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Redacción PERÚ21

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Carlos Carlín,Habla.BabasEntró a la cabina de Radio Capital igualita a como yo la recordaba desde la última vez que la vi en 1996. Han pasado 18 años desde la novela Tribus de la calle y está igualita. Irma Maury esta igualitita y yo casi 20 años más viejo. La razón es clara: ella sabe vivir. Tanto sabe que no dudó al renunciar a su personaje en Al fondo hay sitio, la serie más importante y exitosa de la televisión, simplemente porque no quiso más. Solo se fue. No por plata ni por conflictos ni por nada; se fue porque le dio la gana. Su argumento es contundente y sabio: Quería, según me confesó, "tiempo para ella". Para estar en su casa, levantarse y acostarse a la hora que le daba la gana. Para hacer lo que le provocara. No tiene una fortuna, pero ha ganado lo justo y necesario para ella, sus perros y sus gatos. Desde que la conozco vive en Ventanilla y no quiere cambiar. Irma defiende su tranquilidad, su felicidad y su tiempo. Y así vive feliz, lúcida y feliz. – ¡La tía es lo máximo!- dijeron cuando se fue. Y tienen razón. Mientras más menesterosos se arrancan los pelos para ganarse una esquina y un poco de plata en la TV contando sus tristezas, ella, chiquita como es, prefiere guardarse en su casa de Ventanilla para vivir. Doña Nelly es la que habrá muerto, pero Irma Maury está más viva que nunca. Y coleando.

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