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“No hay arte sin espíritu místico, religioso”

“Como juez, soy muy severa”, nos dice Angélica Aragón, actriz de telenovelas como Cañaveral de pasiones y Mirada de mujer. Es jurado del Festival de Lima.

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Fecha Actualización
Angélica Aragón,ActrizAutor: Gonzalo Pajaresgpajares@peru21.com

Muchos crecimos adorando sus hermosos ojos verdes, dándonos cuenta que, aunque trabajaba, con excepciones, en mediocres melodramas televisivos, ella era especial, inteligente y sensible. Hoy Angélica Aragón ilumina, siempre con esos intensos ojos verdes, los días grises que vivimos, pues es uno de los jurados del Festival de Cine de Lima, el evento cinematográfico más importante del país.

Su formación actoral es inglesa…Fíjese que sí. Pero, como mi padre –José Ángel Espinoza– fue actor y compositor mi formación fue por ósmosis, por haber crecido en el teatro, en los estudios de televisión, en los sets cinematográficos. Mi padre trabajó con figuras como Elizabeth Taylor y Richard Burton; Jeanne Moreau, Louis Malle y Brigitte Bardot; Clinton Eastwood, Shirley MacLaine, Anthony Quinn y John Wayne. Como verá, yo crecí en este medio…

¿Y no quiso rebelarse?No. Aunque, le confieso, yo quería estudiar Medicina. Sin embargo, cuando terminé el colegio, la universidad estaba en huelga, una huelga prolongada sin visos de solución. Después de siete, ocho meses, me desesperé y empecé a enviar solicitudes de admisión a diversas escuelas de teatro alrededor del mundo.

*Es decir, debemos agradecerle a una huelga universitaria el que usted se hay convertido en actriz… *(Risas) Sí. Y me fui a Inglaterra, pues era una de las opciones más estimulantes, sobre todo, más allá de las clases, por la cantidad de teatro que uno podía ver. Trabajé cinco años en la Compañía Nacional de Teatro, en Londres, pero no como actriz sino como acomodadora, asistente, pero siempre pedí ser ubicada dentro de la sala, para poder ver en acción a los más grandes actores de la compañía, que hoy tienen renombre por el cine, pero que se formaron en el teatro. Además podía ver cincuenta representaciones de la misma obra: ¡Esa es la verdadera escuela que uno puede tener!

Pero también usted estudió danza. ¿Qué tal le fue?Empecé de niña. En Inglaterra había un énfasis importante en expresión corporal, por eso me inscribí en The London School of Contemporary Dance, donde hice danza contemporánea, donde conocí a una extraordinaria maestra de danza sagrada de la India. Y lo hice por una cuestión mística y artística, pues ambas cosas están ligadas. El arte no existe sin el espíritu místico y religioso.

También ha estudiado danza en la India…Sí. Estoy casada con un indio. Fuimos a visitar a su familia. Allí descubrí que mis suegros habían sido bailarines de danzas clásicas indias. Entonces, me sumergí en el entorno cultural y artístico en el que crecieron. Introducirme en este círculo de poetas, músicos, bailarines y pintores de Calcuta me llevó a identificarme con esta cultura y a reconocer su arte.

¿La televisión puede ser artística?Depende cómo uno se entregue a ese trabajo. Se le puede sacar muchísimo jugo. Es un medio masivo, de enorme penetración y, por eso, muy importante, sobre todo en países como el nuestro que tienen pocos lectores. La televisión entra directamente a la psique del espectador, por eso, yo siempre he respetado mi trabajo: he sido cuidadosa al elegir mis personajes y he tratado de corregir, en términos de equidad de género, los sesgos en los que a veces caen los escritores, los guionistas.

Así evitó el estereotipo…Detesto el estereotipo, luché contra él toda mi vida. Aunque las telenovelas se guían por él y cada vez están peor, yo lo enfrento. Lo ideal sería mostrar prototipos, personajes a emular, que uno pueda defender éticamente, socialmente. Por eso, siempre he tenido problemas con los guionistas. Pero esta lucha dio sus frutos, pues pudimos hacer una telenovela como Mirada de mujer, de Bernardo Romero, donde rompimos varios estereotipos. Lamentablemente, una experiencia así no se ha vuelto a repetir. Allí pudimos cautivar a un público que no era el de Televisa, sino a uno de clase 'A': educado, pensante, informante… y hasta con buen poder adquisitivo. Por eso, no entiendo las prioridades de las empresas, que prefieren tener a mil de a peso que a uno de mil pesos (ríe).

¿Es una feminista militante?Pero de hueso colorado (risas). Nuestras sociedades son machistas y hay que equilibrarlas. La historia del mundo occidental es lamentable, pues no hemos podido erradicar la pobreza, la marginación, las desigualdades, el machismo… y no solo no hemos podido erradicarlas, ¡las estamos incrementando, y en pleno siglo XXI! Hasta hemos aterrizado en Marte, pero nuestros niños se siguen muriendo de hambre. Y todo esto lo han hecho los hombres, no las mujeres (risas). Vivimos una época terrible: no tenemos fundamentos religiosos, no seguimos principios éticos; hemos perdido la fe, la confianza en el ser humano.

AUTOFICHA

- Mi esposo es de la India, pero lo conocí en México, en un festival de música. Es músico. Luego fuimos a Londres y nos casamos. Llevamos casados toda una vida (ríe).

- Mi matrimonio es libre, pero no abierto; un matrimonio que nos permite no siempre estar juntos, pero sí querernos… a la distancia (risas).

- Hago telenovelas desde 1972, pero, de manera continua, desde 1980. Siempre me peleé con los guionistas para que eviten el estereotipo y opten por los prototipos.