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Colección del Bicentenario 200 años de la Economía en el Perú: La exitosa agroexportación y la creciente frontera agrícola
Obras que se plantearon en las primeras décadas del siglo XX han permitido desarrollar la agricultura en la árida costa al punto de permitirnos tener hoy un importante lugar como productores mundiales.
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Los arándanos, la palta Hass, los espárragos, las uvas y los mangos son solo algunos de los productos que han protagonizado el despegue de las agroexportaciones peruanas en los últimos 20 años. Algunos de estos alimentos ya eran producidos por la agroindustria peruana desde antes de que se iniciara el siglo XXI, pero otros, como los arándanos, recién comenzaron a cultivarse en la última década.
Hoy, incluso con la pandemia del COVID-19 en un pico alto, es certero mencionar que el sector agroexportador no solo no ha sido golpeado, sino que ha sido uno de los sectores que más ha crecido, contribuyendo a la generación de empleo y al sostenimiento del Estado a través del pago de impuestos.
Son estos mismos alimentos los que permitieron que en 2019, el año previo al inicio de la pandemia, las agroexportaciones sumaran US$7,462 millones, un 6.1% más que en 2018, y estuvieron compuestas mayormente por productos no tradicionales, es decir, con valor agregado. De esa manera, paltas, arándanos, uvas y espárragos, tanto frescos como en conservas y congelados, junto a otros, significaron el 90% de los envíos. El 10% restante correspondió a envíos tradicionales.
Al año siguiente, la crisis internacional y el cierre de fronteras debido a la pandemia afectaron severamente el comercio exterior, incluyendo los envíos peruanos, que sumaron US$39,311 millones, disminuyendo así 15.3% respecto al año anterior. Sin embargo, las agroexportaciones tuvieron mejor suerte, pues en 2020 alcanzaron los US$7,550 millones. De este monto, US$ 4,061 millones, más de la mitad de los despachos, correspondieron a frutas, que fueron las más comercializadas. Este crecimiento contribuyó a que el Perú mantuviera su posición en el mercado internacional como el primer exportador mundial de arándanos y el segundo de paltas. Los cinco principales destinos fueron Estados Unidos, Países Bajos, España, Reino Unido, Ecuador, Chile, China, Colombia, Hong Kong y Canadá.
En cuanto al empleo generado por las agroexportaciones, entre 2019 y 2020 aumentaron en más de 50 mil los puestos de trabajo, creciendo de 1'671,803 plazas a 1'726,832. Esta situación fue seguida por una mejora en los primeros cuatro meses de 2021, cuando se observó una recuperación respecto a los niveles previos a la pandemia. Según datos de la Asociación de Exportadores (Adex), en ese periodo se contaron 433,979 puestos de trabajo directos, indirectos e inducidos, un 17.7% más que en el mismo periodo de 2019 y se explicaron principalmente por la mayor cantidad de envíos de los superfoods, como la quinua, la chía y la cañihua.
En el contexto de la pandemia, alimentos a los que se les asocia propiedades contra enfermedades respiratorias tuvieron una mayor demanda. Aumentaron los envíos de kion, cebolla y ajo, con ventas por US$109 millones, US$97 millones y 27% millones, respectivamente. Estos montos significaron crecimientos de 146.4%, 12% y 48%, en cada caso.
Extraordinario desempeño
“Las cifras son muy importantes y nos demuestran que el sector se recupera rápidamente. A fines de este año 2021 esperamos un incremento de las agroexportaciones del 7% aunque es una proyección muy conservadora”, explica la gerenta de Agroexportaciones de Adex, Susana Yturry.
Estos altos números en valores exportables no son coincidencia. “El sector agroexportador es una historia de éxito en el Perú. A diferencia de sectores criticados por no emplear mucha mano de obra, el agroexportador es intensivo en ese sentido, incluso, se caracteriza por emplear y empoderar a muchas mujeres. Como su producción es dirigida básicamente al mercado exterior, donde hay mucha competencia y medidas restrictivas, es un sector que debe cumplir con los mayores estándares internacionales de medio ambiente y de respeto a los derechos del trabajador”, comenta Patricia Teullet, exgerente general de Comex Perú.
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El sector ha pasado por un periodo de dos décadas de crecimiento y posicionamiento internacional, el cual requeriría asumir nuevos desafíos para mantener el paso, tanto a nivel de producción como de generación de empleo. El presidente de Comex Perú, Juan Fernando Correa, señala que “uno de los grandes retos es que haya una visión conjunta de autoridades y privados sobre las reales posibilidades que tiene el crecimiento de la agroexportación. Es hora de que todos juntos nos creamos que acá podemos ser primeros como exportadores de muchos productos y, así, dar empleo a miles de personas”.
Riego: aprender de la historia
El gran desarrollo de la agroindustria se debe a varios factores que la hicieron posible. Parte fundamental es la que componen la infraestructura y las técnicas de riego.
