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Lucanamarca: La masacre que marcó la ruta sanguinaria de Sendero Luminoso

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Pérdida. Tras exhumar los restos de fosas comunes, familiares pudieron enterrar a las víctimas. (Foto: AFP PHOTO/JAIME RAZURI)
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Armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego, una columna de casi 70 miembros de Sendero Luminoso, con Hildebrando Pérez Huarancca –el fallecido suegro del ministro Iber Maravi– a la cabeza, incursionaron en  el distrito de Santiago de Lucanamarca en la provincia de Huancasancos (Ayacucho), con el único objetivo de aniquilar a toda la población de la comunidad como “sanción ejemplar” por haberse rebelado contra su “lógica maoísta”. Un total de 79 campesinos fueron brutalmente asesinados aquella tarde del domingo 3 de abril de 1983.
Antes de llegar al pueblo de Lucanamarca, el grupo de terroristas integrado por Víctor Quispe Palomino, René Carlos Tomayro Flores, Gilber Curitumay Allaucca, Raúl Allccahuamán Arones y Félix Quichua Echajaya, perpetró asaltos en las zonas de Yanaccollpa, Ataccara, Llacchua y Muylacruz.
El informe elaborado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) da cuenta de la crueldad del ataque que sufrió una comunidad que se protegía con armas rudimentarias, en rondas campesinas y Comités de Autodefensa. Ni los niños ni las mujeres se salvaron de las torturas que cometieron los senderistas.
La operación del terror fue decidida y planificada por la Dirección Central de Sendero Luminoso bajo el mando de Abimael Guzmán, quien después declaró: “Ahí fueron aniquilados más de 80, hubo exceso [...] lo principal fue hacerles entender que éramos un hueso duro de roer, y que estábamos dispuestos a todo”, refirió sin remordimiento. 80, hubo exceso [...] lo principal fue hacerles entender que éramos un hueso duro de roer, y que estábamos dispuestos a todo”, refirió sin remordimiento.
EL QUIEBRE DEL TERROR
La masacre de Lucanamarca es una de las más significativas porque marcó un punto de quiebre sanguinario entre Sendero Luminoso y la población campesina, consideró el expresidente de Devida, Rubén Vargas.
A partir de ese hecho se entiende que para Abimael y Sendero, los campesinos pasaron a ser lo que ellos denominaban “mesnadas” es decir sectores sociales sin valor propio. En esa calificación subyace de forma absolutamente clara el racismo y desprecio de Sendero hacia los campesinos”, explicó a Perú21.
El abogado indicó que el hecho marcó definitivamente  la estrategia del terror en contra de comunidades que no se sometieron a su pensamiento maoísta, como lección para el resto de caseríos. “La orden directa de Guzmán para esos asesinatos marca el inicio de ejecuciones en masa de comunidades enteras que cometió Sendero”, señaló.
En términos de análisis terrorista, Vargas sostuvo que se trató de un proceso de radicalización premeditado que se hizo a sabiendas de que se convertirían en una estructura armada que tomaría el poder a través de la violencia y el terror.
Por su parte, el experto en narcotráfico y terrorismo, Pedro Yaranga, recordó la violencia ejercida por los terroristas en las comunidades campesinas. “Al inicio utilizaban armas de fuego y armas blancas, pero en masacres posteriores, en la zona de La Mar y Huanta, ya no usaban armas sino que los acorralaban y los degollaban vivos, o los amarraban y les hacían cortes a nivel del estómago para que agonicen lentamente”, contó a este diario.
Dijo que además de las cientos de masacres cometidas por Sendero Luminoso tras Lucanamarca en la sierra central y en la Amazonía, hay sucesos que aún no han sido investigados. “En la cuenca del Vraem habían como campos de concentración... Seguro pronto se conocerá esa historia”, expresó.
Testimonios de dolor
A los niños los quemaron, a los recién nacidos les habían sacado las tripas y pisado sus cabezas hasta que salgan sus sesos”, Antonio Quincho, familiar de las víctimas.Cuando estuve echado, me manda una bala, con eso me he desmayado, el brazo roto y el cuello con cuchillo”, Marcelino Casavilca, sobreviviente.Aún con vida, tenía la boca partida por el hacha, parte de la masa encefálica estaba fuera del cráneo que estaba partido”, Envenciona Huancahuari, esposa de víctima.
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