/getHTML/media/1238503
Rubén Vargas sobre inseguridad: "Se necesita inteligencia no estado de emergencia"
/getHTML/media/1238497
Gilmer Meza de Sutep Lima: "Ministro de Educación -Morgan Quero- debería de renunciar"
/getHTML/media/1238485
Alfonso Bustamante CONFIEP sobre inseguridad: "No hay liderazgo, hay ineficiencia"
/getHTML/media/1238306
Mariana Costa de Laboratoria habla sobre sus encuentros Obama y Zuckerberg en La del Estribo
/getHTML/media/1238304
Los mejores libros del siglo XXI según The New York Times | Biblioteca de Fuego
/getHTML/media/1238303
¿Cementos y fútbol femenino? Gabriel Barrio de Unacem en Marcas y Mercados
/getHTML/media/1238207
118 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va de 2024
/getHTML/media/1238198
Lo último: allanan la casa de 'Chibolín'
/getHTML/media/1237508
Hugo de Zela sobre viaje a EE.UU.: "Se intentó explicar al Congreso, pero Dina no quiso"
/getHTML/media/1237506
Abraham Levy: "Hay mucho desinterés sobre los incendios forestales"
/getHTML/media/1237484
Darío Sztajnszrajber, filósofo: "Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras"
PUBLICIDAD

Una perversión en pareja

El matrimonio exige ciertas características de salud emocional. De no ser así, podemos encontrarnos con parejas que –aun en la intimidad– no se relacionan como esposos sino como madre e hijo, lo que hace que la unión pueda llegar a un rápido fin.

Imagen
Fecha Actualización
Fernando Maestre,Opina.21fmaestre@peru21.com

El matrimonio exige ciertas características de salud emocional. De no ser así, podemos encontrarnos con parejas que –aun en la intimidad– no se relacionan como esposos sino como madre e hijo, lo que hace que la unión pueda llegar a un rápido fin. Este trastorno se produce en mujeres que asumen el rol de madres con los esposos. A su vez, los esposos se sienten felices y excitados por este trato, que los regresa a la infancia. Así, encontramos esposas que bañan a sus maridos y otras que les cortan las uñas. No faltan las que les llevan la comida a la cama y les dan de comer en la boca. Estas conductas empiezan como un juego, pero terminan siendo hábitos de alta excitación difíciles de modificar. Este desvarío tiene su origen en las crisis infantiles, como el deseo del hombre casado a no crecer y permanecer como un bebé. En otras ocasiones se debe al miedo al fracaso sexual en la vida adulta; ellas suelen padecer de mamitis aguda y hallan más placer sexual en este trato que en el coito. Estos matrimonios no duran, y si pasan los años, el deterioro aumentará al punto de aislarse socialmente.