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Cansancio de fin de año
Durante las últimas semanas, no hay duda de que el Gobierno viene mostrando crecientes signos de cansancio. Los errores que están cometiendo casi a diario son un claro reflejo de la pérdida de concentración que ocurre cuando alguien está agotado.
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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com
Así, tenemos que el escándalo del exministro de Trabajo fue arrastrado innecesariamente a lo largo de toda una semana, cuando era un hecho que tenía que irse del cargo. Pero, cuando se maneja cansado, no se ve con claridad lo que es evidente o lo que viene del otro lado, y creyeron que podían pasar por agua tibia el incidente. Por lo que se lanzaron al ruedo –sin meditarlo– a tratar de defenderlo desde el premier hasta la primera dama, y todos han quedado muy mal parados.
Luego vino el homofóbico decreto legislativo de la Policía que ha sido corregido por una fe de ratas, perdón, quise decir de erratas, lo que confirma que no fue revisado con cuidado en el Consejo de Ministros antes de ser enviado a publicarse en El Peruano. El aprobar decretos sin leerlos es otra inequívoca señal de cansancio.
Por otro lado, la economía está creciendo muy bien, bastante más que lo esperado. Por lo que sería irresponsable el arriesgarse a enfriar el actual entusiasmo del consumidor y del empresariado por los constantes escándalos que el propio Gobierno está generando al estar descuidado. Por ello, nos parece necesario que el Gobierno se vaya renovando. Si bien los cambios de ministros no tienen por qué producirse en fechas festivas –Fiestas Patrias o Navidad–, como estamos acostumbrados, es innegable que, en la actualidad, este gabinete pide a gritos la necesidad de ser reforzado.
Incluso, mucho se habla de la inestabilidad que se puede producir ante tanto movimiento ministerial: en menos de un año y medio, tres gabinetes ya han pasado. Pero, en realidad, el cambio constante parece ser una necesidad para el mandatario. Esto último es debido a que su falta de elocuencia y un estilo de ausentarse del ojo público por largos periodos obliga al primer ministro de turno a tener que asumir totalmente la responsabilidad de enfrentar – y tratar de explicar– todos los problemas diarios. Por lo cual, no es ninguna sorpresa que con cierta rapidez se vayan desgastando. Lo importante es poder identificar a tiempo cuándo la utilidad de un premier va declinando.
Por su parte, la presencia permanente de la primera dama en los medios compensa en algo la ausencia del mandatario. Pero ella se cuida de presentar solo las buenas noticias y tiene necesariamente que dejar las papas calientes en las manos de los primeros ministros si quiere llegar al 2016 con sus niveles de popularidad aún intactos. Por tanto, uno diría que el día de la juramentación del cuarto gabinete del gobierno de Humala no debería de estar muy alejado.
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