sus hijos, de sus parejas, es una herida de tal calibre que nos va a costar mucho reconstruir la vida, pero la vamos a reconstruir, te lo aseguro. Los seres humanos somos así. Es alucinante esta capacidad de sobrevivencia, de reconstrucción de lo que somos. Es lo que nos ha hecho tan exitosos como especie hasta convertirnos en una especie de virus para el planeta y por eso hay tantos mitos culturas de regeneración como el Ave Fénix, la salamandra, porque somos eso, afortunadamente”.

Portada de "La buena suerte", el último libro publicado por Rosa Montero. Foto: Alfaguara
Portada de "La buena suerte", el último libro publicado por Rosa Montero. Foto: Alfaguara

Todo esto que dices se enlaza perfectamente con la cita a Médici que incluyes al principio del libro: “Quien quiera estar contento que lo esté, del mañana no hay certeza”.

"Exacto, y eso se une con otra cita que dice: “la alegría es un hábito”, y lo es, esa es la verdad. La alegría no tiene nada que ver con la felicidad. La alegría es esa virtud animal que nos permite regocijarnos de estar vivos. Ser conscientes de estarlo. Entonces, la alegría, en primer lugar, es algo que te viene de fábrica, es algo biológico. Yo creo, por ejemplo, que soy una buena disfrutona, que debo tener mucha buena sopa biológica, mucha oxitocina porque tengo esa capacidad de alegría. Es decir, yo de repente, salgo un día de sol y es un cielo azul como los que hay acá en Madrid y es una maravilla. Y salgo al día siguiente y está lloviendo a cántaros y digo: '¡Qué lluvia tan bonita! ¿Me encanta todo, entiendes? Es esa capacidad, pero lo de la alegría también es un ejercicio. También podemos fomentarlo. Hay que intentar de cambiar la manera en que miramos el mundo, en que nos contamos el mundo. Eso es lo más importante y eso es lo que nos dice Raluca. Raluca es una tía de contarse el mundo de otro modo, de una manera tan positiva que le permite vivir, salvarse a sí misma y salvarse a los que tiene alrededor. Entonces llena del mundo de luz con sus palabras y es que el relato que nos hacemos de nosotros mismos es esencial. Decía el filósofo Epicteto que lo que le afecta al ser humano no es lo que le sucede sino lo que se cuenta de lo que le sucede. Cómo nos contamos nuestra vida es esencial por eso hay tantas terapias que se basan en cambiar la narrativa y te cura de alguna manera. Y por eso la frase: “Quien quiera estar contento que lo esté, del mañana no hay certeza”.

Pero pasa también que, a veces, la realidad es realmente complicada

Sí, y, aun así, aunque sean realmente complicadas hay que aceptar la frustración, hay que aceptar la vulnerabilidad. La vida tiene también malestar. Mira, estamos muy mal acostumbrados. Desde la segunda guerra mundial hemos vivido en el mundo occidental como una especie de espejismo de seguridad y de confort y que como si pudiéramos ser verdaderamente casi inmortales y como que no nos va a pasar nada. Y luego, con el impacto de la publicidad, todo lleno de familias felices, todos sonrientes como que si la vida tuviera que ser una felicidad continua. Todo eso ha sido un espejismo absolutamente absurdo que la pandemia ha venido a tirarnos al suelo para demostrarnos que la vida no es eso, que en la vida hay malestar, hay frustración, vulnerabilidad, dolor y que, a pesar de eso, tenemos la capacidad, posibilidad e incluso la obligación de intentar ser felices. Esa es la cuestión”.

Has dicho que con “La buena suerte” crees haber encontrado la esencia de poder decir que la vida es bella y triste de una manera sencilla y clara, como si de una necesidad personal se tratase

Lo que queremos todos los artistas y no solo los novelistas es pegarle un pellizco al misterio de la vida. Atinar con lo que es la sustancia misma de la vida y poder reflejarla siquiera por un momento. Entonces, esa es una manera de narra la sustancia de la vida. “La vida es bella, la vida es triste” y viene de una anécdota de Vladimir Nabokov que es uno de mis maestros. Él dictaba clases en la universidad y tenía un examen al día siguiente y una alumna suya lo fue a buscar el día anterior para preguntarle algo del examen y después de horas buscándolo, al fin lo encontró y cuando le preguntó el detalle del examen, él respondió: “la vida es bella, la vida es triste y eso es todo lo que hay que saber”. Entonces esa es una manera de desnudar el alma de la vida y el mundo. Y es una manera perfecta de decir que toda mi vida como escritora he intentado llegar al corazón mismo de la vida, y poder explicarlo con la mayor sencillez y profundidad posible creo que lo he logrado con esta novela”.