Entre los más conocidos proyectos de irrigación destacan Majes Siguas (Arequipa), con su primera etapa concluida y la segunda paralizada hasta 2021; Chavimochic (La Libertad), con dos etapas concluidas y una tercera en ejecución; y Olmos (Lambayeque), ya finalizado.
Majes Siguas se ubica en la provincia de Caylloma, Arequipa. Su ejecución comenzó el 3 de octubre de 1971 con el objetivo de impulsar la actividad agrícola y agroexportadora del sur del Perú, así como desarrollar una plataforma energética. La primera etapa fue desarrollada con inversión pública de aproximadamente US$1,200 millones. Sin embargo, semejante obra no tuvo un impacto acorde a su magnitud y quedó como un ejemplo de lo que no debe hacerse, según explica el empresario agrícola Fernando Cillóniz.
“La primera etapa de Majes Siguas fue un fracaso si medimos valor de producción versus inversión del Estado. Este proyecto endeudó al país de una forma impresionante. Además, no se subastó; se sortearon pequeñas parcelas de cinco hectáreas y se consolidó el minifundio. Y por eso fue un fracaso político, económico y social”, opina Cillóniz.
Buenos ejemplos: Chavimochic y Olmos
La realidad de la primera etapa de Majes Siguas contrasta con la de los proyectos de irrigación Chavimochic (La Libertad) y Olmos (Lambayeque), a través de los cuales sí se subastaron tierras para el desarrollo masivo de cultivos y de empleos por parte de la agroindustria peruana Chavimochic contaba, a 2021, con dos etapas concluidas y una tercera en ejecución, mientras que Olmos comenzó a operar en 2014 y comprometió una inversión de US$2,409 millones para desarrollar 23 hectáreas y 17 cultivos.
“Ambas han sido un éxito no solo porque el Estado está recuperando su inversión, sino que está generando inversión, empleo y desarrollo social. Yo participé como promotor de la subasta de Olmos y contamos con un estudio de lo que se debía hacer, que era tomar el camino de Chavimochic”, explica Cillóniz.
En el caso de Olmos, el sistema de subastas permitió instalar cerca de 20 mil hectáreas con sistemas de riego modernos. “Ha pasado de ser un desierto a ser un polo de desarrollo extraordinario y de generación de empleo”, destaca. La consultora Maximixe estimó que en 2019 Olmos generó 391 mil empleos directos, indirectos e inducidos a nivel nacional, de los cuales 49,800 fueron trabajos agrícolas en la región Lambayeque.
La historia de Olmos se remonta al oncenio del presidente Augusto B. Leguía. Él planteó el desarrollo de ese proyecto en 1924 y para ello requirió de los estudios del norteamericano Charles Sutton. Estos personajes creían en la irrigación como una vía para impulsar la agricultura en las tierras áridas y eriazas de la costa peruana.
Sutton realizó varios estudios con ingenieros peruanos y ello les permitió ejecutar grandes obras de irrigación como Imperial, Sechura, La Chira y La Esperanza, que, en conjunto, permitieron irrigar más de 34 mil hectáreas.
Alfonso Bustamante, empresario agrícola y expresidente de Comex Perú, subraya que una de las pruebas del éxito de Chavimochic es que este proyecto ha posicionado a La Libertad como un polo agroexportador, lo cual no se vio con Majes Siguas en Arequipa.
Por ese motivo, considera que las autoridades de Arequipa deben evitar que el desarrollo de la segunda etapa de Majes Siguas transite por el mismo camino: “¿Harán otra vez exclusivamente parcelas pequeñas para satisfacer a los arequipeños o se incorporará a la gran empresa que necesita economía de escala, que puede hacer reservorios y que son más eficientes en cuanto al consumo de agua”.
Bustamante destaca que proyectos como Olmos y Chavimochic pueden impulsar la producción de miles de hectáreas de cultivos para atender el mercado internacional, tal como ha sucedido con los espárragos y los arándanos.
Al igual que los proyectos de irrigación, los reservorios de agua son otro elemento de impulso de la agroexportación. Entre estos figuran Gallito Ciego (La Libertad), que ha permitido irrigar cerca de 30 mil hectáreas en el valle del río Jequetepeque; San Lorenzo (Piura), que permite atender más de 43 mil ha de cultivos de frutales y arroz; Tinajones, con la capacidad para llegar a 45 mil ha; y Poechos (Piura) que puede irrigar hasta 80 mil ha. Importantes reservorios también son Condoroma y El Frayle (Arequipa), Pasto Grande (Moquegua) y Aricota (Tacna).
Otra técnica importante es la siembra de agua, una práctica que ha permitido desarrollar la agricultura en áreas donde este recurso es escaso. Consiste en recolectar agua de lluvia debajo del suelo para poder aprovecharla después para el riego de cultivos.
