Cuba (poco) libre y muy sexual

El escritor cubano Juan Abreu publica sus Memorias, donde evoca la revolución castrista… y cómo el sexo fue un modo de resistencia.
(EFE)

Por suerte para mí, pertenezco a una generación española que no ha vivido ninguna guerra ni ninguna revolución. Nadie ha entrado a la fuerza en mi casa con un patadón por todo saludo y la intención de causarme algún mal con el sacrosanto argumento del Pueblo o la Patria, dos de los pretextos bajo cuya bandera más sangre se ha derramado en el mundo. Pero sí he conocido personas, todos lo hemos hecho, tan miserables que estarían encantadas de enrolarse a una guerra o a una revolución para pegar un tiro en la nuca al vecino y quedarse con las posesiones del muerto …siempre "en nombre de la Patria" o "en nombre del Pueblo", claro que sí. El libro de Abreu es un buen recordatorio de ello, y de lo importante que es el amor y el sexo en tiempos donde tu vida la regula un dictador.

"No hay mayor horror que la Patria", afirma con razón Juan Abreu en sus recientes memorias Debajo de la mesa (Editores Argentinos, 2016). Este relato autobiográfico de Abreu, compuesto por crueles y tiernas impresiones de su infancia y juventud, se circunscribe en puridad a sus primeros 28 años de vida, los que pasó en su país natal, la República de Cuba.

LA REVOLUCIÓN AUTORITARIA

Hijo de familia humilde del barrio pobre de Poey, en la periferia de La Habana, la vida de Juan Abreu cambió de golpe, como la de tantos cubanos, con la toma del poder por el dictador Fidel Castro en 1959: muchos ciudadanos se adhirieron a las nuevas consignas y "canalizaban su odio hacia la vida y sus frustraciones sexuales a través del fanatismo político. Ocurre con frecuencia". Otros mantuvieron su dignidad, pese a que "la cortesía y los buenos modales se consideraban taras burguesas".

Según Abreu, siguieron décadas de miedo para miles de familias, pues se recompensaba el ser delator del vecino; y también de hambre, debido a la escasez perenne de artículos de primera necesidad. Por ese motivo, el cronista recuerda vívidamente anécdotas como la primera vez que se lavó la cabeza con champú (en casa de la enamorada de un privilegiado del régimen) o la "profunda conmoción" que sintió la primera vez que entró a un supermercado en Miami, ya exiliado: "Llevaba años aseándome la boca con bicarbonato de sodio o, cuando faltaba el bicarbonato, con jabón. Ante cientos de marcas de pasta dental, me eché a llorar".

En su libro, Abreu se refiere continuamente, con ironía, a la época prerrevolucionaria y posterior dictadura como antes y después "de que nos liberaran", momentos definitorios también en su relación emocional con el mar que rodea Cuba: "Todavía el mar no estaba relacionado en mi cerebro con el guardián riguroso de una prisión".

LA REVOLUCIÓN SEXUAL

Cuba es una nación profundamente sexual. Abreu lo fue también desde niño, y de ello deja constancia en numerosos episodios escritos con una sinceridad desarmante. Por ejemplo, relata desde el encuentro con una adolescente a la que encontró masturbándose en el baño del funeral de su abuela ("Contra la muerte, supongo, se pajeaba la muchacha") hasta las propias sesiones en grupo con sus amigos varones, excitados por la desnudez conjunta ("aunque esto no se reconocía jamás").

De ahí, el aprendizaje sexual pasaba por el espionaje a vecinas haciendo sus necesidades, algunas exhibiéndose a sabiendas para ojos ajenos y otras irrumpiendo en la precaria privacidad de las casas de Poey para enseñar el ejercicio del placer… Incluso se menciona la zoofilia, que el autor reconoce, en el pasaje más polémico, como una práctica habitual entre su muchachada de los años 60: "El sexo con animales era bastante común y en modo alguno demasiado vergonzante. Cuando fui lo suficientemente hábil para convencer a una muchacha, las yeguas y las chivas desaparecieron totalmente de mi horizonte sexual".