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Volviendo a Raluca, un personaje que describes con profundad admiración y que te enseñó, entre otras cosas, a entender que la buena suerte es querer tener buena suerte. ¿Qué pensabas de la suerte antes de hacer este libro?

Llevo cierto tiempo pensándolo de alguna manera. Ya he dicho tiempo atrás que yo creo en la mala suerte porque he conocido a gente con mucho talento, gente maravillosa que lo han hecho todo para ser feliz, sin embargo, de pronto les atropella un camión y se quedan tetrapléjicos, ¡yo que sé! Entonces, lo que yo llamo mala suerte no es habitual. Por desgracia existe, pero no es habitual. Lo que normalmente se llama mala suerte yo creo que es una manera de gestionar nuestra vida. Esa es la cuestión. Y eso lo he tenido bastante claro progresivamente a lo largo de mi vida. No es algo que me lo haya dicho Raluca, lo que pasa que Raluca lo ha explicado mejor que nadie

Hay una escena en el libro, en la que ella cuenta su vida de una manera tan increíble, tan potente y tan positiva y tan sabia al mismo tiempo que me dejó deslumbrada de esa fuerza de cambiar el relato. Aunque yo ya era consciente de eso, que la mala suerte existe, pero la buena suerte no, digamos que nunca lo he visto tan claro como hasta el momento en que oí a Raluca contar su vida de esa manera en mi cabeza. Y a partir de ese momento yo me enamoré de este personaje porque es maravillosa la tía, jaja”.

¿Cómo es que un personaje creado por ti pueda revelarse de una forma tan independiente a ti?

Las novelas nacen del mismo inconsciente de donde nacen los sueños. Y las novelas son como sueños que sueñas con los ojos abiertos y que tienen su propia autonomía. Yo no escojo las historias, ellas me escogen a mí. Aparecen en mi cabeza. Lo que sí aprendes es la carpintería. El pasar esas ideas a lo real y que se mantenga la misma emoción. Ser capaz de crear con tus palabras esa misma emoción que sientes. Pero la emoción primera, los personajes, son autónomos totalmente y tienen que serlo. Julio Ramón Ribeyro decía que una novela madura exige la muerte del autor. Lo que quiere decir que el yo consciente tiene que borrarse y tiene que dejar salir al inconsciente. Entonces, en ese sentido, el autor maduro es el que se tiene la humildad de dejarse contar la historia por sus personajes. Y mi personaje, realmente, te digo, de repente los escuchas dentro y te sorprenden. A mí esta tía me sorprendió muchísimo. Me lo cuenta mi inconsciente que es más sabio que mi consciente. Entonces, yo lo no sabía hasta que lo oigo. Es fascinante, escribir una novela es un viaje hacia los otros”.

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¿Qué te viene dejando esta pandemia?

Estoy muy decepcionada. Es una de las cosas que, además, me atormentan aparte del tormento general que dejan los muertos, creo que nos estamos comportando muy mal. Que no estamos sabiendo estar a la altura, que se está fomentando todavía mucho más la violencia, la falta de empatía, la falta de sentido común de lo colectivo. Y todo eso con la nueva crisis que va a venir y con esta mala gestión de la ira que la pandemia provoca, yo creo que es un futuro bastante oscuro. Socialmente muy complicado”.

¿Y hay algo bueno que deje todo esto?

Muy poco. Creo que habrá bastante gente que aprenda cosas, lecciones cómo saber lo importante que es el contacto humano, lo importante que pueden ser los amigos, la familia, los seres queridos, la cultura. La cultura nos ha sostenido en momentos muy amargos. A nivel personal, estoy convencida que mucha gente habrá sacado algún aprendizaje”.

¿En lo personal te deja algún aprendizaje?

El haberme parado. No voy a volver a vivir una vida tan enloquecida como vivía antes, de acá para allá. Y ojalá eso también sea un cambio porque, además, es algo que el planeta lo necesita. No podemos seguir subiendo a un avión a cada rato. Y en lo laboral también debería haber cambios. Lo presencial es una parte importante pero no tiene que ser todo presencial. Creo que eso puede ser un cambio interesante para cuando vuelva la verdadera normalidad”.

DATO

Rosa Montero es una de las invitadas especiales del , evento donde hablará virtualmente este 7 de noviembre acerca de su última novela “La buena suerte”

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