Una elección singular
Una elección singular

COLUMNISTA INVITADO:

ENRIQUE GHERSI, JURISTA Y EXDIPUTADO

Debo hacer algunas revelaciones como antiguo periodista. Soy tío de Vanessa Terkes. Su padre, Iván Terkes Ghersi, era mi primo. Su abuela Ada, prima hermana de mi papá y su bisabuelo Guillermo, hermano de mi abuelo Ricardo. En segundo lugar, soy abogado y amigo de César Acuña. También soy amigo desde hace más de 30 años de Alfredo Barnechea y abogado de su familia. Fernando Olivera es mi hermano. Alberto Beingolea ha trabajado conmigo y le tengo gran aprecio. Finalmente, tuve amistad con Hernando de Soto pero lamentablemente debí denunciarlo exitosamente dos veces en Indecopi por la violación de mis derechos de propiedad intelectual sobre El otro Sendero, junto con Mario Ghibellini. No soy pues una persona neutral para escribir el presente artículo.

Con un récord de candidaturas y partidos empieza formalmente el proceso electoral para las elecciones del próximo año.

George Forsyth comienza con el mismo problema de todo ‘front runner’: estar adelante por mucho tiempo hace daño. Para mantener esa posición va a tener que hablar y persuadir, destrezas que no parecen las suyas.

Verónika Mendoza tiene una segunda oportunidad. Arranca bien, pero deberá luchar contra la fragmentación electoral, eterno problema de la izquierda peruana y en contra de su nunca negado chavismo, tributo imposible de sortear.

Keiko y Acuña cuentan con auténticas organizaciones políticas, y un respaldo nacional, en el caso de Keiko, y regional, en el de César, que pueden estar siendo infravalorados por las encuestadoras. Ambos son ya veteranos curtidos en estas lides y tienen virtudes y defectos que la ciudadanía conoce perfectamente. Ambos están sólidamente implantados en sus bases de apoyo, que es lo único que importa electoralmente. Me atrevería a pronosticar que la segunda vuelta va a ser entre ellos dos. En esta elección de tantas candidaturas, la maquinaria es fundamental.

Candidatos a la derecha de Keiko, como Rafael López Aliaga, con todas sus virtudes, y Hernando de Soto, que debió haberlo intentado hace una década, serán victimas del voto perdido, que en la derecha es implacable. Ambos atraen votos que fueron fujimoristas, y que no tendrán inconveniente en serlo de nuevo en caso de que vean a Keiko como una posible partícipe de la segunda vuelta por tercera vez consecutiva.

En el Perú, la izquierda tiene principios; la derecha, intereses. Por eso, la izquierda se fracciona fanática e indefinidamente sin posibilidad alguna de rectificación. La derecha, en cambio, vota por conveniencia. No le importa abandonar al candidato a mitad de la batalla.

Roque Benavides, al no postular, sentencia al Apra a perder la inscripción. Ojalá Mauricio o Jorge se animen. Si van a caer, al menos que sea con las banderas en alto.

AP es una incógnita. Con mi amigo Alfredo Barnechea puede estar en la foto; con Lescano va a sobrepoblar aun más una izquierda bastante dividida ya.

Urresti es un misterio. Fue el gran ganador individual de la elección al Congreso reciente. ¿Lo dejará postular el vizcarrismo y su claque judicial? Su mensaje políticamente autoritario pero económicamente intervencionista puede producir inesperadas alianzas sociales que podrían llevarlo nuevamente al primer plano.

Fernando Olivera es siempre posible, especialmente si logra seducir a los jóvenes del ‘voto chonguero’ que capitalizaron los frepapos en la elección pasada.

Ollanta Humala fue un gran líder político. Pero no está leyendo bien su momento. Debería recordar lo que le pasó a Alan en 2016 y ser más paciente. No lo veo viable sin ganar sus juicios antes.

Los morados podrían verse perjudicados por haber desempeñado el rol de gobiernistas, con un Vizcarra tambaleándose permanentemente. Guzmán no parece tener el recato necesario para abstenerse. Carolina Lizárraga, no sin limitaciones, sería una opción mucho más atractiva.

El PPC pagó el precio de la indiscreción, implacable en un país que vive de secretos. Lo siento mucho por mi querido amigo Alberto Beingolea. Hubiera sido un gran presidente.

El Perú no es un país clerical, sino mágico. El cura Arana no juega en esa cancha. Todos los demás son ilusión.

TAGS RELACIONADOS