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#MadresCálidas: SUPLEMENTO ‘EL PODER DEL CUCHARÓN’

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Fecha Actualización
Un impacto con calidez
Con conexiones gratuitas de gas natural, la empresa ha logrado multiplicar beneficios en cientos de comedores populares de Lima y Callao.
Mucho más que locales que contribuyen a combatir la inseguridad alimentaria en tiempos de crisis, los comedores populares del Perú se han convertido en sus casi 50 años de existencia en lugares de gestión comunitaria que brindan apoyo económico y sostén emocional para cientos de miles de mujeres. El rol clave que desempeñan enfrenta múltiples desafíos.
Apuntando a ellos es que Cálidda, empresa concesionaria para la distribución de gas natural en Lima y Callao, reafirma su compromiso social con la generación de progreso y calidad de vida. En ese sentido, la urgente masificación del uso de energía limpia a bajo costo y eficiente en las cocinas del Perú dio lugar a la creación del programa Comedores Cálidda, un despliegue de esfuerzos que ha logrado la conexión gratuita a gas natural de casi 900 comedores populares en 26 distritos de Lima Metropolitana.
COBIJANDO ESPERANZAS
La primera conexión ocurrió en 2010, en San Juan de Lurigancho. Desde entonces se ha favorecido a más de 75 mil personas que diariamente se alimentan en estos centros vecinales. Un estudio previo determinó que un buen porcentaje de los comedores populares, además de utilizar balones de gas, cocinaban con leña o kerosene. La pregunta inmediata fue ¿por qué no proveerlos de gas natural y darles oportunidades para su desarrollo? El impacto de aquella idea ha superado las expectativas. Son las propias lideresas quienes se han convertido en las mejores voceras del programa. Ellas, como parte del grupo de interés prioritario han experimentado en carne propia los beneficios obtenidos.
En primer lugar, el ahorro de dinero por la compra de gas natural representa prácticamente la mitad del consumo mensual de gas licuado de petróleo. Diversos testimonios dan cuenta del consumo de entre dos y tres balones de gas doméstico a la semana, es decir, que al mes utilizaban entre 8 y 12 balones. Si actualmente cada balón cuesta un promedio de 50 soles, la suma total del mes, solo por este ítem, ascendería al menos a S/400 contra los S/200 o S/250 soles del recibo de Cálidda.
Una consecuencia de este ahorro de costos es que un mayor porcentaje de dinero puede ser destinado a mejorar el menú de los comensales y así combatir la anemia y desnutrición que muchos niños que acuden a los comedores sufren. Parte de lo ahorrado también se invierte en renovar los utensilios de cocina y limpieza, e incluso en la creación de pequeños emprendimientos que a su vez generan nuevos ingresos.
Por otro lado, la energía limpia produce una mayor eficiencia del calor a la hora de cocinar, propiciando un menor tiempo de cocción para los alimentos que redunda, nuevamente, en ahorro. Se sabe también que al ser un combustible amigable con el medioambiente, las personas que lo utilizan se exponen a un 40% menos de emisiones de compuestos químicos.
Sumado a ello, en Lima y Callao existen más de 1,700 comedores populares conectados de manera gratuita al gas natural. Una alegría que abriga el alma y contribuye al ahorro sustancial en estos espacios de ayuda solidaria.
DATOS
1700 son los comedores populares de Lima y Callao conectados de manera gratuita a gas natural.75000 personas son las beneficiadas por este programa
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Iniciativa para el desarrollo
El cambio de matriz energética como punto de partida para mejorar la calidad de vida.
Una alianza entre la CAF - Banco de Desarrollo de América Latina (antes Corporación Andina de Fomento) y Cálidda fue el punto de inicio para la conexión gratuita de los comedores populares a la red de gas natural. Inicialmente, el proyecto contemplaba realizar la instalación a cincuenta comedores populares de los distritos de San Juan de Lurigancho y El Agustino para beneficiar alrededor de cinco mil personas. El comedor que inauguró el programa fue Acción Social N.° 2 en San Juan de Lurigancho, durante octubre de 2010. El uso seguro de las instalaciones y la dotación de nuevas cocinas también formaron parte del programa.
