José de la Puente Brunke, historiador y catedrático. (Foto: Julio Reaño/@Photo.gec).
José de la Puente Brunke, historiador y catedrático. (Foto: Julio Reaño/@Photo.gec).

“He nacido en el campo y voy a morir en la ciudad”. Proclamaba José Agustín de la Puente y Candamo. Nació en 1922 y falleció en febrero de 2020. Ambos momentos los protagonizó en la casa hacienda Orbea de Pueblo Libre. Nunca cambió de domicilio y desde aquel reducto observó y trató de comprender al Perú, del que investigó y escribió en su faceta de historiador. También fue profesor universitario de 1947 a 2015, siempre en Estudios Generales de la Universidad Católica, donde daba cátedra a los más jóvenes. “La faceta fundamental de mi padre, creo yo, fue la de maestro”, me dice el hijo, .

Junto a dos de sus hermanos, ya tiene listo el libro de memorias de infancia y juventud de su padre, que será presentado en la , que empieza el 22 de julio. José Agustín de la Puente y Candamo narra cómo su vocación por la historia nació en la sobremesa familiar, escuchando a sus padres y abuela, a quien conoció y quien nació en 1850, el año en que murió José de San Martín; abuela que conoció a Miguel Grau y Andrés Avelino Cáceres. Episodios que le parecían impresionantes.

José de la Puente Brunke es el hijo mayor y siempre lo acompañaba a sus conferencias. Conserva fotografías de sus 9 años al lado de historiadores, pero no tiene la imagen de aquel día que pidió estar presente cuando Jorge Basadre visitó a su padre: hasta ahora recuerda dónde se sentó y que, al final de la visita, lo acompañaron a su vehículo. El ambiente, los temas, los libros, las conversaciones se fueron filtrando e hicieron de él un historiador y catedrático, como su padre; a la vez, decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Católica. Me da esta entrevista desde la casa hacienda de , donde vive y convive con el pasado y presente del Perú.

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-¿Cómo era su padre?

En lo personal, muy reservado; no manifestaba de manera externa los afectos. Jamás en sus 97 años de vida me dijo “te quiero mucho”, por ejemplo. Jamás me dio besos paternales. Pero obviamente nos manifestaba su cariño de otras maneras. Luego, era una persona muy discreta, él tenía grabado que nunca debía hablar mal de nadie. Mi padre a los 90 y tantos años sabía cosas que nadie sabía y hay historias que uno pregunta, pero cuando son temas escabrosos donde alguien puede quedar mal, prefería abstenerse, él se llevó muchos secretos a la tumba.

-¿José Agustín de la Puente qué representó para el Perú?

Fue un amante del Perú. Incluso, te diría que era exageradamente optimista. Unir la historia del Perú con el factor de amar al Perú diría que ha sido la característica fundamental del trabajo intelectual de mi padre.

-Tengo entendido que su padre era miembro del Opus Dei.

Era una persona muy católica, de misa diaria y también muy discreta. Era un tema que él lo llevaba como un compromiso personal, que le daba sentido a su vida. Además, debo decirte que mi abuela le dio una formación muy católica. Y luego las hermanas de mi abuela, hijas todas de Manuel Candamo, quien fue presidente a inicios del siglo XX, fundaron la congregación de las Canonesas de la Cruz. Entonces, el ambiente familiar era muy religioso, sobre todo a raíz de una gran tragedia que vivió la familia en el año 1939, cuando falleció su única hermana, dos años mayor que él. Entraron en un luto casi permanente. Pero la religiosidad de mi padre era personal y no era de estar ufanándose o imponiendo ideas.

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-Un historiador es tal vez lo más cercano a un científico, y se pensaría que es difícil que crea en lo divino, en Dios.

Pero en realidad no tiene por qué ser contradictorio. Y en los trabajos que mi padre ha hecho, no veo que su visión religiosa de la vida haya mediatizado sus contribuciones académicas; es más, su condición de creyente le llevó a tener una ética profesional muy sólida. Y te cuento una anécdota: el año 2008 publicamos un libro –él y yo– que se tituló El Perú desde la intimidad, que era un epistolario, cartas íntimas entre marido y mujer, de su abuelo Candamo y su abuela Candamo durante la guerra con Chile, porque su abuelo fue detenido por los chilenos, estuvo un año y medio preso en Chile, porque era un líder político que no quería firmar la paz cediendo territorio. Son como 200 cartas de lo más íntimas. Hay cartas terribles donde se dicen barbaridades sobre el Perú, como que “el Perú no es una nación, es un territorio mal habitado”. Eso a mi padre le fastidió muchísimo, pero publicó todo. Su abuela le regaló esas cartas antes de morir.

-En tiempos de redes sociales y tecnologías, ser historiador podría parecer una profesión que debemos desempolvar.

Yo creo que está muy viva. Lo que sí podría decirte es que hace unas décadas eran mucho más numerosos los historiadores que, de alguna manera, influían en la opinión pública. Hay un historiador inglés que dice: “Hay tantas historias como historiadores”. Es imposible contar la verdad como fue; las fuentes nos limitan, nuestra visión nos limita; entonces, lo importante es plantear interpretaciones verosímiles.

-¿Qué pensaría su padre del presente?

Repetía: gobernar es educar.

-¿Y usted qué agregaría?

Añadiría la falta de compromiso de la élite dirigente. No vamos a generalizar, pero en muchos sectores dirigentes ha faltado esa visión comprometida con el Perú. Pero el Perú sigue saliendo adelante por las personas anónimas.

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-¿Siente alguna responsabilidad por los apellidos que lleva? Su tío tatarabuelo fue edecán de Bolívar. Parte de la historia del Perú está escrita en sus apellidos.

Ahora que ha muerto mi padre la responsabilidad que sí siento y que me preocupa es que él ha dejado un archivo espectacular, ha dejado un epistolario donde está la historia intelectual del Perú del siglo XX. Mi padre siempre decía que las fuentes históricas hay que ofrecerlas y yo creo que haré eso. Una frase que mi padre siempre decía era: “Los papeles se rompen solos”; él nunca rompía ningún papel, por eso nos ha dejado un archivo espectacular, y eso es una fuente para estudiar el siglo XX.

AUTOFICHA:

- “Soy José Demetrio de la Puente Brunke. Acabo de cumplir 61 años. Estudié primero Historia en España, saqué el doctorado en Historia en la Universidad de Sevilla y luego estudié Derecho en la Católica, en el Perú, porque me interesaban mucho las instituciones del Perú virreinal”.

- “He publicado los libros Encomienda y encomenderos en el Perú, Los hombres del mar: La Marina de Guerra en la historia del Perú, dos libros que saqué con mi padre y otros. Entre libros publicados, míos y editados, deben ser quizás unos diez, no recuerdo bien”.

- “Estoy terminando un libro sobre los historiadores del Perú en el siglo XIX, una biografía de todos los personajes que se interesaron por la historia en el Perú en ese siglo. Y estamos preparando un repositorio que estará en la web del Instituto Riva-Agüero con documentos referidos a la vida de mi padre”.


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