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Visión y ambición
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La semana pasada comenté la oportunidad que representa otra eventual delegación de facultades legislativas para el Gobierno. O la que tiene Fuerza Popular. Ambos enfrentan el reto de diseñar reformas ambiciosas. Se requiere de un aumento de la productividad, que cae desde 2008, para que vuelva a mejorar el bienestar significativamente. El incremento de la productividad explicó la mitad del crecimiento en los años que fue dinámico.
El Gobierno aprobó 100 D. Leg., positivos, que deben estar sumando y seguramente sumarán más, pero que no están a la altura del reto. FP resalta el “IGV justo”, lo que ilustra la magnitud del desperdicio de la mayoría que tienen. Los reformistas de los 90 ya hubieran hecho otro país, de nuevo.
He intentado comunicar la importancia de crear un Fondo Soberano de Riqueza, contratar asesores integrales de talla mundial para el plan nacional de infraestructura y su ejecución, un plan de innovación en biotecnología, la promoción de la competencia en general y el mercado hipotecario en particular.
Entraré a un tema tabú: el laboral. Miguel Jaramillo publicará pronto un trabajo de investigación sobre el impacto de la reposición de trabajadores. Esta pelota está en la cancha del Ejecutivo. También depende del Gobierno un agresivo programa de capacitación de jóvenes. El año pasado fue trágico: solo se crearon 80 mil empleos formales privados. Se crearon otros tantos públicos, pero aún el empleo privado es como doce veces el público. Cada año buscan trabajo 300 mil jóvenes.
A un gobierno débil no le sugeriría argumentar que la rigidez laboral perjudica a los jóvenes de menores oportunidades. Sí que diseñe un masivo programa de capacitación, a cargo de entidades como Tecsup, Senati, Sencico, y otros. Añadiría computación e inglés. Diseñaría módulos pequeños, currículo flexible y concursaría los fondos. Seguiré...
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