Nunca bajó la guardia. La profesora agradeció a cuantos iniciaron su búsqueda ni bien se reportó su desaparición. "Es como volver a vivir", remarca.
Nunca bajó la guardia. La profesora agradeció a cuantos iniciaron su búsqueda ni bien se reportó su desaparición. "Es como volver a vivir", remarca.

“Mi familia no quería que sea profesora. Se oponían porque, en la época que yo estudié, la crisis educativa era terrible. Querían que estudie cualquier otra carrera menos Educación, pero era mi vocación; siempre me gustó enseñar. Incluso recuerdo que de niña mi juego era la escuelita y siempre la hacía de maestra. Cuando yo enseño, disfruto lo que hago con mis chicos y sobre todo enseñar con valores. Eso es Gloria Machuca”.

Gloria Machuca: La maestra que venció la adversidad

Así se inicia la conmovedora historia de una heroína, Gloria María Machuca Chinchay (50), la profesora que sobrevivió ocho días perdida en la sierra de Huaura tras una caída que sufrió mientras regresaba del colegio donde enseñaba.

La conocimos sentada en una silla de ruedas y con la cánula adherida a su mano. La profesora (a secas) —como le dicen sus pequeños— ingresó al auditorio del Hospital Essalud Alberto Sabogal Sologuren, donde la esperábamos para escuchar con atención la travesía que vivió entre la maleza, los insectos, el hambre, la sed y el implacable frío de esos interminables días.

UN MILAGRO

El 31 de marzo, Gloria salió de la I.E. 20953 Paracas, en el centro poblado Paracas, distrito de Ámbar, provincia de Huaura, hacia la ciudad de Huacho, luego de cumplir su primer mes enseñando en dicho colegio.

“Cuando me nombraron en Paracas, me fui con todo. Sabía que la carretera era accidentada y me propuse no bajar continuamente, sino mensualmente. Paracas está aislada. Mi pedido era una antena de Internet y paneles solares”, cuenta a Perú21.

Aquel día, bajaba a Huacho para cumplir con su semana de gestión pedagógica. Fue alrededor de las 4 de la tarde, hora en que la lluvia caía fuertemente en la zona. El camino era agreste, rocoso y nublado. De pronto, Gloria resbaló y cayó unos 20 metros por una pendiente, y terminó con varias contusiones en su cuerpo.

Tras despertarse del desmayo y aún con el miedo, revisó su mochila para ver si había algo que la podía ayudar. La laptop que llevaba consigo quedó destrozada luego de que soportara la caída sobre su espalda y la salvara de un peor accidente.

Aceptó que pasaría la primera noche a la intemperie y rodeada de los insectos que atrae la oscuridad. La voluntad de sobrevivir la obligó a racionar las únicas fuentes de alimento que tenía: una barra de chocolate, un pedazo de queso y varias papas que una mamita de los alumnos le había regalado. Para calmar la sed, tuvo que arrastrarse hasta un río que quedaba a unos metros y, por medio de unas bolsitas, recoger algo para beber.

“Donde he caído ahí me he quedado hasta que he despertado. Ya no podía caminar, no podía moverme y lo único que hacía era arrastrarme. La preocupación de que anochecía y amanecía hacía que avance un poco, pero era sentada y gateando”, recuerda.

En paralelo a lo que atravesaba Gloria, un grupo de comuneros y familiares había iniciado su búsqueda en los montes. Además, en Carabayllo (Lima), una de sus hijas dio la alerta a una emisora local sobre la desaparición de su madre y rogaban a Dios de que pueda ser encontrada sana y salva.

Mira: Inspectoría de la PNP separa temporalmente a Harvey Colchado de la Diviac

Pasaban los días y los gritos de ayuda se los llevaba el viento. Gloria abrió su mochila y utilizó todo lo que pudiera encontrar como una herramienta de auxilio. Pese a que le dolía el cuerpo, avanzaba poco a poco y dejaba rastros de ella, como zapatillas, medias, entre otros, para que alguien pueda dar con ella. Uno de los objetos que terminó por darle una luz de esperanza fue un mensaje que escribió sobre una tabla de picar de plástico que tenía en su mochila.

“Ayer bajé de Paracas, me caí y me perdí, ayer dormí en el monte. Por favor, quien lea esto venga ayudarme y dé aviso a defensa civil para que me rescate, no puedo caminar y nadie pasa por aquí y estoy cansada de gritar, pero nadie me escucha”, decía.

Fue así que el personal de Rescate de la Policía y vecinos de la zona escucharon sus gritos de auxilio y la ubicaron la tarde del 7 de abril. Si bien logró sobrevivir con chocolate, queso y papa, había algo más importante. Gloria se aferraba a una promesa que les hizo a sus alumnos: la próxima vez que llegara al colegio les llevaría camas nuevas para que puedan descansar.

AMOR POR LA DOCENCIA

El colegio Paracas queda en un lugar alto de las montañas, es pequeño, con una infraestructura bastante humilde, sin servicios básicos ni Internet. El camino para llegar a la escuela no es nada fácil. Tan solo de Huacho al distrito de Ámbar son dos horas de viaje en carretera. De ahí, el segundo destino es el centro poblado de Anay; el último tramo, al C.P. Paracas, es el más difícil. La zona es agreste, rocosa y con neblina.

Desde este año, Gloria fue nombrada para enseñar en dicho local, donde cinco pequeños son sus alumnos. Victorio, Neimar, Juan, Esmeralda y un pequeño más no pasan de los 10 años. Victorio y Neimar viven en el centro poblado Siglo, a 30 minutos del colegio; los otros tres menores se quedan a cargo de Gloria ya que sus casas quedan más lejos y no pueden ir y venir todos los días. Los domingos sus padres llegan para lavar su ropa y visitarlos.

“Los he recibido con todo el cariño, con todo el amor, porque son niños que el año pasado no habían terminado de estudiar y los niños que se encuentran ahí tienen un nivel muy bajo de enseñanza. Exijo que nos coloquen una antena de Internet para que el maestro que esté ahí se quede y no tenga la necesidad de estar bajando continuamente. No tengo problema en quedarme dos o tres meses trabajando con mis niños”, sostuvo.

Aunque su familia se muestra en contra de la decisión tan arriesgada que toma, la respetan y se sienten orgullosos de lo que hace por los que menos tienen. “Yo, la verdad, ya no la contaba. No sé cómo ha sobrevivido mi esposa. Es un milagro”, dijo a este diario Franklin Sernaqué Checa (55), esposo de Gloria. Ella hace realidad sus sueños: ser maestra de escuela.

Perú21 ePaper, y pruébalo gratis

VIDEO RECOMENDADO

Representante de Embajada de México en Perú: “México está enfrentándose a un fenómeno migratorio”