Tras seis meses, la cifra de contagios da aliento y esperanza a población

Mañana se cumplirán seis meses desde que se confirmó la presencia del paciente cero en nuestro país. Aquel 6 de marzo fue el inicio de un cambio radical en la vida de todos, pues, padecimos una serie de idas y reveses intentando adaptarnos a convivir con un virus y ya van 184 días en esa tarea.

Sin embargo, a estas alturas hay varios hechos que nos llenan de aliento para seguir resistiendo, para respetar las normas de bioseguridad y superar juntos como país esta difícil etapa.

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HITOS DE LA PANDEMIA

Para Marco Loret de Mola, fundador de Matlab, uno de los primeros hitos de esta crisis sucedió en la última semana de abril, cuando el Estado empezó a aplicar 20 mil pruebas de descarte del COVID-19 diariamente, pues esto significó el inicio de una estrategia para identificar realmente cuánto nos estaba afectando la enfermedad.

“Un segundo hito fue cuando llegamos al primer récord de positividad en la primera semana de junio, con un 24%. Luego llegamos a las 200 muertes diarias, según los datos oficiales. Y un último hito numérico es que en agosto hubo un nuevo pico de positividad con 28%”, comentó Loret de Mola.

Sin embargo, las cosas han empezado a mejorar, ya que durante los últimos días, según acotó el experto, las cifras han ido bajando y el porcentaje de positividad ha caído al 25%; es decir, una de cada cuatro personas está contagiada. “Si bien son buenas noticias, se deben tomar estos resultados con cautela y sin triunfalismos, puesto que continuamos en un alto rango de contagios. La OMS considera que los países deberían aspirar a tener un 5% de positividad y necesitamos seguir cuidándonos para lograrlo”, indicó Loret de Mola.

Es decir, debemos continuar usando mascarilla, careta facial, evitando aglomeraciones y visitas familiares. Medidas impensadas antes de esta crisis pero que ahora son imprescindibles para proteger nuestra salud y la de nuestros seres queridos.

El jefe de la Oficina de Epidemiología del Hospital Cayetano Heredia, Carlos Medina, consideró que la gestión para controlar la curva de contagios ha sido muy lenta. “La pandemia nos agarró con un sistema de salud colapsado. Enfrentamos por dos años consecutivos epidemias de Guillain-Barré, y las unidades de cuidados intensivos desde entonces ya se desbordaban”, comentó el infectólogo.

La crisis resaltó las deficiencias de la infraestructura de salud del país al igual que la carencia de recursos humanos. “Por eso el Gobierno optó por la estrategia Yo Me Quedo en Casa e intentó construir e implementar nueva infraestructura de manera rápida, imitando las medidas que tomaron en China y que allá dieron resultado. Sin embargo, en Perú los procesos son mucho más lentos y nuestra población no es tan disciplinada. Era una estrategia que estaba condenada al fracaso”, apuntó Medina.

En ese sentido, la socióloga y docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM) Soledad Escalante explicó: “La mayor cantidad de la población peruana está acostumbrada a no seguir reglas. Se cumplen solamente cuando hay fuertes sanciones y, aún así, se busca la manera de burlar las órdenes. Este comportamiento es muy inmaduro, se cree que, por hacer aquello que nos prohíben, somos superiores a la autoridad”.

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TARDÍA REACCIÓN

Conforme fueron pasando los días desde que el presidente Martín Vizcarra ordenó mantenerse en cuarentena, la población empezó a salir paulatinamente a las calles pues no todos podían quedarse confinados sin trabajar. Otros tantos salían a reunirse con sus amigos, familias y participar de reuniones sociales. Hubo grupos de personas que se organizaron para volver caminando a sus lugares de origen porque ya no podían financiar su estancia en una ciudad ajena.

Durante todo ese tiempo, el Gobierno optó por dar conferencias informativas que poco a poco se hicieron más intermitentes. Y hace algunos días recién lanzaron una campaña de concientización.

“Se pudo haber actuado antes, fue una respuesta tardía. Nuestra población no es de prestar atención a largas informaciones. Por eso se debió advertir antes los grandes riesgos que se corren desde el inicio de la pandemia”, consideró Escalante.

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Por otro lado, el infectólogo Carlos Medina advirtió que el Estado se debe preparar para una posible epidemia de bacterias resistentes pues, debido al uso de antibióticos muy potentes para tratar el COVID-19, la resistencia antibacteriana se ha incrementado bastante.

“Debemos cambiar nuestro chip. El Estado tiene que preocuparse por mejorar el sistema sanitario y poder brindar una atención de calidad a los pacientes. Tanto el personal de salud, la ciudadanía como los funcionarios deben sumar al cambio”, finalizó.

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