Volver al futuro

A falta de ocho días para que venza el plazo de las afiliaciones que permitan postular a los eventuales candidatos con algún partido debidamente inscrito en el Jurado Nacional de Elecciones, se comienzan a detectar coqueteos, movidas de último momento, así como expresiones de súbita simpatía entre ciertos personajes públicos y alguna que otra tienda política.

Podría decirse que estamos entrando en lo que será una breve primavera electoral, presionada por la perentoriedad de las fechas y el perfil que reiteradamente dibujan los sondeos de preferencias de voto para los próximos comicios presidenciales, en los que siguen despuntando figuras de poco rodaje político o de muy pocas convicciones democráticas, como son, respectivamente, el actual alcalde de La Victoria, George Forsyth, y el congresista Daniel Urresti.

De ahí que se hayan recibido con expectativa las noticias sobre la voluntad de intelectuales y empresarios como Hernando de Soto, Jorge Nieto, Roque Benavides o Fernando Cillóniz en participar de la contienda de abril próximo. Todos ellos con alguna experiencia de liderazgo en gremios o instituciones del Estado.

En un contexto de tan escasa institucionalidad como nuestra democracia, huérfana de partidos con estructuras, doctrinas o convicciones sólidas, en el que pescan a río revuelto personajes de dudosa moral y peor trayectoria, encumbrados por promesas electorales que jamás cumplen o que al llegar al poder son postergadas por la búsqueda de beneficios directos para quienes auspiciaron sus postulaciones, el debate sobre las carencias y el rumbo del país podría enriquecerse y elevarse a través de la presencia de personalidades, más allá de sus particulares propuestas de gobierno.

Mucho se habla del bicentenario y de las tareas pendientes para honrarlo, pero, mirando hacia el futuro, la prioridad debería ser la desinfección a fondo de una clase política que sigue sin dar la talla para enfrentar los graves problemas que agobian a los peruanos.