En los siguientes dos años la iniciativa fue desplegada en las zonas de influencia del tendido de redes de Cálidda, permitiendo establecer un vínculo significativo con las comunidades aledañas. Tras el fin del convenio con la CAF, en 2012, y la obtención de los primeros buenos resultados, Cálidda decidió continuar por cuenta propia.
A partir de entonces se fueron incorporando más capacitaciones y beneficios. Los más exitosos fueron los concursos. “Manos a la olla”, por ejemplo, pretendía sacar a relucir el potencial de las mujeres en temas culinarios, con recetas innovadoras y nutritivas.
Fue en ese transcurso que el programa tomó el nombre de Comedores Cálidda.
En medio de la pandemia, Cálidda buscó la manera de seguir ayudando. Además de la condonación de deudas de los comedores y la donación de víveres, gracias al voluntariado de la empresa, se ideó una serie de capacitaciones para promover la salida de la crisis económica a través de diversos emprendimientos. Educación financiera, formación de negocios, estrategias y canales virtuales de venta coparon la atención de las lideresas. En esta etapa el aliado estratégico fue Mibanco.
Con el regreso a la normalidad, Comedores Cálidda volvió repotenciado, siempre impulsando el desarrollo de oportunidades y fortalezas de quienes dirigen y trabajan por su comunidad.
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Mamás con punche
María Elena Villanueva (60)
Comedor Manuel Scorza, El Agustino
Mientras cruzaba por primera vez el puente colgante que separa San Juan de Lurigancho de El Agustino, María Elena Villanueva pensaba en la oportunidad de tener un techo propio para su familia. Era 1987 y por entonces vivía en Zárate, donde alquilaba una pequeña casa. Para ayudar con la economía de su hogar hacía trabajos de todo tipo. Era, como ella misma cuenta, una ‘mil oficios’. “Antes de casarme vivía en el Rímac, luego me fui a Zárate. Una señora a la que yo le compraba la fruta me dijo que frente a donde alquilaba había oportunidad de tener un terrenito. Así que ni corta ni perezosa crucé aquel puente sobre el río”, rememora. Junto a ella otras 15 familias se instalaron en el descampado que dio origen al Asentamiento Humano Manuel Scorza.
En poco tiempo el lugar se fue poblando hasta superar los 400 moradores. La crisis durante el gobierno aprista empezaba a azotarlos con fuerza y los alimentos escaseaban. Con ayuda de la parroquia Virgen de Nazareth y una ONG, los nuevos habitantes de El Agustino lograron abrir un comedor popular y un Vaso de Leche construido con esteras y palos. “Preparábamos las comidas con una cocina improvisada hecha de ladrillos y leña. Los vecinos traían alguna menestra, arroz o verduras”, relata. También, gracias a la parroquia, llegó la ayuda de Cáritas. Así pasaron 10 años hasta que por fin, con mucho esfuerzo y ahorro, los más de 70 socios pudieron construir el local del comedor con materiales nobles.
María Elena fue parte de todo ese proceso hasta que el dolor por la muerte de su hijo mayor la hizo alejarse por 15 años de la iniciativa comunal a la que se dedicó con ahínco.
En su ausencia llegó Cálidda a transformar la vida del comedor Manuel Scorza. Cuando volvió en 2018, tres años después de la instalación a gas natural, las cosas habían cambiado, el ahorro de dinero era notorio. A ello se sumaron las posteriores capacitaciones en nutrición, salud, empoderamiento femenino y educación financiera.
