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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

Ayer nos referíamos a la unidad en la diversidad como alternativa de integración que favorezca el crecimiento y el desarrollo armónico en América Latina. Existe una multiplicidad de factores internos y externos que indican que nuestro subcontinente estaría en condiciones de comenzar a ocupar los espacios que hasta hoy ocupaban naciones a las cuales solíamos mirar con cierta reverencia. Hace unos meses, el diario El País de España publicaba una nota que, al referirse a América Latina, decía que esta podría llegar a sustituir, en el concierto universal, a los "tigres asiáticos" que comienzan a lucir cansados y cuyo modelo parece estar acercándose al límite de sus posibilidades. Que Brasil sea ya la sexta potencia económica del planeta no es un dato menor. Tampoco lo son las experiencias de integración que, con distinto suceso, se han ensayado hasta el presente, ni tampoco el surgimiento de organismos como la Unasur o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que, sin la presencia de potencias hegemónicas, comienzan a hacer sentir su voz y su peso político allí donde antes éramos ignorados o silenciados. Es evidente que nuestra fuerza reside en la unidad y que esta deber ser un objetivo político a lograr más allá de las diferencias coyunturales que puedan separar a una nación de otra. Si creamos un espacio donde los matices sean parte de la normalidad, todos terminaremos ganando. Si, además, población, políticos y periodistas logran interiorizar el sentido de esta oportunidad histórica, estaremos construyendo, para las generaciones que nos sucederán, un espacio del cual podremos sentirnos orgullosos.