/getHTML/media/1229195
Cherman: "Quien me quiebra el lado patriótico fue Juan Acevedo con Paco Yunque"
/getHTML/media/1229190
Marco Poma CEO de Tkambio: "Perú está atrasado en materia de 'open banking'"
/getHTML/media/1229170
Percy Medina por nueva Mesa Directiva: "Tenemos que estar vigilantes"
/getHTML/media/1229169
Carlos Basombrío: "La lista que salga será más de lo mismo"
/getHTML/media/1228869
Iván Arenas: "Hay riesgos si APP asume Mesa Directiva"
PUBLICIDAD

Pillos

Si para algo sirve la tardía renuncia de Omar Chehade a la Segunda Vicepresidencia de la República es para confirmar que esa institución solo sirve para alimentar el ego y la hoja de vida de algún contribuyente a la campaña electoral. También, claro, para despilfarrar recursos del Estado en sueldos, seguridad, gastos de representación y otras gollerías.

Imagen
notitle
Fecha Actualización
Guido Lombardi, Opina.21Si para algo sirve la tardía renuncia de Omar Chehade a la Segunda Vicepresidencia de la República es para confirmar que esa institución solo sirve para alimentar el ego y la hoja de vida de algún contribuyente a la campaña electoral. También, claro, para despilfarrar recursos del Estado en sueldos, seguridad, gastos de representación y otras gollerías.

Pero hay que ser ingenuo –o algo peor– para insinuar (como lo hacen algunos ilustres blogueros) que la renuncia del presunto autor del delito de patrocinio ilegal tiene como objetivo evitarle al Gobierno el descrédito que conllevaría su posible desafuero.

Tal interpretación presupone que dicho sujeto es capaz de actuar por consideraciones generosas o altruistas, cuando ha quedado demostrado que sucede exactamente lo contrario.

Como ha dicho con precisión el congresista Galarreta: "Si está Chehade, huele raro". Y para decirlo con la misma claridad, la maniobra que ahora pretende con el sorprendente apoyo de Alejandro Toledo apesta.

Lo que estuvo detrás de la renuncia es, en realidad, un esfuerzo desesperado por quebrar la precaria mayoría que, en la Comisión Permanente del Congreso, estaría dispuesta a votar en favor del pulcro y minucioso informe acusatorio de Marisol Pérez Tello.

De hecho hay quienes sostienen que, al haber renunciado, ya no puede ser destituido, por lo que la acusación debe volver a la subcomisión. Y lo hacen sin rubor, a sabiendas de que se sanciona la conducta del infractor y de que la sanción recae sobre la persona y no sobre el cargo que desempeña.

En todo caso, anoche tenía que haberse definido (al momento de escribir estas líneas todavía no se había producido la votación en la Comisión Permanente) cuál es el rumbo que decide tomar el Gobierno en materia de lucha contra la corrupción y cuánto de auténtico había en su prédica sobre la imprescriptibilidad de los delitos cometidos por funcionarios públicos.