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La izquierda chavista que la derecha necesita

Los inmaduros pro-Maduro

La izquierda peruana que defiende la dictadura de Venezuela demuestra por qué es una de las más atrasadas de América Latina. Caras jóvenes y viejas ideas que terminan dándole la razón a la derecha.

 

Imagen
Nicolas Maduro
Fecha Actualización

Madurar es moderar. Y moderar es negociar sobre la mesa, pactar y a veces ceder. Gobernar en democracia. Hacerse responsable de las decisiones. Asumir el costo político. Parece fácil, pero no lo es si todo tu discurso se construyó sobre la crítica al sistema. Pero ahora resulta que eres tú el criticado. Ahora eres el sistema.

La izquierda peruana debe aprender a gobernar y gobernarse a sí misma. Sobre todo si quiere ser gobierno, como sus pares de Chile. Debe pagar sus cuentas amarillas y recoger sus platos rotos. Debe modernizarse, deslindar de los maximalismos y autoritarismos, sin quitar cuerpo. Tarea imposible para algunos.

 

Mira: Verónika Mendoza no condena el fraude en Venezuela y adopta posición complaciente con la dictadura
 

 

FALSA EQUIVALENCIA

“Ha habido elecciones competitivas”, sentenció Aída García Naranjo. La exministra de la Mujer respaldó la reelección de Nicolás Maduro en RPP y contó su experiencia como observadora. “Que Venezuela tenga que dar cuenta al exterior es inaceptable”, dijo apelando a la no injerencia y soslayando la ausencia de transparencia en las actas. “Hay que aceptar los resultados electorales y respetar la institucionalidad de un país”, espetó. Finalmente, citó a Indira Huilca para construir una falsa equivalencia con el Perú. “Quisiera que los peruanos denunciaran, no con doble moral, lo que aquí pasa. No queremos tener un doble estándar”. Recién hacia el final se contradijo, concediendo en que “habrá que buscar salidas dentro de la ley”, insinuando que el triunfo de Maduro podía estar en cuestión.

La mención a Huilca fue elocuente. La excongresista había sido entrevistada la noche anterior en Canal N. Al ser cuestionada sobre si Venezuela era o no una dictadura, recurrió a la particular teoría de los dos demonios de la izquierda. Según su razonamiento, Venezuela es tan dictatorial como el Perú. Habla de las muertes durante las marchas contra Boluarte, pero no dice nada de los fallecidos en Huancayo por protestar contra Pedro Castillo. Y, por supuesto, las repreguntas se caen de maduras. Si ambos países están igual, ¿por qué los venezolanos escapan hacia acá? ¿Es posible comparar a una presidenta y a un Congreso que se irán en 2026 con un régimen autoritario de 25 años? ¿Podría Huilca protestar contra el gobierno venezolano sin terminar en El Helicoide?

Lamentablemente, la falsa equivalencia es un clásico de manual en la izquierda peruana que viene desde la leninista ley de unidad y lucha de contrarios. Usan la dialéctica para neutralizar las críticas y ubicarse en un aristotélico punto medio artificial. Por ejemplo, lo esgrimieron para sostener por meses a Pedro Castillo, equiparando a ministros terrucos con los disfuerzos pitucos de Maricarmen Alva o alguna frivolidad similar. Es la lógica del eterno balotaje y la falsa disyuntiva. O estás de acuerdo o eres fake news, eres fujimorista y facho.

En el colmo del engañamuchachos, Huilca pretendió aleccionar a Chincha en vivo. “Creo que estás viviendo una realidad paralela”, sentenció. “Lo que dices no se condice con la realidad”. El mundo bipolar de la izquierda peruana se sostiene sobre su innegable talento para acuñar frases. La última creación heroica es la “dictadura parlamentaria”, caro oxímoron solo comparable a “izquierda unida”. Llamar “dictadura parlamentaria” a un grupúsculo que ni siquiera pudo vacar al débil Pedro Castillo antes del golpe es un abuso del lenguaje. Lamentablemente, el término ha trascendido a la izquierda y ha sido repetido por oportunistas como Martín Vizcarra y Zoraida Ávalos. Otros precandidatos buscan pescar a río revuelto en el ánimo del elector, matizando términos como “partidocracia” (Hernando de Soto), “tiranía electiva” (López Chau) o “autoritarismo anárquico” (Sagasti).

 

DOS PASOS PARA ATRÁS

Un paso adelante y dos pasos atrás en sofisticación, parafraseando a Lenin, Verónika Mendoza comparó la elección entre Nicolás Maduro y la oposición con un balotaje entre Dina Boluarte y Keiko Fujimori en entrevista con César Hildebrandt. Una burda falsa equivalencia que también trajo a colación al Perú.

Guillermo Bermejo y Kelly Portalatino también viajaron a Venezuela a avalar a la dictadura de Maduro. “El consenso de los más de mil observadores es que la jornada electoral se dio en absoluta tranquilidad”, concluyó. “Podemos dar fe de que la elección ha sido transparente”. A su estilo, el ‘Che’ comparó la dictadura chavista con la reelección de Angela Merkel. Pelotudeces democráticas más o menos, dijo estar montado sobre el caballo de Bolívar.

Por su lado, Portalatino, la musa de Cerrón, celebró que Maduro haya resistido al bloqueo y a las sanciones económicas del imperialismo. Y el también cerronista Richard Rojas también viajó.

La recordada exmilitante de Perú Libre, Zaira Arias, no solo conmemoró el régimen de Maduro. También celebró que Venezuela haya logrado la independencia alimentaria. Y que tenga la tasa de inflación más baja en 39 años. “Yo vi una urbe, una ciudad”, dijo sobre Venezuela. “Allá hay una planificación, se piensa en el ciudadano”. El Perú, en cambio, “parece un mercado”, porque “el 80% de nosotros subsiste como sea”.

 

DESDE LA BASE

Un caso especial es el de Laura Arroyo. Desde la Base Comanche de Canal Red, ha cargado las tintas contra la oposición “golpista, genocida, sionista y racista” a Nicolás Maduro. Y, de paso, se despachó sobre “la dictadura en Perú”. La actual coordinadora de formación de Podemos suele compartir la mesa de conducción con Pablo Iglesias y la rusa Inna Afinogenova (experiodista de RT) en Madrid.

Arroyo empezó como una blogger en su portal menoscanas.blogspot.com, en Lima, a inicios del siglo XXI. Allí escribía sobre la unión civil, José María Arguedas, lo difícil que era ser mujer en el Perú y la Hora del Planeta. Todo con la frescura contestataria de los años juveniles. Nada hacía presagiar lo que vendría después, al otro lado del charco. ¿En qué momento se jodió la nueva izquierda peruana? Esa pregunta también se cae de madura.