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"Para ser artista hay que tener talento, pasión y cultura"
“Tenemos artistas, pero nos falta afinar nuestra sensibilidad y necesitamos críticos de arte”, nos dice George Gruenberg, socio de Corriente Alterna.
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George Gruenberg,EmpresarioAutor: Gonzalo Pajares.gpajares@peru21.com
Hace 20 años se fundó Corriente Alterna. George Gruenberg fue uno de los promotores que invirtió en esta escuela de arte que celebra sus dos décadas con la muestra Pedagogías, que reúne el trabajo de los docentes de la institución. Véala en la Av. de la Aviación 500, Miraflores.
Nació en Suiza. ¿Ha tratado de ser lo menos suizo posible?Definitivamente (ríe). Soy suizo por lo metódico, el orden, la puntualidad. Pero, cuando voy a Suiza, todas estas cosas me disgustan (risas). Me gusta el caos, me acostumbré al Perú (ríe).
¿Por qué no tiene un pasaporte peruano?Por una simple razón: este país es uno de los pocos donde un extranjero tiene los mismos derechos y las mismas obligaciones que un peruano. Ahora, más allá del pasaporte, me siento 100% peruano.
¿Qué lo llevó a ser empresario?En Suiza, mi abuelo tenía una fábrica de cajas de seguridad y muebles de acero. Como lo admiraba, decidí estudiar algo vinculado con su negocio. Por eso me hice técnico mecánico. Cuando volví al Perú, empecé como vendedor, pero mis intereses me llevaron a hacer empresa. Ahora soy un empresario con intereses en las expresiones culturales y artísticas. Pero también tengo empresas de generación eléctrica, de productos cárnicos (Otto Kunz), etcétera.
¿Cómo entró al mundo del arte: por sensibilidad o interés comercial?En Suiza viví en casa de unos tíos que no tenían hijos. Un día me robé su auto y me botaron (ríe). Unos amigos me acogieron. La madre de uno de ellos era una orfebre muy famosa, y a su casa iban los escritores más renombrados, los pintores más conocidos… Era un ambiente cultural, artístico y bohemio, y en plenos 60 (ríe). Caí en la tentación y la pasé muy bien. Allí absorbí un enorme conocimiento y sensibilidad por las artes. Cuando regresé al Perú, con el primer dinero que gané me compré un dibujo de Cristina Gálvez… y no he parado hasta hoy.
¿Quién lo guió en armar su colección?Mis tripas. Cuarenta años después, todos esos artistas a los que les compré son famosos (ríe). Con ellos he hecho de todo. Mejor pregúnteme lo que no he hecho (ríe).
¿Qué es más interesante: una reunión de directorio o una charla bohemia con un artista?Son mundos diferentes, no hay que mezclarlos. Cada uno tiene su espacio, al menos en mi vida.
¿Por qué abrió Corriente Alterna, su escuela de arte?Un día, un controvertido amigo que se había quedado sin trabajo –Luis Lama, el crítico de arte– me buscó. Le propuse abrir una escuela de arte pues la PUCP era dirigida por Adolfo Winternitz, un gran artista, pero dedicado a crear pequeños Winternitz, y Bellas Artes no era gran cosa. Lama conocía a Carlos Llosa, y entre los tres decidimos crear Corriente Alterna. Ahora Lama ya no está con nosotros, pero seguimos creyendo que para ser artista no solo hay que tener talento sino pasión y cultura. Esta es la base sobre la que se funda Corriente Alterna.
¿Pensó en Corriente Alterna como un negocio?No. Es mi servicio a la cultura del país.
¿Cómo combina su gusto por el arte moderno con una escuela que tiene que formar artistas contemporáneos?Recuerda, yo no soy profesor de la escuela. Aquí, los docentes, los que mandan, son jóvenes (ríe). En toda escuela de arte debe haber mucha libertad, pero con respeto. Nosotros les abrimos las puertas, pero son los alumnos quienes deben encontrar su camino. Además, queremos desterrar esa antigua creencia que decía que, de artista, uno no puede ganarse la vida. Sí es posible hacerlo, siempre y cuando la formación sea completa, profesional. Y pongo como ejemplo mi caso: yo soy empresario, pero mis tres hijos son artistas. Mi hijo mayor estudió Economía, pero después de graduarse me dijo: "Papá, la Economía no me interesa", y hoy se dedica a la fotografía. Mi segunda hija estudió Historia del Arte. Mi tercera hija es bailarina profesional de butoh, una danza tradicional japonesa, y actúa en Londres, Madrid, París, etcétera. Mis hijos viven de su trabajo, no me piden plata.
¿Y sus empresas?Las creé para mi satisfacción y placer. Mis hijos tienen que hacer lo que les gusta. El día que me canse de mis empresas, las vendo.
¿Cómo es el panorama del arte contemporáneo actual?Tenemos artistas magníficos, y quizás por mis años ya no entiendo todo lo que veo, pero tenemos futuro. Sin embargo, el arte no tiene bandera, nacionalidad. El arte es bueno o es malo, nada más.
¿La bonanza económica ayuda al arte?Muchísimo. El arte da estatus. Lo que nos falta es educación, formar nuestra sensibilidad y, también, críticos. Hoy hay más galerías y es un buen negocio invertir en arte.
AUTOFICHA
- Nací en Suiza y llegué al Perú en 1939, cuando tenía un año. Mi familia es judía. Vinimos porque mi padre vino a trabajar al Perú y porque Suiza es muy aburrida (ríe).
- Soy amigo de Luis Carlos Rodrigo. Integramos la directiva del Museo de Arte Contemporáneo. Nos dicen gasolina: hay de 84, de 95, de 97 (risas).
- Soy empresario, pero mis tres hijos se dedican al arte: el mayor es fotógrafo; la segunda, historiadora del arte; la tercera, bailarina de butoh, una danza japonesa.
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