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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

A la junta general van representantes designados por los mismos funcionarios que han nombrado a los que están a cargo. Por lo tanto, aprueban el balance sin leerlo y menos aún, cuestionarlo. Habitan en un mundo donde lo único que importa es quedar bien con el ministro de turno. Eficiencia, productividad, utilidad, atención al consumidor son términos desconocidos y los tienen sin cuidado.

Sin embargo, esta semana tuvimos ocasión de presenciar el enorme costo que esas empresas representan para todos los peruanos. En primer lugar han dado la vuelta al mundo –alertando a millones de potenciales visitantes que lo piensen antes de venir– las imágenes de miles de pasajeros sufriendo un infierno varados en aeropuertos.

El motivo no fue un acto de Dios sino de la improvisación. Corpac decidió apagar el radar de tierra y luego se sorprendieron por las consecuencias ya que 'no esperaban que en enero, en Lima, hubiera niebla' (¿?).

Incluso, hasta ahora nadie entiende por qué lo desconectaron. En cualquier parte del mundo el nuevo radar es instalado mientras el otro sigue operando. Uno no se podría imaginar aeropuertos con el tráfico y la niebla de Londres o Chicago estando siquiera un día sin radar por decisión del encargado. Sería despedido en el acto. Mientras que aquí nadie se ha responsabilizado. En todo caso, gracias a esos improvisados el esfuerzo de promoción en el exterior con el Rally Dakar queda desperdiciado.

Por otro lado, también se sufrió el bloqueo de la Panamericana por pobladores hartos de Sedapal, empresa que no solo no les da el servicio de agua por el cual han pagado sino que encima los maltrata. Típico atropello monopólico que un Estado debería combatir en beneficio de sus ciudadanos, pero que en el Perú no ocurre porque el Estado es el propietario.