(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Las crisis en el país siempre traen al debate público corrientes de opinión que atacan el rol de la empresa. Ocurrió en la pandemia cuando validaron decisiones gubernamentales bajo el cliché “primero la salud y luego la economía” en línea con la perversa idea de que salud y economía son excluyentes, y lo hemos vuelto ver hace poco cuando actos vandálicos con apariencia de protesta atacaron herramientas de trabajo, negocios, oportunidades de emprendimiento y el sustento de muchas economías familiares.

“Más preocupados por la infraestructura y los mercados antes que por la vida”, argumentaban en una evidente falsa dicotomía. Falsa porque ninguna persona de paz y razonable quiere que haya personas fallecidas en una protesta. Sin embargo, el discurso de izquierda sabe posicionar estas falsas dicotomías y sus voceros están acostumbrados a despreciar la capacidad de hacer empresa. Empresa, negocio, empresario son términos satanizados en nuestro país.

Esta narrativa ideologizada contra la función empresarial, más una burocracia que pone trabas a la creación de empresas, hace que no seamos conscientes de que la creación de valor en una economía tiene como fuente primaria a la iniciativa privada, de que son los empresarios, del tamaño que sean, los verdaderos generadores de riqueza porque al perseguir su propósito sirven a la sociedad ya que generan empleo, riqueza y crean productos y servicios que nos mejoran la vida.

En el Índice de Prosperidad del Legatum Institute se puede apreciar que, en una sociedad próspera, la regulación gubernamental permite el espíritu empresarial y también, como se señala en el Índice de Burocracia en América Latina 2022 de Atlas Network, en “los países donde hay mejores condiciones de vida, por lo general, se observa un marco institucional mucho más favorable a la empresa”.

Si queremos un próspero 2023, uno de nuestros retos como país debe ser reivindicar la capacidad de hacer empresa y de ser empresario, así como promover que nuestra institucionalidad sea favorable al desarrollo empresarial. Que en el 2023 el mensaje a favor de crear más empresas de forma ética se multiplique y que desde la sociedad civil podamos combatir la narrativa en contra de los beneficios de la iniciativa privada. ¡Feliz año!