La ahora presidenta del local que alimenta a 120 comensales cada día solo tiene palabras de elogio para la empresa. “De Cálidda destacamos la calidad humana. En estos tiempos, la verdad, hay muy poca. La orientación nutritiva ha sido muy valiosa. Se preocupan bastante por nosotros. Con su apoyo hemos aprendido a no darnos por vencidas. A no conformarnos”. Muestra de esas ganas de superación es el emprendimiento de papas rellenas que desde el año pasado crearon un grupo de socias, en conjunto con voluntarios de Cálidda como parte de la iniciativa Ideas que Transforman. Los fines de semana ofrecen al público tres variantes: la clásica de carne, la vegetariana y la de sangrecita. Pero ellas tienen un sueño colectivo mayor: hacer de su comedor un gran restaurante e involucrar a las nuevas generaciones. “Queremos continuar y mejorar día a día porque sabemos que en cualquier momento podemos pasar por otra crisis o pandemia. Y el comedor nos va a salvar del hambre. Lo poco que tenemos siempre lo vamos a compartir con nuestros vecinos más necesitados”.
María Ocaña (63)
Comedor Fe y Alegría, El Agustino
Recuerda que en los inicios del comedor, hace 39 años, ni siquiera tenían ollas, platos ni tazas para servir los alimentos. Eran tantas las carencias que utilizaban las latas grandes de aceite para cocinar. “Ahí hacíamos la sopa, la menestra y el arroz. Cuando tomábamos desayuno nuestra taza era una lata de leche. En esa época los niños que teníamos a nuestro cargo eran más de 150. Por sus caritas de felicidad cuando comían algo es que le pusimos al comedor Fe y Alegría. Tener este lugarcito era una de las pocas alegrías para tantos chicos”, detalla María Ocaña, presidenta del local comunal en El Agustino.
Sin dinero para gas o kerosene, las madres iban al río a buscar trozos de leña. María ayudaba en aquella búsqueda con su pequeña a cuestas y tomando de la mano al mayor de sus hijos. Eran tiempos muy duros. Junto a sus compañeras iba a pie desde El Agustino a La Parada y a la avenida 28 de Julio, rogando por alimentos o recogiendo los que desechaban. Zanahoria, cebolla, zapallo, papas, todo servía. “Era lo único que podíamos hacer en ese momento. Caminábamos toda la mañana o esperábamos a que nos regalen”.
A pesar del traslado de local hace diez años y los dilemas vecinales, el progreso logrado tanto en infraestructura, alimentos y en servicios es evidente. Una actividad en el distrito la puso en contacto con Cálidda. Tras el recuento de necesidades y lo costoso que resultaba cocinar para casi 100 personas, la empresa puso manos a la obra. “No solo nos instalaron gas natural inmediatamente, otra intervención de Cálidda ha sido el pintado. Gracias a ellos, mi comedor está hermoso. Vinieron a pintar como 50 colaboradores voluntarios, hicieron algunas refacciones y pusieron mayólicas”.
No fue todo. A través de los concursos promovidos por Cálidda, el comedor Fe y Alegría hoy cuenta con refrigeradora, cocina a gas natural y hasta un cochecito que les permite vender dulces. Crema volteada, carlota, queques de quinua, entre otros manjares son parte del emprendimiento llamado DeliPostre que las socias han desarrollado desde hace algunos años. “Acá somos veinte mamás que trabajamos duro y parejo. Así como otras señoras, tengo toda una vida trabajando aquí. Yo siempre les digo a mis hijos que el comedor es mi vida y que cuando me muera me entierren en un ladito de este lugar”.
Cada vez que María y sus socias llegan a primera hora del día al comedor saben que muchos dependen de ellas. Que la lucha y sufrimiento vivido ha valido la pena. “Hemos pasado de no tener ni un tenedor ni alimentos a ofrecer un buen menú. Este es un trabajo de tiempo completo, difícil pero gratificante. Siempre hay algo que hacer, que mejorar”, apunta. Dentro de esta labor solidaria, la ayuda trasciende la necesidad más básica a otros aspectos también indispensables.
“Quisiéramos hacer una cuna para bebés y niños pequeños, que también sirva como refugio para tantas mujeres abandonadas o maltratadas. Así ellas pueden salir a trabajar con tranquilidad”. El segundo piso del comedor es el espacio propicio para hacer realidad ese anhelo.
