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El abogado del diablo

Al prender la computadora, veo en La Mula un posteo con una entrevista que le hizo Beto Ortiz a Alfredo Crespo, el abogado defensor de nuestro Pol Pot patrio. Y que ahora nos viene con el cuento de la reconciliación nacional y amnistías para homicidas y que su Movadef no tiene nada que ver con Sendero Luminoso y que por eso está bregando para inscribirlo como partido político.

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Fecha Actualización
Pedro Salinas, El ojo de Mordorpsalinas@peru21.com

Y así. Apenas me pongo a ver el video, no deja de sorprenderme el cinismo desaprensivo que proyectan sus facciones. Está vestido con una camisa marrón, un marrón feote para más señas, luce la cara endurecida y ajada, y un mechón cano le cruza por la mitad del cráneo, a lo Miguel Aceves Mejía. O en plan Cruella de Vil, si prefieren.

Menciona un libro escrito por un militar, que, según él, explica adecuadamente las causas sociales, económicas, políticas, religiosas, antropológicas, astrológicas, hidrobiológicas, y qué sé yo, que justificarían lo que soportamos los sobrevivientes de los ochentas. Mientras lo escucho me digo qué tal paciencia la de Beto, quien trata de precisarlo, incansablemente, porque el otro, ya saben, nada. No quiere responder. Trata de escabullirse como un jabón. De irse por las ramas, como una ardilla descocada. O pretende decir lo que le viene en gana, que esa es otra. Pero Ortiz no lo deja salirse con la suya. "Déjeme terminar las ideas", dice Crespo, como si las tuviera, tratando de remachar su estrategia de toda la vida, la que usaba ya desde que era presidente de la denominada Asociación de Abogados Democráticos, el organismo de fachada de Sendero: aprovechar los espacios del sistema para liberar sociópatas.

Pero a lo que iba. Lo que traspasó los límites de lo indecible fue su particular descripción de esas épocas espantosas, en las que vivimos permanentemente amenazados por la violencia, los atentados, los coches bomba, los apagones, el sabotaje, el chantaje, cuando los muertos se multiplicaban por miles y entintaban de sangre las calles, mientras El Diario, el pasquín senderista, se jactaba de sus "asesinatos selectivos". Que eso fue lo que padecimos, como un azote de dios. Muerte y destrucción a pastos. Porque así fueron los tiempos en que la desesperanza se entronizó en el país. Y que ahora este impúdico caradura trata de relativizar y minimizar. E incluso negar. "No fue terrorismo", dijo. Tal cual. Y no sé ustedes, pero a mí esa frase me quedó retumbando en el cerebro como un insulto procaz. ¿Que no fue terrorismo? ¿Y qué cosa fue entonces, palurdo? ¿Qué fueron las masacres en las comunidades campesinas? ¿Y Tarata? ¿Y las voladuras de torres? ¿Este payaso nos toma por idiotas?

Solamente una ideología irracional y de ropaje maoísta, como la de Sendero, basada en el odio empozado en el alma avinagrada de Abimael Guzmán y de sus fanáticos seguidores, es capaz de producir personajes como Crespo. Inescrupulosos. Con lengua de serpiente. Que no se ruborizan al lanzar sus proposiciones demenciales y disparatadas, que ofenden a nuestros muertos.

En fin. Algo estaremos expiando para tener que digerir nuevamente a este repugnante figurón del senderismo. Pero ojo, eso sí, créanme que disfruté mucho el momento en que Beto, poniendo las cosas en su sitio, se hartó del fantoche, y, zas, lo expectoró de su set. De una patada en el culo. Palabra. Fue un momento Nescafé. Bueno, la verdad, sin patada. Pero casi.