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Redacción PERÚ21

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Por: Beto Ortiz, PandemonioA ver, chicos, tres preguntas de culturita general para "La ruleta de la suerte": 1) ¿En qué memorable película nacional estelarizada por Adolfo Chuiman actuó Marco Aurelio Denegri? 2) ¿Qué títulos de libros suyos, (de Denegri, no de Chuiman) podría mencionar? Y 3) ¡Qué cosa es –o qué cosa era– "Fáscinum"? (Las respuestas, más adelante). Como ya todos han de saber, esta semana Marco Aurelio Denegri, (MAD, a partir de aquí), decidió pescuecear públicamente a Mi Martha Hildebrandt (desde ahora: MMH) y, con ese aguzado olfato carnívoro que ha desarrollado en su prolongada supervivencia en las heladas tundras de TV Perú, logró catapultarse a los titulares faranduleros como solo lo hacen los viejos zorros de la pantalla cada vez que quieren renegociar su contrato para el próximo año. Lo que MAD masculló, rezongó o farfulló en su programa sobre el último libro de MMH es lo que menos me preocupa revisar aquí, primero: porque ya ha sido analizado hasta el aburrimiento y segundo: porque no alcanzo el nivel de enajenación indispensable para atreverse a enmendarle la plana a quien ha de ser, seguramente, el más insaciable lector peruano del último milenio. Bástenos con saber que MAD, en su infinita sabiduría, corrigió el libro de MMH en los siguientes aspectos: a) Dijo que "desde el título está mal" porque se llama 1,000 palabras y frases peruanas y debió llamarse Mil palabras y frases peruanas. (Okey, sorry.1,000 disculpas). b) Dijo que, en la entrada referente a la palabra cojudez MMH consigna apenas dos significados cuando esa palabra tiene cinco. También podríamos encontrarle diez si consideramos, por ejemplo, la huevadita de la cojudez. c) Dijo que MMH olvidó referirse a "cojudógeno", un término de su autoría. Quiero yo también dejar constancia aquí de mi protesta porque, en el libro, tampoco se hizo mención alguna al "neo-túestásbiencojudooquéchuchatepasamierdismo", una corriente literaria de vanguardia de la que soy humilde pero preclaro precursor.

Y es así que llegamos a d) Donde las papas queman. Todos sabemos lo que esa frase significa, ¿verdad? Pues bien, MMH sostiene que es una expresión peruana y que su origen se relaciona, metafóricamente por supuesto, con nuestro ancestral tubérculo: papas recién hervidas, calientísimas, que se pelan pasándolas de una mano a otra. Ah, no. MAD se nos encabrona y gruñe que no, que esa es una interpretación disparatada, que MMH desconoce el lenguaje obsceno, que no diferencia la papa comestible de la papa sexual (o la papaya, según pícaro aporte de la afamada mujer de prensa y lingüista criolla Mónica Cabrejos en reciente y fina alusión a lo que, en otros círculos intelectuales de Lima se conoce más bien como el estuche de peluche). Hasta allí todo muy alegre y divertido. Pero cuando MAD, en su implacable búsqueda del conocimiento, intenta remontarse a los gloriosos puticlubs o lenocinios de Huatica donde discurrieron las rijosas tardes de su adolescencia, solo consigue que tan estimulante debate académico se nos vaya un poquitito p'al carajo. ¿O no han escuchado su iluminada teoría de que las papas que "queman" son, en realidad –perdonen la crudeza– vaginas aquejadas de sífilis, chancro, clamidia, gonorrea o cualesquiera enfermedades "venéreas"? (queda uno como un carcamal usando esa palabrita tan prejuiciosa y tan fifties, tío, ahora se les dice "E.T.S", más cool: enfermedades de transmisión sexual). No decidiré cuál de los dos tiene la razón en este punto porque lo ignoro. Le creo a Dante Bobadilla de La Mula cuando escribe que "es poco probable que los putañeros limeños de mediados del siglo pasado hayan plasmado una frase de uso extendido en dos continentes". Prepárese el lector para el carnaval de imágenes que danzará por su cabeza la próxima vez que escuche a alguien utilizar esa expresión.Y atención a las respuestas de nuestro concurso: 1) La película se llamó "Un marciano llamado deseo" y en ella, MAD hacía de sí mismo y entrevistaba a una apetecible hembrichi que aseguraba haber tenido cuatro orgasmos con un extraterrestre. 2) Algunos de los libros más conocidos de MAD son: "Cajonística y vallejística", "¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán?", "Miscelánea humanística" y "Ermósgasbord". Fueron publicados por sellos editoriales de nombres tan rítmicos como Umbra y Kavia Kobaya. Son aptos solo para lectores mínimamente competentes y no se encuentran en librerías por lo que, según informa su página web, si usted desea adquirir una de sus obras deberá llamar al 998617422. 3) Fáscinum, revista científica y artística de cultura sexual fue el largo y muy provocativo nombre de una revolucionaria publicación que MAD fundó, dirigió, escribió y difundió desde 1972 logrando congregar en su lujosa nómina de colaboradores a algunas de las mentes más brillantes y subversivas de la época con un único fin: dinamitar desde dentro la cucufatería limeña. O, lo que es lo mismo, demoler la cojudez. ¿La he leído? Sí. Me la prestó el amigo Max Silva Tuesta, psiquiatra y fan number one de MAD y el único que conserva, empastada en cuero, la colección completa.

"La inteligencia sólo alcanza para pagar la luz y el teléfono" –escribió César Hildebrandt en uno de los artículos que, de vez en cuando, publica rumiando sabe Dios qué macerados resabios contra su hermana – "ser especialista en Bolívar o en filología vende pocos ejemplares y obtiene poco reconocimiento." La justicia poética, sin embargo, existe y en la Feria del Libro de este año, un suceso prodigioso aconteció. La Editorial Planeta, (el mismo prestigioso sello que años atrás había anunciado en prematura portada de "Caretas" el inminente lanzamiento de un libro de memorias televisivas que el gran César nunca terminó), publicaba el riguroso, disciplinado libro de doña Martha: un diccionario que se convertiría –con grandes titulares de "El Comercio" en el best seller máximo de la misma feria en la que el libro de César –editado por el heroico sello charapa "Tierra Firme"– quedaba en un honroso tercer puesto.

A eso se reducen las más pavorosas guerras entre intelectuales. El día que el gran Marco Aurelio venda los miles de libros que merece vender. Que publique en Alfaguara y no en Umbra. En Planeta y no en Kavia Cobaya. El día en que él, que es uno de los cerebros mayores de la patria no necesite irse en un Tico indigno al canal ni andar dando su numerito para contratos, ese día se acabará todo ese infantil rencor. Y vivirán felices para siempre. Así en nuestros estantes como en nuestros corazones..