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Crónica21: La distancia que nos separa, nos reta y nos enseña
Alumnos, profesores y padres se enfrentan a una situación inédita: llevar adelante un programa de educación a distancia en plena pandemia del coronavirus, pese al poco tiempo que han tenido para adaptarse y las enormes brechas sociales y económicas.
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“Nunca he estudiado computación. La necesidad me ha obligado a actualizarme, pero trabajo con muchas profesoras que no saben prender una computadora. Estamos abiertos a la capacitación, a que nos ayuden, porque la pandemia del coronavirus nos ha tomado a todos por sorpresa”.
La cita es de Ángela Navarro, quien dirige desde hace 16 años la Institución Educativa Inicial N°338 - 4 de noviembre de Quillabamba, una ciudad de 30 mil habitantes a 250 kilómetros al norte del Cusco. Debido a la cuarentena nacional, ningún alumno asiste a la escuela. Desde las 6 de la mañana, Ángela verifica que las maestras envíen al WhatsApp de los padres las actividades para que sus hijos las desarrollen en casa y que luego ellas revisarán. Pero ahí donde ningún recurso sobra, aparecen los problemas en cada detalle.
“Algunos padres no tiene smartphone y hay que llamarlos para decirles las tareas”, cuenta. “Una madre de familia me contó que su televisión se malogró cuando su hijo estaba siguiendo una clase de Aprendo en Casa. Cuando encendió la radio para que continuara, estaban transmitiendo una lección distinta a la de TV. Nosotros ayudamos a los alumnos como nos es posible, pero también a los padres”.
Debido al aislamiento social por el nuevo coronavirus COVID-19, el 6 de abril comenzó el año escolar para ocho millones de estudiantes de todo el Perú, obligados a seguir sus clases a distancia si las condiciones lo permiten. Para remontar esta dificultad, el Ministerio de Educación (Minedu) lanzó el programa multiplataforma Aprendo en Casa. Además de una página web con actividades, a diario se suceden programas de poco más de 30 minutos en televisión y radio para cada grado en todo el país por la señal del Estado.
“El currículum nacional trabaja el desarrollo de competencias, pero debido a las circunstancias excepcionales asumimos que no todas podrán desarrollarse este año”, explica Patricia Andrade, viceministra de Gestión Pedagógica del Minedu. “Para avanzar con el año escolar, hemos seleccionado aquellas que sí podemos trabajar a distancia con Aprendo en Casa. Además, contamos con el apoyo de los docentes que se han organizado para abrir los canales necesarios para llegar a la comunidad de estudiantes”.
Nueva realidad de golpe
“Yo aún siento la diferencia”, cuenta Fabián (16), que cursa quinto de secundaria en un colegio privado de Chorrillos. “Con las clase virtuales se nota que hay menos horarios, que los profesores se sienten presionados por el tiempo y no pueden enseñarnos todo lo que quisieran”.
Aunque valora que sus padres están más involucrados con su vida académica, Fabián sabe que su último año de escuela ya no será lo que imaginaba: sin ir a clase, sin viaje ni fiesta de promoción. Tampoco sabe cuándo volverá a juntarse con sus amigos, algo fundamental y propio para un chico de su edad.
El psicólogo educacional Santiago Cueto explica que la prioridad hoy no es el aspecto académico, si se aprueba o no un curso, sino el bienestar y la estabilidad emocional de los estudiantes. “Hay que termina con ese divorcio que existe entre la casa y el colegio”, explica. “Hoy más que nunca, los padres deben involucrarse con la educación de sus hijos y afianzar la sensación de unidad familiar”, señala.
“Yo extraño ir a clases, pero me gusta que mis papás me ayuden con las tarea”, cuenta Esmeralda (12), quien acaba de comenzar su educación secundaria en la Gran Unidad Escolar Leoncio Prado de Huánuco. “No podemos salir a la calle por el COVID, pero ir a la escuela también es peligroso porque te pueden raptar. En mi casa me siento segura”.
“Yo siento que ahora hay mayor unión familiar”, dice Victoria Godoy, madre de Esmeralda. Desde hace un mes, intercala las tareas domésticas con ayudar a sus tres hijos que aún están en el colegio. En casa no tienen televisión, pero siguen los programas del Minedu por radio. Y cuando uno de ellos deja la computadora, otro toma su lugar. Como ocurre hoy en la mayoría de hogares, la actividad no da descanso a los padres, que hoy más que nunca deben ser también maestros. “Ahora mis hijos me hacen más preguntas que cuando iban al colegio”, cuenta Victoria. “Y yo tengo que estar ahí para ayudarlos”.
Hasta el último rincón
Radio, televisión y web; grupos de WhatsApp, llamadas a casa de los padres, asesoría y acompañamiento a la distancia con los estudiantes. El esfuerzo del Minedu y de cada docente por llevar educación a cada alumno es notorio, pero algunos aún siguen esperando.
“Extraño a mis profesores. No he ido al colegio este año”, dice Jack (9) desde la comunidad nativa Nueva Alianza, en el distrito de Urarinas en Loreto. La población decidió aislarse desde el inicio de la pandemia del coronavirus. Nadie sale y nadie entra, pero no hay profesores en la comunidad.
Jorge López, presidente de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente (Orpio), contó a Perú21 que solo en la región hay más de 300 comunidades nativas en zonas de frontera que no tienen acceso a radio, televisión o Internet, y donde apenas llega la señal telefónica. “Si no encontramos rápido una solución, los niños que viven ahí van a perder el año escolar”, dice.
El Gobierno ya anunció la compra de más de 800 mil tablets con Internet y material educativo para estudiantes de zonas rurales. Se estima que serán distribuidas desde mitad de año. Las dificultades para implementar un programa a distancia en el corto plazo no solo habla de la brecha digital en el Perú, sino de una histórica brecha socio-económica que siempre se hace notoria en situaciones de emergencia.
“Pese a los problemas, la primera foto de Aprendo en Casa ha sido positiva”, explica la viceministra Andrade. “La web ya registró 5 millones de usuarios. En TV ya usamos lenguaje de señas, que fue un justo reclamo que se nos hizo al inicio. Ya comenzamos y no podemos parar, pero sí podemos identificar las limitaciones según aparezcan y darles solución”, promete.
“Falta interacción entre alumnos y estudiante”
Perú21 conversó con Alberto Patiño, especialista de educación a distancia y docente de la Universidad Católica del Perú sobre la aplicación del programa Aprendo en Casa, de sus alcances y limitaciones:
¿Qué debe tener formalmente un sistema de educación a distancia?
Primero, la educación a distancia como tal debe ser bidireccional. El profesor y el alumno deben poder interactuar a través de una plataforma. Segundo, se debe contar con recursos a disposición las 24 horas del día. Tercero, no se trata solo de impartir clases a través de radio y TV, sino de proponer actividades de aprendizaje para desarrollar en casa. Cuarto, esta educación debe calificar y certificar. Se debe contar con especialistas en la materia para hacer acompañamiento.
¿Cómo evalúa el esfuerzo del Minedu a través del programa Aprendo en Casa?
Con el poco tiempo que han tenido para hacerlo, lo considero un esfuerzo loable, pero los gobiernos, en los últimos 20 años, han sido negligentes con este tema. Había evidencia sólida de la necesidad de un sistema de educación a distancia que nunca se llegó a desarrollar. Por eso, la pandemia tomó al Minedu sin estar preparada para esto. Aprendo en Casa no está ofreciendo una interacción adecuada entre alumnos y maestros. Eso es lo primero que se debe corregir.
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