"El debate público en Argentina es prácticamente un debate de la región, y que alcanza a lo que se conoce como redes y movimientos liberales, incluidos los del Perú". (Foto: Bloomberg)
"El debate público en Argentina es prácticamente un debate de la región, y que alcanza a lo que se conoce como redes y movimientos liberales, incluidos los del Perú". (Foto: Bloomberg)

El debate público en Argentina es prácticamente un debate de la región, y que alcanza a lo que se conoce como redes y movimientos liberales, incluidos los del Perú. Que su actual presidente Milei se identifique constantemente como liberal, pero promoviendo un discurso contradictorio con esta y de la mano con aliados locales y extranjeros que son antiliberales, te va dando una idea de que lo que se conocía como movimiento liberal era quizás una farsa.

MIRA: Desprotegidos

Esta semana una opinión discrepante ha tocado nervio en los “liberales” aglutinados en redes sociales y grupos de WhatsApp. Se trata de la entrevista que brindó para el Diario El País la reconocida escritora y politóloga argentina Antonella Marty, quien hace buen tiempo viene advirtiéndonos en qué se ha convertido este movimiento que se identificaba como liberal y que no es más que una cruzada moral al servicio de una derecha moralista admiradora de Trump, Putin, Abascal, Bolsonaro, Orbán y similares.

Marty refirió en la entrevista: “He estado muchos años dentro lo que se llama movimiento liberal y es prácticamente una secta (…) Si hablas de feminismo, sos la loca; si hablas de libertad migratoria, olvídate; (…) si hablas de derechos y libertades LGBTI, te dicen que sos una marxista cultural. (…) Hay un fundamentalismo de todo, menos de la libertad”.

Se esperaría que quienes se identifican como liberales le den cabida a una crítica como la que hace Marty, pero no, no toleran las opiniones disconformes, y lo primero que han hecho es buscar asesinar su reputación dirigiéndole ataques personales y menospreciando el alcance e influencia de su opinión; sin embargo, el mismo hecho de que estén encolerizados lanzándole diatribas evidencia que la verdad que ella ha dicho les incomoda, y que en realidad sí están preocupados de su impacto, y de que haya mucha gente que comience a cuestionar todo esto a partir de una voz valiente que no es parte del proceso de sumisión al que se han entregado varios liberales para justificar como sea a Milei y a esa nueva derecha moralista.

Marty los ha señalado como una secta, y por supuesto estos, negando que lo son, han respondido tal como responde una secta: intransigentes y frenéticos sin encarar lo que ella realmente ha dicho y que esta columnista comparte: que el liberalismo que de verdad defiende la libertad de todos, no puede convivir con una cruzada moralista que intenta imponer un nacionalismo cristiano para unir otra vez la religión al poder. De esto no han respondido nada. Por eso, dentro del liberalismo quienes están sesgados se ofenden y se dan por aludidos con lo que ella dijo, y quienes toleran la crítica como verdaderos liberales ven en su opinión un llamado a reflexionar sobre el drama que sufre hoy el liberalismo.

Todo lo que está pasando, ya nos lo venía alertando otro reconocido escritor argentino, José Benegas, en su libro Lo impensable. El curioso caso de liberales mutando al fascismo (2018), quien allí explicó que de un tiempo a esta parte el liberalismo ya no tenía nada que ver con tolerancia, ni con respeto de los proyectos de otro, ni siquiera con el libre comercio, y que para ellos todo lo diferente era marxismo cultural y, por tanto, merecían desprecio y tratamiento denigratorio.

Hoy es lamentable que el liberalismo sea identificado más con patria, orden y familia que con la libertad. En estos días, el liberalismo ya no tiene que ver con una sociedad abierta, con luchar contra el populismo, con defender a la persona humana y a los diversos y millones proyectos de vida, ni con la separación del poder de la religión, ni con los derechos de las mujeres, de los afrodescendientes, de los homosexuales. Hoy, penosamente está enfrascado en justificar a los antiliberales, en defender la ofensa, en enfrentar a unos contra otros, y en llamar a atacar y reprimir a estos otros, sobre todo a las voces disconformes como la de Antonella Marty. Es un liberalismo vergonzoso que está matando la libertad.

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