Foto: Luis Gonzáles.
Foto: Luis Gonzáles.

Redacción PERÚ21

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Lucía de Althaus,PsicólogaAutor: Gonzalo Pajares.gpajares@peru21.com

Les enseña a las personas a ser mejores padres, es columnista de Perú21 (léala los domingos) y tuvo un programa de TV. Lucía de Althaus nos da algunos consejos.

Le pregunté a un psicoanalista si lo que hacía era ciencia y me dijo: "Felizmente, no".(Ríe). Es un estudio del ser humano. La verdad, no importa si es ciencia o no. El psicoanálisis me interesa porque siento que profundiza más en el ser humano; sus explicaciones son más dinámicas, más profundas.

Los psicólogos no son los mejores padres, ¿no es verdad?En casa de herrero, cuchillo de palo. Tengo dos niñas, una de cuatro y otra de dos. Jamás serían mis pacientes, pero como hice terapia con niños me oirás decirles: "¿Qué sientes, amor, no será que…? (risas)". Siento que sí las ayudo porque las motivo a canalizar y verbalizar lo que sienten. Ya veré en el futuro si lo hice bien o cometí muchos errores. Por el momento, todo va más o menos bien (risas).

¿Es verdad que muchas de las dolencias físicas tienen su origen en la cabeza?Somatizar es una característica del ser humano, pero ahora que trabajo en Pediatras Asociados puedo decir que con los niños pasa muchísimo esto porque, como son niños, no pueden verbalizar lo que sienten.

¿Por qué pasaste de la terapia psicológica a la consejería psicoanalítica?El nacimiento de mis hijas me cambió porque empecé a preocuparme más por ellas que por mis pacientes (risas). No estaba conectada con mi trabajo, no estaba siendo una buena profesional. Me di cuenta de que necesitaba estar más en casa porque eso me daba tranquilidad. Felizmente, tenía el programa que hacía en FEM TV, que me exigía pocas horas a la semana, y dejé el consultorio por dos años. Para cuando el canal cerró, mis hijas ya habían crecido. Trabajar en terapia tiene sus lados gratificantes, pero también algunas frustraciones, pues algunos padres se involucran muy poco y quieren que el psicólogo solucione todos los problemas que presentan sus hijos.

Los padres les hacemos mucho daño a nuestros hijos, ¿no?Sí, pero no es adrede. Acá no se trata de culpabilizar sino de pensar. Por eso se me ocurrió trabajar en la 'parentalidad', en la prevención, en darles herramientas a los papás, que no vengan a terapia sino a encontrar soluciones a los problemas de sus hijos: mientras más pequeños son, es más fácil prevenir sus problemas. Así, no veo necesariamente al niño sino a la mamá, al papá.

¿Los padres se están atreviendo a decir "yo soy el paciente"?Es un poco idealista, pero trabajamos en hacer que esta mentalidad cambie poco a poco. Pero sí veo padres que quieren ser mejores, con capacidad de autocrítica. Hay problemas asociados a la crianza que no estamos abordando. Por ejemplo, delegamos la crianza de nuestros hijos a las nanas, situación que hace que perdamos el contacto, la cotidianidad con nuestros hijos. Otro tema típico es la falta de límites: papás que trabajan y lo único que quieren es gozar a sus hijos y no darse cuenta de que hay problemas, que no se atreven a darles unos "no" y, así, forman niños tiranos. Es importante saber que los padres podemos cometer errores, pero podemos repararlos. El padre perfecto no existe.

Hay que ser amigo de los hijos pero, sobre todo, padres, ¿no?Así es. Estamos perdiendo la noción de autoridad, pero quizás esto responda a un proceso: venimos de padres autoritarios y nos vamos hacia el otro extremo. Nos decimos: "Quiero ser amigo de mi hijo, que me cuente todo", pero eso confunde al niño porque ciertas jerarquías y el orden estructuran la mente.

Las nanas nos están reemplazando…Al niño puede confundirlo esta dualidad: padres-nana. La base de la estructura del ser humano es el vínculo con la madre, que lo forma y le da seguridad para soportar la vida. Que crezcan niños alejados de sus padres puede ser terrible en la adolescencia.

¿Qué piensas de la educación vinculada con lo lúdico?Hay que comunicarse con el niño desde su mundo. El niño ve el mundo a través de él, así se comunica, pues no puede verbalizar ni lo que piensa ni lo que siente como lo hace un adulto. El niño lo hace jugando, así nace su curiosidad, sus ganas de conocer el mundo. Y en el juego, y con amor, uno puede poner límites, orden. El juego no es vagancia.

¿La tecnología está ayudando a formar mejores niños?Es parte de ellos, no se la podemos quitar. Sin ella serían cojos. Claro, no hay que dejar que la computadora se transforme en la nana (ríe). El tema es cuánto y tanto. El adulto debe actualizarse para comunicarse también a través de la tecnología con sus hijos, pero sin dejar de lado las relaciones interpersonales. Hay que conversar, jugar. Ser papá es una chamba de la que no hay que correrse.

AUTOFICHA

- Mi papá es Jaime de Althaus. Mi mamá, Patricia Checa, estudió Literatura y Psicoanálisis. De alguna forma seguí sus pasos pues hasta tuve un programa de televisión.

- Estudié en la PUCP. Desde chica quise ser psicóloga. Mi hermana era más lectora que yo, pero me encantaba leer casos de niños autistas.

- En Argentina hice un posgrado en Psicoanálisis de niños y adolescentes. Ahora ya no hago terapia, trabajo con padres, hago consejería con un corte psicoanalítico.