Luis Jochamowitz. Autor del libro ‘Ciudadano Fujimori’. (Perú21)
Luis Jochamowitz. Autor del libro ‘Ciudadano Fujimori’. (Perú21)

El libro 'Ciudadano Fujimori' se planeó y escribió en 1991, como su mismo autor, Luis Jochamowitz, explica en el prólogo de la nueva edición de su obra que publica bajo el sello Planeta. Casi 30 años después, continúa vigente porque su personaje central, , sigue siendo parte de la política y de la agenda de discusión en los medios de comunicación. ¿Quién fue y, sobre todo, qué hará el ex presidente recientemente indultado? Estas y otras interrogantes buscamos absolver en esta tertulia.

¿Por qué menciona que Fujimori, a pesar de sus “deméritos y delitos”, es “la personalidad política más interesante de las últimas tres décadas”?
Por comparación con los demás políticos. Quizás Haya de la Torre podría ser el más cercano.

¿Qué características observa?
Su historia personal. Él descubrió un método autosuficiente para llegar a la Presidencia, sin necesidad de demasiada gente, pasado político, partido político. Eso, más o menos, se ha aplicado en otros políticos después, pero no de la misma forma. Y, bueno, su historia personal de la inmigración y unas características psicológicas.

¿Sus orígenes japoneses influyen en la personalidad del personaje Fujimori?
Sí, pero eso pasa antes por lo que nosotros, las personas comunes, proyectamos en él. Creo que lo hacemos mucho más japonés de lo que es. Le otorgamos características imaginarias nuestras. Él recoge esto intuitivamente, lo actúa, lo representa, y así se va formando la personalidad pública. Cada vez me convenzo más en los líderes políticos la importancia de la proyección social, de lo que la gente les confiere, bueno o malo, y cómo el mismo personaje comienza a percibirse así.

Dice, además, que Fujimori encarna la “historia del sueño americano”. Recuerda el viaje a Tokio luego de ser elegido, en el que visita la tierra de sus padres, Kyushu, y es recibido como una estrella. ¿Esa imagen de migrante también le vale para ganar la elección?
Claro, el Perú es un país de migrantes y, por unas trasposiciones misteriosas pero muy efectivas, hablar mal el castellano une a muchos migrantes peruanos.

¿Fujimori sentía empatía con el Perú? En el libro dice que “solo se interesaba en potenciar la productividad”.
Él es un tipo de peruano como tantos. Mi idea es que tiene esta combinación de familia japonesa y formación escolar, universitaria, social, peruana. Eso era conflictivo cuando era niño. En su desarrollo no hubo empatías, identificaciones con el país, con el mundo social que lo rodea, pero aprendió a aplicar códigos intuitivos no definidos para lograr objetivos a partir de cómo la gente lo miraba, lo que proyectaba en él.

Conforme pasa el tiempo y se vuelve político, ¿se convierte en un personaje autoritario?
Creo que siempre ha tenido rasgos autoritarios. Cuando llega a ser rector de La Molina, de alguna manera, ya puede ejercer eso.

Alberto Fujimori hoy está en libertad. ¿Cree que seguirá haciendo política?
Él va a seguir haciendo política hasta el último día. Su defunción va a ser política. Siempre va a respirar política y hasta su silencio va a parecer político. Pero creo que, como persona, ya es un partido jugado. No me lo imagino como personaje activo, con un cargo político, por la edad. Creo que hoy parece más viejo y gastado de lo que creíamos cuando estaba en la cárcel y pedía salir en libertad y nadie le creía, pero también esas son proyecciones que le otorgamos. De repente lo enfermamos (risas). Su proyección política está a través de los hijos.

¿Cómo interpretar lo que sucede con los hijos que están enfrentados por varios factores, entre ellos el mismo padre?
La telenovela Fujimori Fujimori comenzó en los 90 con el divorcio con Susana, con denuncias gravísimas, asombrosas, nunca aclaradas. Ya estamos en el capítulo 100 de esta telenovela o más.

Ahora con los hijos.
Ahora los hijos pasan a tener roles estelares, antes no, pero estaban allí y eran parte del elenco.

¿Fujimori tomará parte de la pelea entre sus hijos?
Ya es parte. Ya tomó una decisión a favor de Kenji, pero no van a ningún lado con esta división. Tienen diferencias no solo ideológicas sino prácticas, de ambición, que tendrán que solucionar. La salida del padre de la prisión agravó la división en vez de unificar.

Recordando el contexto en el que fue elegido Fujimori en los 90, distinto al actual, ¿cree que Keiko o Kenji pueden lograr la Presidencia?
El contexto es totalmente diferente. Fujimori hizo su fortuna política de la nada, Keiko y Kenji son herederos. Si llegan a ese puesto, será porque el padre les otorgó un caudal. Esa es una diferencia enorme, sin considerar las diferencias de época, los cambios... De llegar, pueden llegar. En Perú puede llegar casi cualquiera. En una época por presidente se votaba a la figura, al maestro, al gran líder, alguien mejor que nosotros. A partir de Fujimori eso cambió, la gente comenzó a votar por el que era como nosotros. Paradójicamente consideramos que ese era Fujimori, el hijo de japoneses, que no tiene casi nada de nosotros. Esas son las curiosidades de la psicología humana.

¿Cuánto influyó Montesinos en Fujimori? ¿Hizo que cambie sus maneras o hubo necesidad mutua?
Necesidad mutua, sin duda, y fue definitoria. No hay una época del gobierno de Fujimori sin Montesinos. Él apareció el primer día y estuvo hasta el último. Siempre fueron siameses.

¿Y ahora?
Siguen siendo cómplices en el silencio. Ninguno ha hablado, y no me refiero a denuncias, sino simplemente a recuerdos. No pueden hablar el uno del otro porque se incriminan. Cualquier cosa que cuenten va a revelar un trasfondo de complicidades muy grande. El ‘vladivideo’ le ayudó a Fujimori a deshacerse de Montesinos y convertirlo en chivo expiatorio.

AUTOFICHA

- “Nací en Lima, en 1953. Escritor, periodista. Autor del libro 'Ciudadano Fujimori', con editorial Planeta, y de media docena más de libros, algunos periodísticos, crónicas. Siempre escribo, trato de mantenerme en ese camino. Este año espero publicar un libro de cuentos sobre historiadores”.

- “La proyección que tenemos de un político se reduce a estereotipos: Fujimori el japonés, Alan el joven que va a cumplir el programa del partido postergado, Toledo el nuevo cholo, Humala el militar justiciero... Proyecciones que creamos y que los actores políticos actúan”.

- “No creo que los descendientes japoneses hayan querido que gane Fujimori la Presidencia. Los nisei, retraídos de proyectar su imagen pública, lo veían como un peligro. Y si fracasa, y si nos lleva a la ruina… Los embarcó en un proyecto sobre el que no tenían control. Con el tiempo fueron cambiando”.