¿Usted estaba preparada para asumir el cargo?
No me agarró de sorpresa porque llevamos dos años trabajando y fue el doctor Monteagudo el que me propuso esa posibilidad hace varios meses. Me aseguraron que confiaban en mi trabajo. Sabiendo que hay opiniones divergentes, consideraban que yo podría ayudar a conciliar esas posiciones, no para lograr una unidad de criterios, sino para que, precisamente, esas diferencias no nos separaran.
Entonces, no nació de usted querer ser presidenta.
Efectivamente. No es que la aspiración de mi vida fuera ser presidenta del Tribunal Constitucional.
El magistrado Gustavo Gutiérrez dijo que hubo desavenencias, y que por eso él retiró su candidatura. ¿A qué se refiere con eso?
Es que no había consenso para elegirlo a él. Eso fue la desavenencia, no hubo otra.
Luego de Marianella Ledesma, usted es la segunda mujer que asume la presidencia del TC. ¿Qué imagen quiere darle a este órgano constitucional en el periodo en que dirigirá?
Creo que mantener la independencia e imparcialidad. Que una mujer llegue a un puesto como el mío no debe ser visto como una novedad. De hecho, ahora en el Poder Judicial hay muchas mujeres que son presidentas de sala. Y cada vez se verán más. La imagen que yo quiero dar es que las mujeres podemos estar con los hombres en igualdad de condiciones, responsabilidades, y que esas diferencias que podemos tener nos complementan.
A usted se le ha señalado como conservadora. ¿Asume ese rótulo?
Yo procuro conservar todo lo bueno, lo cual no significa que me voy a anclar en el pasado. Lo moderno que venga también lo recogeré, pero sin perder mis convicciones y mi identidad de los derechos y libertades reconocidos en la Constitución.
Hay decisiones importantes que el TC tiene que tomar, como la maternidad subrogada o un caso de cambio de sexo en el DNI. Se podría pensar que usted, por ser conservadora, ya tiene una decisión tomada.
Mis convicciones religiosas me ayudan precisamente a procurar ser una persona tolerante, abierta, respetuosa. Lo que me interesa es la verdad, la cual equivale a la justicia, no importa quién sea el sujeto.
Una de las críticas que han recaído sobre este TC es el ser fujimorista porque aprobaron el indulto de Alberto Fujimori.
Para mí era indiferente si era Fujimori o Juanito Pérez. Porque había una sentencia que era cosa juzgada, que había dado el colegiado anterior. Me han dicho que el Tribunal no podía ser una mesa de partes. Imagínense qué sería si cada colegiado va a revisar si lo que hizo el anterior es correcto o no. Nunca terminarían los juicios; no habría seguridad jurídica.
Y, en ese caso, ¿por qué no acatar el requerimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que se oponía al indulto?
En cualquier caso, someterse a la jurisdicción de un tribunal extranjero no basta con la corrección formal, es decir, que se haya emitido una sentencia o una resolución según las exigencias formales. Hay que ver la justicia material. No todo lo que diga la Corte se tiene que obedecer. Habrá que ver si lo que está diciendo es conforme o no con la Convención (de Derechos Humanos) y con la Constitución del Perú.
Una de las críticas que también recayeron sobre usted fue una ponencia en la que permite a los ya rehabilitados condenados por terrorismo poder postular a cargos públicos. ¿Cómo respondería a los críticos?
Si la Constitución dice que todo el proceso carcelario es para lograr la reinserción social de las personas, lo que he criticado desde el comienzo es que, a mi modo de ver, las exigencias de rehabilitación son idénticas para todos. Considero que el Congreso está en el deber de establecer diferentes requisitos de rehabilitación, según sea el delito que se haya cometido. ¿Cómo voy a simpatizar con un terrorista?, pero tengo que defender los principios de no discriminación.
Usted mencionaba que Fujimori no podía postular porque estaba en una condición de salud vulnerable. ¿Legalmente podría hacerlo?
Eso lo tiene que decidir el Jurado Nacional de Elecciones cuando se establece los requisitos para que una persona pueda postular.
¿Por qué cree que Martín Vizcarra está tan seguro que el TC va a anular las dos inhabilitaciones que le dictó el Congreso de la República?
No me extraña del señor Vizcarra que haga ese tipo de afirmaciones porque ya conocemos cuál es su estilo. No quiero opinar nada más.
El Ejecutivo y el Congreso le han dado mucho trabajo al TC últimamente.
Sí, hay mucha crispación en general en el país, esa violencia que vemos en las redes sociales: cómo se insulta, la falta de respeto a las personas, cómo se quita la vida por nada, por una tontera. De los próximos meses que tenemos por delante, esperamos clarificar el panorama.
Se menciona que este TC es muy pro congreso, que juegan en pared.
Yo creo que el caso más evidente (de que no juegan en pared) ha sido cuando el Congreso quiso vacar al señor Pedro Castillo por haber cometido el delito de traición a la patria. Detuvimos el proceso porque dijimos que eso no es un delito. Aunque les cayera o les sentara mal a los congresistas, pero eso es lo que correspondía. Entonces habrá veces en que tenemos una razón y otras que no.
De la agenda que Ud. debe estar elaborando, ¿Qué caso verán primero?
De lo que hemos visto en audiencia, el caso de un señor que por error le asignaron el sexo de mujer y ha sufrido esto durante más de 40 años. Para mí, de todos los casos, ese es el más importante. Ese tendría que salir este mes de todas maneras. Hay que lograr un consenso para que pueda salir, firmarse y publicarse, pero de todo lo que hemos mencionado, cuando se trata de un derecho como este, el derecho a la identidad, creo que es el más serio.
Su mandato va a terminar en 2026, en el momento de las elecciones. ¿Contempla también ese contexto?
Creo que tiene que haber mucha serenidad de parte nuestra cada vez que salgamos en público cada vez que dialoguemos entre nosotros. Soy una mujer de derecho que quiere servir al país en una situación difícil y creo que entre todos podemos aportar y lograr que, al menos, lo que el TC haga contribuya un poco más a la paz social.