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Siento que algo está cambiando entre los admiradores locales de los Estados Unidos. Sin embargo diría que a la palabra admiradores se le podría agregar, sin exagerar, un sonante “ex”.
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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com
Me refiero, por supuesto, a personas que no tienen ningún tipo de negocio con el gigante adolescente y que observan la realidad desde una perspectiva liberal alejada de todo fanatismo. Se trata de ciudadanos con una moderada fe en la democracia y que están lejos de desear una sustitución del capitalismo. Muchos aún se chupan el dedo en materia de delitos financieros pero abominan de las guerras injustificables emprendidas por los gringos y el apoyo desmedido –quizá descontrolado sea la palabra– al Estado de Israel.
Estados Unidos ha perdido puntos en la consideración de no pocos a quienes antes cegaban las luces de la superpotencia. Colijo que los errores cometidos por esta han sido demasiado groseros como para pasar desapercibidos a espíritus sensibles. Alienados, pero no al extremo de perder la sensibilidad. Recuerdo a antiguos militantes comunistas abatidos moralmente por el estalinismo y, aunque la comparación pueda parecer forzada, hay un fondo común en ambas conductas: la comprobación fehaciente del menosprecio por la integridad y la dignidad humanas. Entre la represión estalinista y las guerras gringas la única diferencia es la nacionalidad de las víctimas. En cuanto al número ni la Unión Soviética ni Estados Unidos se han preocupado mucho por establecer la cantidad de "enemigos" abatidos. La invasión soviética a Checoslovaquia fue menos sutil que la intervención gringa en Chile, pero igualmente asesina. Ejemplos sobran, parecidos también.
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