Áurea Carranza (75)
Comedor María Reiche, Comas
Su incursión en los comedores populares coincidió con una circunstancia dolorosa. En 1985 junto a un grupo de esforzadas mujeres fundó el comedor Santa Luciana y casi al mismo tiempo sufrió el abandono de su esposo. El golpe emocional lejos de hacerla caer la hizo más fuerte y concentró toda su energía y decisión en sacar adelante a sus seis hijos. “Me aferré mucho al comedor, porque me daba alimentos para los míos y aunque lo que hizo el papá de mis hijos frustró mi deseo de estudiar gastronomía internacional seguí trabajando en el rubro de cocina porque los chicos necesitaban muchas cosas”. Equilibrando sus labores en el comedor con la preparación de distintas comidas en casa o de menú para trabajadores de algunas empresas, Áurea tuvo la oportunidad de viajar a Chile para darle pensión alimenticia a varios artistas. Cuando regresó, el delicado estado de salud de una de sus amigas la llevó a dirigir el comedor María Reiche, que luego trasladó al lado de su propio hogar. Lleva ya más de 30 años al frente de este.
Aunque no es la primera ni la última mujer con hijos que debe salir adelante sola, el caso de doña Áurea es un claro ejemplo de lo que el trabajo y la determinación puede lograr. Hoy, a sus 75 años, ejerce por segunda vez el cargo de regidora en el distrito de Comas. “Comencé a escalar de a poquitos. Primero fui presidenta del comedor y luego coordinadora del distrito de Comas. Llegué a coordinar todo Lima Norte y ahora me hago cargo de todo Lima y Callao. Fui aprendiendo y asumiendo nuevas responsabilidades”. Con la confianza ganada de sus vecinos y compañeras de gestión fue elegida para representarlos. “No voy a defraudarlos, ese es mi compromiso”, asegura.
Ahora, algo alejada de las labores culinarias, debido a sus múltiples deberes, extraña aquellos tiempos en los que participaba en los concursos de Cálidda. Uno de ellos la llevó a la famosa feria gastronómica Mistura. Su pachamanca de pescado fue todo un éxito. Un par de años después, entre 2015 y 2016, el comedor María Reiche dejó los balones de gas por la conexión de gas natural. “Ahora mis ollas parecen nuevas, ya no sufro para lavarlas, el gas natural no me las quema. En cuanto a economía nosotros gastamos ocho balones de gas al mes. Hace nueve años eran como 200 soles lo que había que gastar en comparación con los recibos de 80 o 90 soles que llegaban. Y ahora mejor ni hablar de cuánto sería”, precisa. Con ese dinero ahorrado pudieron comprar utensilios, mejorar el menú y hasta comprar una congeladora para guardar los alimentos.
“Yo sé, por experiencia propia, que la persona que sabe trabajar y ayuda a la comunidad puede cambiar su vida”, dice para luego contar que tiene una hija que radica en Estados Unidos y allá se dedica a preparar comida peruana. Lamenta no haber podido brindarle a ella y a sus otros cinco vástagos una profesión, pero ahora tiene la felicidad de ver a sus nietos en la universidad. “Yo los apoyo lo más que puedo. Esto ha sido posible gracias al comedor y sin esposo. Trabajar aquí me ha dado muchas oportunidades. No solo somos cocineras, también somos promotoras de salud. Desde mi organización ayudamos a los vecinos ante cualquier emergencia”.