Espárragos, arándanos y más
Los espárragos fueron uno de los primeros casos de éxito de la agroindustria nacional, principalmente, gracias al ingenio de los empresarios peruanos a la hora de aprovechar la demanda de los mercados extranjeros y al uso del riego tecnificado en los desiertos de la costa peruana, especialmente en Ica y La Libertad. Esto permitió desplazar a Chile como primer proveedor de ese producto en los mercados americanos y europeos en la década del 2000.
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Luego, una vez que el cultivo cumplió su ciclo de vida, de entre 10 y 15 años, y las tierras ya no pudieron usarse para espárragos, comenzó el cultivo de arándanos. El empresario agrícola Alfonso Bustamante explica que el clima de la costa peruana no era el ideal para ese cultivo, pues no ofrecía las horas necesarias de frío para que este alimento creciera. Sin embargo, el sector agroindustrial comenzó a cultivar una variedad que se adaptaba al clima de la costa peruana y así, para 2015, el Perú ya era proveedor de arándanos de mercados internacionales en un contexto de desabastecimiento. “A esto contribuyeron mucho los empresarios Rafael y Ulises Quevedo, los primeros productores significativos de arándanos. Ellos marcaron la pauta”, recuerda.
Hoy los arándanos son parte de los llamados superfoods (superalimentos), productos completamente naturales que contienen una densidad sumamente alta de nutrientes. De estos, los productos que más se exportaron en 2020, según Comex Perú, fueron los arándanos frescos (US$ 924 millones), paltas frescas (US$ 753 millones), uvas frescas (US$ 712 millones), espárragos frescos (US$ 334 millones) y mangos frescos (US$ 230 millones). También figuran la quinua, la maca, el cacao y la chía.
Los destinos principales han sido Estados Unidos, Países Bajos, España, Reino Unido, Ecuador y Chile. Pero, sin duda, también disfrutamos de todos estos productos en nuestra mesa.
La influencia de la ley de promoción agraria
Este régimen contribuyó a que el Perú se posicionara entre los principales productores de espárragos, paltas y arándanos, entre otros productos.
La Ley de Promoción Agraria es una norma que fue aprobada en octubre del año 2000 y que dispuso un régimen laboral temporal y flexible, adecuado a la dinámica de la actividad agrícola, pecuaria, acuícola y forestal.
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Entre 2001 y 2020, la vigencia de esta norma fue ampliada y contribuyó a que las agroexportaciones aumentaran de US$643 millones a US$7,550 millones y que en el transcurso de esos años el Perú se posicionara entre los principales productores de espárragos, arándanos y paltas, por mencionar solo algunos alimentos.
El régimen también permitió que las remuneraciones de los trabajadores formales, contratados bajo el mismo, gozaran de un mayor incremento de sus ingresos mensuales respecto de los informales. Esto se debe a que las remuneraciones mensuales promedio del primer grupo aumentaron de S/273 a S/1,051, mientras que las de los informales solo se elevaron de S/222 a S/476.
En menor medida, en el mismo periodo, también contribuyó a que las actividades que podían aplicarlo redujeran la informalidad en mayor proporción que aquellas que no gozaban del régimen. De esta forma, la informalidad bajó ocho puntos porcentuales, de 96% a 88%, en las actividades que podían aplicarlo, mientras que aquellas que no pudieron hacerlo solo tuvieron una reducción de cuatro puntos, de 59% a 55%.
Las condiciones
Las características y condiciones de este régimen laboral, cuya vigencia se amplió hasta 2020 sin mayores modificaciones, incluían el pago de una remuneración diaria que se actualizaba según el aumento de la remuneración mínima vital (RMV), que incluía la CTS y la gratificación del trabajador y un aporte equivalente al 4% de la remuneración a Essalud a cargo del empleador.
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En el transcurso de los años la norma recibió críticas por sus diferencias entre su marco normativo flexible y distante del régimen general, como, por ejemplo, con el reconocimiento de vacaciones, entre otros beneficios. Sin embargo, tras negociaciones y consensos entre el sector empresarial, los sindicatos de trabajadores y las autoridades del Poder Ejecutivo durante 2019 y 2020, una nueva propuesta de norma fue debatida y aprobada en el Congreso en enero de 2021, no sin protestas, movilizaciones e inclusive hechos de violencia con luctuoso final.
El nuevo régimen fue establecido para las actividades agrícolas, de crianza de animales, agroindustriales y de asociaciones de productores. Asimismo, la remuneración diaria fue fijada en S/39.18 y con una bonificación equivalente al 30% de una RMV que puede ser pagada mensual o diariamente, en proporción a los días trabajados. También contempla vacaciones por 30 días para los trabajadores y un día de descanso semanal, además del reconocimiento de feriados.
A esto se suma que la norma también incrementó las aportaciones de los empleadores a Essalud, que hasta antes de las modificaciones legislativas era de 4%. En este caso, se estableció que la aportación de las empresas que tengan más de 100 trabajadores sea de 7% en 2021 y 2022, de 8% en 2023 y 2024, y finalmente de 9% en 2025.
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