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Dios no es bueno
¿Quién es Christopher Hitchens? Un librepensador. Un contestatario. Un hereje con cojones. Un desconfiado de la religión y de las devociones irreflexivas.
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Pedro Salinas, El Ojo de MordorChristopher Hitchens (1949-2011) se marchó sin despedirse hace un par de semanas. Se lo cargó un cáncer de esófago que venía acechándolo desde el 2010. Cinco días antes de su deceso, cosas de la vida, sin adivinar que estaba tan mal, me había comprado en El Virrey su último libro: Hitch-22. Sus memorias, o sea. El cual espero devorar en el primer viaje que se me presente, pues ahora estoy atrapado en las páginas de Juego de tronos, de George R. R. Martin.
Anteriormente había leído Cartas a un joven disidente y Dios no es bueno, un alegato contra la religión. Y tengo entre mis pendientes, Dios no existe, que es una selección de lecturas que Hitchens considera imprescindibles para quienes no somos creyentes. Y bueno, qué quieren que les diga, si no saben de quién estoy hablando, ya es hora de que lo conozcan, digo.
El semanario Hildebrandt en sus trece lo describió, más que analista, como un polemista. El mexicano Jesús Silva Herzog lo definió como "enemigo de dios, de la madre Teresa y de todos los fascismos". Richard Dawkins lo retrató como "el mejor orador de nuestro tiempo" y "un luchador valiente contra todos los tiranos, incluido dios". Álvaro Vargas Llosa, en un artículo titulado El último de los mohicanos, publicado en el suplemento R de La Tercera, lo delineó como "iconoclasta" y tenedor de una "honradez intelectual poco común". Y supongo que algo de todo eso era Hitchens. O la suma de todo eso, y más, vamos. Porque también era un disconforme en toda regla. Un radical. Un librepensador. Un contestatario. Un hereje con cojones. Un desconfiado de la religión y de las devociones irreflexivas. Un discutidor apasionado. Un escéptico corrosivo. Un beligerante cuestionador de lo obvio y de lo sagrado. Un convencido de que ninguna controversia era inútil. Un repartidor de réplicas chispeantes. Un odiador de la injusticia y la irracionalidad.
Encima escribía bien, sin adornos, punzando los poros de la realidad e incomodando las posiciones de los políticamente correctos.
"No permitas que piense por ti ningún partido o facción, por más altruista que sea. Desconfía de cualquiera que hable con seguridad de 'nosotros' o en nombre 'nuestro'. Desconfía si oyes que esos tonos se infiltran en tu estilo. La búsqueda de seguridad y de mayoría no es siempre lo mismo que la solidaridad; puede ser otro nombre de la tiranía y el tribalismo", escribió el filósofo británico nacionalizado norteamericano, quien era un género ensayístico en sí mismo.
Y ahora que ya no está más entre nosotros, por suerte han quedado sus ideas. Y sus libros. Y sus frases, claro. "Es la literatura, y no las Sagradas Escrituras, la que nutre la mente y también el alma". "Se puede vivir una vida ética sin religión". "Dios no creó al ser humano a su imagen y semejanza. Evidentemente, fue al revés". "La religión continúa representando una amenaza inminente para la salud pública". "Todos los intentos de reconciliar la fe con la ciencia y la razón están llamados a fracasar".
Sí, Christopher Hitchens era un activo militante contra cualquier credo religioso. Cualquiera. Era, si cabe, el Darth Vader de los papas, los rabinos y los imanes. Pero ante todo era un hombre libre. En fin. Como dijo su amigo Salman Rushdie en un tuit de despedida: "Una gran voz se ha quedado en silencio. Un gran corazón se ha parado". Pues eso. Que tengan un feliz año.
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