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Un Fiscalgate y una autocrítica urgente
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Deben ser totalmente apartadas cuanto antes del Ministerio Público esas dos fiscales que se reunieron en secreto con Vizcarra, quien era nada menos que un posible investigado y de quien ellas ya sabían que tomaba ron Zacapa con otro imputado. Además, es totalmente impertinente que tanto el presidente intervenga en asuntos internos de la Fiscalía como que estas señoras acudan a él, y no a un superior, para eso, como si fuera un monarca.
Y fueron para pedirle “protección” contra Chávarry, como si ese sujeto tan sonso y tan satanizado, como si fuera un villano de James Bond, las fuera a ametrallar.
¡Qué tal politización de la Fiscalía! Y tampoco sus superiores Zoraida Ávalos y Pablo Sánchez dan garantías de imparcialidad. Encima, esa intervención de ayer a los mandiles rosados por robos de gasolina –entre ellos los vizcarristas Astudillo y Celiz, los serviles generales de la fotito con Vizcarra– huele a cortinaza de humo para tapar este escándalo.
Queda ahora meridianamente claro que toda esta bronca contra Chávarry y otros fue una lucha de dos bandos en la Fiscalía: caviares contra naranjas. Y que Vizcarra se unió a los caviares para tumbarse a la otra facción que le era peligrosa, dentro de un libreto dictado por su asesor Maximiliano Aguiar (ese mercenario que tanto daño nos ha hecho) y de una partitura de audios tocada a cuentagotas por el IDL, jugando ambos en tándem para arrinconar y pulverizar a sus rivales.
Todo esto apoyado por el 90% de una prensa peruana acrítica, que se jugó demasiado por Vizcarra y por una facción de la Fiscalía, sin mantener la debida distancia periodística de estos.
Que en el otro lado existan muchos pillos no justifica entregarte a fondo a los intereses políticos del otro bando y sin mirar mucho sus cochinadas. La prensa peruana debería hacer una sana autocrítica pública por haber caído en tanta vizcarritis y fiscalitis.
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