No es natural
No es natural

Todo lo que importa en mi vida suele estar, últimamente, fuera de las pantallas, tan propensas a la voz precoz de la astucia, pero también del prejuicio y la condena. He decidido estar donde me sienta mejor, porque no quiero forzar la columna vertebral ni la vista, por estar sentada leyendo asuntos que, de tan pobres, ya ni risa dan. Que una persona le dé un jabón a su oponente en señal de desprecio es violentísimo; luego puede ser un gesto de pretendida superioridad racial o moral, da lo mismo. Lo peor es su carga de violencia. Da lo mismo, también, si la motivación es naranja o amarilla, con violencia no lo haremos, de ella ya hemos aprendido mucho. Ya fue, creo.

Y honestamente me importa nada si las alternativas son rosadas, moradas o verdes. Me interesan otras cosas. De dónde viene la palabra candidato, por ejemplo.

Cándidos o candidatos, atención: Dice la RAE, sobre la palabra ‘candidato’: 1) persona que pretende algo, especialmente un cargo, premio o distinción; 2) persona propuesta para un cargo, premio o distinción, aunque no lo solicite; 3) persona que está expuesta a padecer algo (por ejemplo: un borracho es candidato a caerse); y 4) persona cándida, que se deja engañar. Escojan ustedes con cuál definición quieren encajar, pero creo que la 3 y 4 esta vez no juegan, porque de cojudos ya nos agarraron a todos.

Lo clásico tampoco convence porque yala, esa es la palabra: yala. El que no fue creativo en su discurso como congresista lo es aún menos como candidato. Esto con perdón de los buenos elementos de siempre, como De Belaunde, Huilca, Glave, y un par más, verdaderos guerreros defensores de sus propios valores, genuinos.

Dice Platón, en La República, volumen VI: No es natural que el piloto ruegue a los marineros que se dejen gobernar por él, ni que los sabios acudan a las puertas de los ricos. Al contrario, lo que es verdad por naturaleza es que quien está enfermo se vea obligado a acudir a las puertas de los médicos y que todo el que necesite ser gobernado acuda a las puertas de quien tiene capacidad para gobernar. No que el gobernante pida a los gobernados que se dejen gobernar si verdaderamente les es de algún provecho.

La motivación es lo que importa, atraer el compromiso de la gente de a pie por empatía, hacerse respetar, pero también querer. Yo a Javier Diez Canseco lo quería como congresista, me dolió su partida porque él tenía el corazón bien metido en sus batallas, él amaba su país. Y sé que era de izquierda, pero eso tampoco interesa, porque lo rico es que era auténtico, libre, solidario, sufrido. Real.


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