Combate naval de Angamos, óleo de Thomas Somerscales.
Combate naval de Angamos, óleo de Thomas Somerscales.

Nada enorgullece más a la humanidad que un hombre que se sacrifica por los demás, y nada enorgullece más a un peruano que y sus hombres enfrentando solos a toda una marina enemiga por defender a su país.

Miguel Grau Seminario es uno de los más grandes y mejores ejemplos de sacrificio que desde niños nos han inculcado. Pero su legendaria caballerosidad es el legado que también nos dejó, de una época en la que, hasta en el horror de la guerra, se podía mantener el honor.

Miguel Grau Seminario en 1874 (Difusión)
Miguel Grau Seminario en 1874 (Difusión)

Natural de Piura, el también diputado de la provincia de Paita, quien actualmente sería llamado congresista, tuvo que dejar en espera su cargo político para cumplir con un deber más grande: defender nuestro país.

Al mando de emblemático monitor Huáscar, este hombre se encargó de paralizar a la escuadra chilena, impidiendo la invasión del suelo peruano desde el sur y equilibrando la balanza de la guerra con miras a un acuerdo de paz.

El monitor Huáscar con pabellón peruano en 1879 (Instituto de Estudios Históricos Marítimos del Perú)
El monitor Huáscar con pabellón peruano en 1879 (Instituto de Estudios Históricos Marítimos del Perú)

"El Huáscar, por la pericia de su comando, burlaba a la escuadra enemiga y detenía la invasión. La guerra quedó estabilizada entre mayo y octubre de 1879. La rapidez y eficiencia del Huáscar fueron el factor dominante en esta etapa", Jorge Basadre.

Para capturar al Huáscar y acabar con sus ya famosas correrías, Chile tuvo que poner en alarma constante el servicio de comunicaciones telegráficas entre Valparaíso y Antofagasta. Además de mejorar las granadas y aumentar la velocidad de sus blindados.

Al amanecer del 8 de octubre de 1879, cerca a las costas del puerto de Angamos, el Huáscar y la Unión fueron avistados por una de las patrullas en las que se había dividido la escuadra chilena, conformadas por el Blanco Encalada, el Covadonga y el Matías Cousiño. El intento de huida se vio afectado por la aparición del resto de la escuadra chilena: El Cochrane, el O'Higgins y el Loa.

El Huáscar se quedó a enfrentar a las seis naves enemigas y permitió que la Unión escapara. Esa sería la última de sus hazañas, el temido monitor, su implacable almirante y todos sus valerosos hombres, escribieron una página más de nuestra historia, y grabaron este día como uno de los más importantes de recordar por todo peruano.

Cubierta del Huáscar luego de ser capturado  (Colección Patricio Greve)
Cubierta del Huáscar luego de ser capturado (Colección Patricio Greve)

"El 8 de octubre el Perú perdió al Huáscar y las esperanzas de paz quedaron desvanecidas. Era sólo un buque, y él solo había reducido a la escuadra chilena a la impotencia (...) El problema inmediato del Perú era intentar la resurrección de su marina. Aún suponiendo que lo lograra, difícil sería tener otro Grau. Hombres como él son raros en todas partes", Isaac Christiancy, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos al Perú.

Cabe recordar que, junto al almirante, otros valerosos hombres se encontraban a bordo del Huáscar, como es el caso Diego Ferré Sosa, teniente primero y fiel ayudante de Grau, con quien compartió la muerte esa mañana. También Elías Aguirre (segundo en tomar el mando), José Melitón Rodríguez (tercero en tomar el mando) y Pedro Garezón (cuarto en tomar el mando).

Veteranos sobrevivientes del monitor Huáscar (Difusión)
Veteranos sobrevivientes del monitor Huáscar (Difusión)

Fue Pedro Garezón quien, ya herido, mandó a los maquinistas ingleses abrir las válvulas para hundir el monitor, acciones que fueron impedidas por los chilenos luego de abordar la nave. No puede ignorarse también la participación de hombres que, aun cuando no habían nacido en el Perú, no dudaron en ponerse a su servicio. Fue, el caso de Samuel Mac Mahon, ingeniero de máquinas del Huáscar y los maquinistas Tomas Wilkings, Tomas Hughes, Richard Treneman, entre otros.

Toda la tripulación, bajo el mando del almirante caballero, decidió afrontar su destino con un valor que, al día de hoy, es quizá inimaginable para muchos.