Jessica Munive (47)
Comedor Micaela Bastidas
“Tengo un vínculo emocional muy fuerte con este comedor”, afirma Jessica Munive. Y es que su madre, ya fallecida, se dedicó a dirigirlo durante 40 años. Tras el deceso de su progenitora las socias vieron en ella a la nueva presidenta. Sin embargo, eran tantos los recuerdos que venían a su mente que le resultó muy difícil aceptar el cargo. “La veía en todos lados y no podía estar aquí mucho tiempo. A la vez sentía que ella me decía que no deje que este lugar cayera en manos de otras personas ajenas a nuestro vecindario. Tenía sentimientos encontrados”. Su conflicto terminó cuando una de las socias fundadoras se acercó a ella y le recordó el cuarto mandamiento: honrarás a tu padre y a tu madre. Entendió entonces que todos tenemos un determinado tiempo de vida y pudo aceptar la partida de su ser más querido. “Ahora sé que continuar el trabajo de mi mamá es una manera de homenajearla, de honrarla”.
El comedor reabrió sus puertas en 2022, tras la pandemia. Uno de los pendientes más urgentes que dejó la madre de Jessica fueron los arreglos que necesitaba el local. Cuando ella decidió tomar la posta varias de las dirigentes habían fallecido, la reorganización de funciones fue la primera tarea. Tenía algo de experiencia, pues en los últimos diez años había ayudado a su progenitora en la labor como presidenta, pero quedaba mucho por aprender. El comedor Micaela Bastidas recibe ayuda del Estado, pero eso no bastaba. Los costos de agua, luz, gas, entre otras necesidades exigían solución.
“Cuando volvimos a abrir, el techo estaba agujereado, el piso era falso, las cosas que había dentro no tenían buen aspecto. Escuché del servicio que brindaba Cálidda, de sus capacitaciones y fui para enterarme mejor de lo que ofrecían”. Cuando visitaron el comedor y le dijeron que terminarían de construirlo no les creyó. Pero en tres meses la empresa terminó con los acabados del techo, del piso, de la cocina, de los baños, los lavaderos y hasta de la mesa para picar.
Mientras Cálidda trabajaba, desde la vereda de enfrente las mujeres dirigidas por Jessica cocinaban y al mismo tiempo observaban sorprendidas los resultados. Con el doble de comensales que un comedor promedio, entre 180 y 190 personas, los beneficios de cambiar el balón de gas por una conexión de gas natural no se hicieron esperar.
Más que un comedor, el Micaela Bastidas funciona como un restaurante, tiene un menú básico que cuesta S/5, pero también otros que se adecúan a los gustos de sus asiduos concurrentes y van aumentando algunos soles de acuerdo al extra de su preferencia. También poseen un biohuerto que provee de brócoli, apio, orégano y otras hierbas esenciales para sus platillos. Precisamente, uno de ellos, el saltado de sangrecita, fue el ganador del primer programa del teleconcurso “Bueno, bonito, bravazo”.
A pesar de lo conseguido en menos de tres años, Jessica no se duerme en sus laureles. Con sus hijas ya universitarias, la próxima meta es realizar talleres que capaciten a las mujeres del barrio en oficios de rápida salida. “La idea es que aprendamos a cortar el cabello, bordar, tejer. Ofrecer un oficio práctico que genere ingresos para las madres que se sienten desamparadas moral y económicamente. En el comedor he aprendido lo hermoso que es ayudar, pero también que te ayuden”.
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Compromiso y responsabilidad empresarial
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Alineada al Pacto Global y directamente a cuatro ODS, Cálidda impulsa el crecimiento y autogestión de los comedores populares como motores socioeconómicos.
Antes de entrar al nuevo milenio, las Naciones Unidas convocaron al empresariado mundial a adherirse a una iniciativa voluntaria de responsabilidad social nunca antes vista. El Pacto Global, como fue llamado, consta de 10 principios, los cuales se concentran en cuatro aspectos primordiales: derechos humanos, normas laborales, medioambiente y lucha contra la corrupción. Cálidda se sumó a él promoviendo proyectos comprometidos con el pacto y que avancen hacia la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que hacia 2015 se aprobaron.
Con el programa Comedores Cálidda la empresa contribuye directamente a lograr cuatro de los 17 ODS: Hambre Cero, Energía asequible y no contaminante, Trabajo decente y crecimiento económico, y Alianza para lograr los objetivos. Al respecto, Jackeline Tapia, subgerente de sostenibilidad de Cálidda, ahonda en ellos.