Pero ya adulto y bien canalizado, el sexo significó sobre todo una actividad imprescindible para luchar contra lo gris de la sociedad dictatorial… especialmente la homosexualidad, tan perseguida por el castrismo: "Cuba ha sido siempre un país machista en el que los homosexuales son seres humanos de segunda", opina Abreu, quien cree firmemente que deberían estudiarse los suicidios de gays en su país debido al acoso del sistema, ya que para él, muchos compatriotas heterosexuales "van por el mundo despreciando y discriminando a los que se atreven a ser libremente lo que ellos ocultan. (…) En todo macho cubano, sobre todo si es militar, hay un maricón en potencia y allí eso se hacía evidente. Pero odian al homosexual que llevan dentro. Odian a los homosexuales porque se reconocen en ellos".

Abreu, que es hetero, considera que ser homosexual en Cuba durante los años duros del castrismo era una heroicidad y un modo de resistencia. Como lo era también leer libros prohibidos: a él le confiscaron durante el servicio militar uno de Rimbaud, por ser "poesía burguesa"… Pero en general el sexo se practicaba en todas partes: en rincones de la calle, en sumersión frente a las playas… incluso se organizaban orgías en cuartos de las empresas más respetables.

EL VERDADERO HÉROE

El héroe de este libro es Reinaldo Arenas, el llorado autor de Antes que anochezca, amigo personal de Abreu, cuyo recuerdo (y la persecución que sufrió por parte del castrismo) se evoca en numerosas páginas: "En una época de exacerbadas esclavitudes, Arenas decidió ser algo extremadamente difícil y peligroso: libre".

La familia Abreu fue cómplice en la operación de mantener a Reinaldo Arenas escondido de las autoridades que lo buscaban por subversivo y homosexual, bajo montajes de falsa criminalidad. Su promiscuidad y talento suponían un escándalo para los conservadores estamentos del régimen: el propio Arenas confesaría en su autobiografía haberse acostado con unos 5.000 hombres. "No deja de ser significativo que el escritor más herético de la literatura cubana del siglo XX sea también el de más alta estatura moral. Hoy, que escribo estas páginas, la obra de Arenas continúa inédita para sus lectores naturales, los cubanos".

Abreu no perdona a los artistas que fueron conniventes con la dictadura cubana ("Nixon es peor que Hitler", proclamaba una de las consignas castristas), incluso dedica un doloroso capítulo de reproche a Joan Manuel Serrat. Como otros tantos jóvenes melenudos que gustaban de músicas extranjeras y prohibidas en los años 70, él también fue arrestado y luego condenado a un año de trabajos forzados por "vagancia".

"Lo importante es preservar mi humanidad. Y la única forma de lograrlo es escapando de esta pavorosa isla", concluye más tarde. A los 28 años logró salir de Cuba, precisamente porque el régimen dejó marchar solamente a los que tuviesen antecedentes delictivos durante el Éxodo de Mariel (1980), para desacreditar a los ciudadanos que querían abandonar la isla.

Pero Cuba parece más presente todavía en aquellos que lograron dejarla atrás.

DATOS

  • Juan Abreu (La Habana, 1952) es además de escritor, pintor y artista plástico. El erotismo es una de las temáticas constantes de su obra, como el que empapa su novela Diosa (Tusquets, 2006).
  • Debajo de la mesa, cuya lectura recomienda la escritora cubana Zoe Valdés, se puede adquirir a través del correo de Editores Argentinos: ventas@eeaa.com.ar, y se remite desde Buenos Aires.
  • Actualmente, Abreu vive en el agradable exilio español que supone la pequeña ciudad de Sant Cugat del Vallés (Barcelona).

Tags Relacionados:

Más en Vida

¿Por qué se celebra HOY el Día Mundial del Perro y cómo sumarte a la causa mundial contra el abandono?

Expertos confirman que 4 de cada 100 mil peruanos padecen de cáncer de páncreas

¿Tu perrito no puede estar solo en casa? Cinco consejos para acostumbrarlo

Sigue estos CUATRO TIPS para comer bien y sin culpa (VIDEO)

Cirugía de cataratas: ¿Por qué elegir un cirujano experimentado y tecnología moderna?

¿Cuáles son las estafas del amor? Conoce cómo enfrentarlas (VIDEO)

Siguiente artículo