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"La obesidad es una enfermedad de los pobres"
Promueve la dieta mediterránea en el mundo, combate la obesidad y, de yapa, es uno de los mejores amigos de Alfredo Bryce. Lluís Serra habla de esto y más.
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Lluís Serra,Médico españolAutor: Gonzalo Pajares.gpajares@peru21.com
Invitado por la Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA), el doctor Lluís Serra, experto en obesidad, estuvo en Lima para dictar una conferencia y pronunciarse sobre el tema de la publicidad de la llamada comida chatarra en los medios de comunicación. Aquí sus opiniones sobre este y otros temas.
¿Siempre quiso ser médico?Siempre, y a los seis años ya quería ser especialista en nutrición, ver el tema de las glándulas. Lo digo en serio. Quizás esto pasó porque en donde veraneábamos había gente con el bocio muy grande, y quería saber por qué se producía eso. Y mire que mi preocupación juvenil halló una respuesta pues mi tesis doctoral fue sobre el bocio endémico.
La medicina avanzó muchísimo en el siglo XX…(Ríe). Antes, el instrumento más importante del médico era la silla. Hoy, no se sienta a escuchar al paciente sino le hace pruebas, resonancias, tomografías, etcétera. El paciente ha pasado a ser un número más que una persona. Hoy el médico está más tecnificado, mejor formado y capacitado, pero deshumanizado.
Hablemos de la obesidad. No es una enfermedad de los ricos.En nuestros países se está convirtiendo en una enfermedad de pobres. Eso se debe, primero, a la transición rápida que vivimos: hemos pasado de la pobreza a una bonanza relativa; segundo, es más fácil aumentar de peso que aumentar de talla.
Y esto se debe a una mala alimentación…Sí, pero también tiene que ver con la erosión de la comida tradicional y con un mayor consumo de alimentos en cualquier momento del día. Se han perdido los horarios, los hábitos; no nos sentamos en la mesa a comer juntos, tenemos una vida sedentaria, menos actividad física, etcétera. Cada país es distinto, pero la gente rica no está engordando: tiene información, tiene memoria (recurre a la cocina tradicional) y sabe alimentarse.
Además, la obesidad le genera enormes gastos a los estados, ¿no?Prevenir la obesidad es muy fácil; tratarla, muy difícil. Para prevenirla hay que controlar la ingesta de alimentos. No debemos comer lo que queremos. Si somos sedentarios, debemos comer menos. Y la formación debe comenzar en casa: si los padres tienen sobrepeso, los hijos verán esto como algo normal, lo que es peligroso.
Usted afirma que la obesidad en un niño pueden aparecer desde el embarazo…Por supuesto. Si la mujer, en lugar de aumentar los nueve o diez kilos normales durante un embarazo, sube 18 o 20, ya pone al niño en situación de obesidad. El bebé nacerá gordo y, para muchos, eso será un signo de salud y de orgullo, pero es posible que ese niño ya sea un obeso. Además, las madres han abandonado la lactancia materna y les dan a sus hijos, muy tempranamente, biberones demasiado ricos en harinas. Segundo, las calles son inseguras y los niños ya no salen a jugar a la calle, a los parques, su vida hoy es sedentaria. Tercero, se abusa de los refrescos de cola. Cuarto, se consumen cada vez más harinas refinadas.
¿Es enemigo del fast food?Soy enemigo de los patrones alimentarios donde se consumen muchas calorías en poco tiempo. El problema del fast food no es que la carne sea mala, que el pan no sea bueno, el problema es que los niños pueden comer una hamburguesa y un refresco en diez minutos, es decir, que sea 'fast' llevarse a la boca miles de calorías.
¿Por qué restringir la publicidad de los fast food? ¿No es acaso una intromisión a mi libertad de elegir?Yo, como usted, creo en la libertad, pero hay un sector de la población que debe ser protegido: la niñez, que debe ser vigilada al menos hasta que tenga la capacidad de elegir. La niñez no puede recibir cualquier mensaje, porque no puede discernir, entonces, hay que protegerla. En España tenemos el Código PAOS, suscrito por las compañías de publicidad, los canales de TV y muchas empresas –alimentarias o no–, que implica respetar franjas de horarios y cuidar los mensajes. Esta iniciativa no ha sido impuesta, partió del consenso y protege a la niñez. La pregunta que debemos hacernos es: "¿Qué queremos para nuestros hijos en el futuro?".
Es amigo de Alfredo Bryce…Sí, muy amigo. Me dedicó El huerto de mi amada. Lo conozco desde que yo era adolescente, pues él veraneaba en Menorca, donde yo iba con mis padres. Recuerdo que tenía una novia francesa espectacular, quien tenía un ojo verde y el otro azul. Alfredo me dedicó El huerto de mi amada porque pasamos juntos, en Islas Canarias, el verano en el que escribió la novela. Cenábamos juntos todos los jueves, el problema era que yo tenía que trabajar los viernes por la mañana (risas).
¿Se puede contar lo que vivió con Alfredo Bryce?Sí, siempre nos aburrimos (ríe y nos guiña un ojo).
AUTOFICHA
- Soy catalán y canario de adopción, porque hace 18 años vivo en Islas Canarias. Mi mujer y mis cuatro hijos son de allí. Siempre quise ser médico… y nutricionista.
- El médico que es científico y catedrático universitario está muy bien valorado; el de consultorio, no tanto, el día a día lo ha desgastado.
- Promuevo la dieta mediterránea. Logramos que sea declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Consiste en consumir legumbres, pan, pescado, tomate, aceite de oliva.
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