“A través de los Comedores Cálidda contribuimos significativamente con la erradicación del hambre y la malnutrición mediante el ahorro que el cambio de matriz energética más limpia y eficiente genera. Esta, a su vez, contribuye en brindarles un mejor acceso a una mayor cantidad de alimentos nutritivos”, precisa.
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Sobre los dos ODS restantes señala que la implementación de capacitaciones y emprendimientos han permitido el crecimiento económico de las lideresas de los comedores populares. También destaca la generación de alianzas como “componente transversal del programa entre entidades públicas, privadas y organizaciones de la sociedad”, las cuales permiten lograr un mayor impacto.
Como ya se ha dicho, luego de la pandemia el programa social de Cálidda tomó un nuevo impulso y pasó a llamarse Comedores Cálidda 2.0. Tapia resume el propósito de esta repotenciación al puntualizar que “representa una oportunidad estratégica para forjar nuevas alianzas, fortalecer el liderazgo de las mujeres que dirigen los comedores populares y ampliar el impacto positivo. Al mismo tiempo, permite a estos espacios consolidar su papel como agentes de cambio, tanto en términos económicos como sociales”.
Desde 2022 Comedores Cálidda 2.0 despliega cuatro líneas de acción clave en infraestructura, salud, desarrollo de negocios y cuidado ambiental. Además de las conexiones gratuitas de gas natural, el programa ha renovado los locales y el equipamiento de los comedores, garantizando entornos de trabajo óptimos para las lideresas y sus equipos. Con el mejoramiento de la alimentación y la calidad de vida de miles de personas, gracias a una dieta nutritiva y balanceada, se ha logrado un impacto positivo en la salud de las comunidades. Además, se han llevado a cabo campañas de prevención contra la violencia y despistajes de anemia.
La orientación estratégica que brinda Cálidda a través de sus aliados ha fortalecido habilidades financieras y de gestión que aseguran la sostenibilidad del progreso en los locales y de quienes trabajan en ellos, generando oportunidades de desarrollo a largo plazo mediante emprendimientos. Finalmente, la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero mediante el uso y promoción de gas natural, la creación de biohuertos y la difusión de prácticas ambientales responsables como el reciclaje, promueven un enfoque integral hacia la sostenibilidad ambiental.
Al término de 2023 ya son 20 los locales que forman parte de Comedores Cálidda 2.0, con ello se ha beneficiado a más 2 mil personas en seis distritos de Lima (San Juan de Miraflores, Carabayllo, Lurín, Ventanilla, Ancón y Villa El Salvador).
La invaluable labor de Cálidda en sus 20 años de existencia recibió en 2021 el reconocimiento de la plataforma Perú por las ODS de Perú Sostenible en la categoría Personas y el premio de Desarrollo Sostenible en la categoría Gestión Social de la Sociedad Nacional de Minería Petróleo y Energía (SNMPE). Posteriormente, en 2023, los Premios Corresponsables y los Premios ProActivo confirmaron el compromiso de Cálidda con el desarrollo de las comunidades más vulnerables.
Luciana Caravedo: “Comedores Cálidda representa un compromiso profundo con la promoción del desarrollo económico y social”
La directora de Sostenibilidad y Reputación de Cálidda ha seguido de cerca el proceso de conexión a gas natural en los comedores. “Siendo consecuentes con nuestro enfoque social, generamos un ahorro de más del 50% en estos espacios de ayuda solidaria”, señala.
Cálidda cumple dos décadas trabajando en la masificación del gas natural y 14 años con Comedores Cálidda. Estos se han posicionado como modelo de desarrollo comunitario sostenible, donde el empoderamiento de las mujeres, la innovación social y la colaboración intersectorial se combinan para generar un impacto transformador en las personas y el medioambiente.
¿Cómo ha evolucionado esta iniciativa desde 2010 hasta la actualidad?
Desde su inicio Comedores Cálidda ha experimentado una notable evolución, adaptándose a las necesidades cambiantes de los comedores y fortaleciendo su impacto en múltiples aspectos. En primer lugar, le damos un mayor enfoque a la capacitación y liderazgo de las mujeres. A lo largo de los años, cada vez hay mayor énfasis en su empoderamiento, brindándoles herramientas para desarrollar también su autonomía económica. Destacamos además la transformación de estas mujeres que son las principales voceras y defensoras del programa. Todo esto no solo ha fortalecido su papel en la operación y gestión de los comedores, sino que ha contribuido a una mayor equidad de género en las comunidades.
¿Con qué dificultades tuvo que lidiar Cálidda para hacer realidad este programa?
Como todo cambio, al inicio hay un proceso de adaptación. Cuando se hizo la migración al gas natural, abocamos esfuerzos en explicarles a las lideresas los beneficios del nuevo servicio. Asimismo, en el diseño y ejecución del programa, priorizamos que cada una de sus voces sean escuchadas para atender sus necesidades. Nuestro enfoque era lograr que el sistema que habíamos diseñado refleje el ideal que ellas tenían para sus comedores, avanzando así hacia la sostenibilidad de este. Otro reto fue el abordaje de las barreras socioeconómicas que, en ocasiones, afectaba su participación. Para citar algunos ejemplos, la falta de acceso a recursos o la carga de responsabilidades en casa. A pesar de ello, nos adaptamos y buscamos soluciones.
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En cuanto a la estrategia de sostenibilidad, ¿cuál considera que es el aspecto más relevante?
Tenemos como propósito generar progreso y mejorar la calidad de vida en las comunidades donde operamos. En este marco, el pilar “Transformando nuestra ciudad” sirve como un enfoque fundamental para impulsar el cambio positivo y el desarrollo sostenible a nivel local. Dentro de este contexto, el programa de Comedores Cálidda no solo proporciona alimentos nutritivos a las comunidades vulnerables, también representa un compromiso profundo con la promoción del desarrollo económico y social. La adopción del gas natural en los comedores ha significado un cambio transformador. Esta energía, reconocida por su seguridad, bajo costo y limpieza, ha mejorado las condiciones de trabajo de quienes trabajan en los comedores, generando confianza. Asimismo, ha impulsado nuevas prácticas en la preparación de alimentos, mejorando la eficiencia y calidad del servicio, creando nuevas oportunidades económicas para mujeres y comunidades locales.
¿Cómo califica el tema de las alianzas dentro de Comedores Cálidda?
Es importante resaltar que el éxito del programa tiene como base sólidas alianzas estratégicas entre el sector público y privado. Estas colaboraciones han ampliado el alcance del programa y garantizan el acceso continuo al gas natural y otros recursos, necesarios para la operación de los comedores, asegurando así su sostenibilidad a largo plazo. Por ejemplo, la alianza con el programa A Comer Pescado del Ministerio de la Producción ha facilitado que los comedores compren esta carne a precios módicos, además de capacitar a las lideresas en preparaciones nutricionalmente beneficiosas. Por otro lado, Mibanco ha proporcionado capacitaciones en educación financiera y herramientas digitales.
¿Qué aspectos del trabajo de las mujeres de los comedores le han impactado?
Su capacidad para superar obstáculos y seguir adelante, incluso en las circunstancias más difíciles, es verdaderamente inspiradora. Más allá de proporcionar alimentos —que ya de por sí es un trabajo noble— estas mujeres son verdaderas líderes comunitarias. Me sorprende su habilidad para abordar, no solo cuestiones del comedor, también aspectos como la educación, la salud y la sostenibilidad ambiental. Son agentes de cambio que promueven prácticas sostenibles y protegen el ambiente, creando un impacto positivo y duradero.
DATO
8 millones de soles es el ahorro que han obtenido a la fecha los comedores populares que utilizan gas natural.

Energía saludable para un verdadero cambio
Los resultados del programa social impulsado por Cálidda evidencian las ventajas del gas natural así como los efectos positivos de sinergias que apuntan al desarrollo comunitario.
El cambio de matriz energética implementado hace 20 años ha favorecido a más de 1,700 comedores populares de 26 distritos de Lima y Callao. De esta manera, se ha beneficiado a más de 75 mil personas que diariamente se alimentan en estos centros. Estos son los números generales de los logros en cada una de las líneas de acción del programa que promueve energía económica, segura y moderna.
Uno de los más importantes habla del significativo ahorro de más de 8 millones de soles gracias al uso de gas natural a un costo social, según un estudio elaborado entre 2010 y 2022. Por otro lado, según el Índice de Progreso Social realizado por Centrum PUCP en 2020, los comedores populares conectados a gas natural mejoran su puntuación en la escala de desarrollo, debido al aporte de esta energía a la economía, calidad de vida, infraestructura, seguridad y salud.
A la fecha se ha capacitado al menos a 7,600 mujeres en temas de nutrición, higiene, cuidado del agua, empoderamiento femenino, liderazgo y desarrollo de negocios como parte de la estrategia de desarrollo de Cálidda. En la misma línea, se ha liderado la implementación de ocho emprendimientos creados por las socias comunales con la asesoría de voluntarios de la empresa distribuidora de gas. En cuanto al cuidado del medioambiente, la mitigación de 1,041 toneladas de CO2 por el uso de gas natural en contraparte con el GLP, kerosene o leña da cuenta de las ventajas de este combustible.
Sin duda, el crecimiento del programa y su éxito ha sido posible gracias a la eficaz sinergia entre Cálidda y sus aliados, lo que ha permitido el acceso a recursos y conocimientos que fortalecen tanto la calidad del servicio como la sostenibilidad económica del programa. A la fecha son 20 los comedores populares que ya cuentan con infraestructura renovada, solo posible con el apoyo de TECHO Perú y Cerámica San Lorenzo. Estos benefician a más de 1,200 personas y están ubicados en los distritos de San Juan de Miraflores, Carabayllo, Lurín, Ventanilla, Villa El Salvador y Ancón.
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CAPACITACIONES Y MEDICIÓN DE RESULTADOS
Con Clínicas Auna se llevó a cabo charlas preventivas sobre el cáncer de mama a lideresas de comedores populares de Villa el Salvador. En el marco del Programa Nacional A Comer Pescado del Ministerio de la Producción (Produce), Cálidda llevó a cabo 56 talleres sobre el valor nutricional del pescado y su uso adecuado. Esta iniciativa logró convocar a 468 comedores populares y 826 ollas comunitarias, beneficiando a un total de 2,912 socias. Al cierre de 2023, de la mano de Mibanco, entidad financiera con quienes se realizaron 14 talleres presenciales, más de 1,300 lideresas fueron capacitadas en herramientas financieras y digitalización. El compromiso con fomentar la autosuficiencia de los comedores populares y promover hábitos sostenibles en la comunidad se ha visto reflejado con la puesta en marcha de 12 biohuertos y la formación especializada sobre prácticas de cultivo y cuidado de hortalizas como parte de Comedores Cálidda 2.0.
Para medir el impacto real de estas acciones en las comunidades donde se ha trabajado, Cálidda utiliza el indicador del Retorno social de la inversión o SROI. La herramienta mide el valor de los beneficios sociales con relación a los costos incurridos para obtener dichos beneficios. En este caso en particular por cada dólar invertido en iniciativas sociales como Comedores Cálidda se crea un valor social promedio en el entorno de US$1.87 dólares, materializados en la mejora de aspectos relevantes como alimentación, salud, educación e infraestructura.
DATO
1300 lideresas han sido capacitadas en educación financiera a lo largo de 14 talleres realizados.
En alianza con el Programa a Comer Pescado del Ministerio de la Producción, se entregó más de 25 Tn. de productos en 675 comedores.

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