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Tiene razón, pero va preso

“¿Cómo lograr la sensatez política de separar la paja del trigo y procesar a quien efectivamente corresponde?”.

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Ricardo Briceño
"La persecución ilegal y mañosamente mentirosa que ha sufrido Ricardo Briceño es delirante".
Fecha Actualización

La persecución ilegal y mañosamente mentirosa que ha sufrido Ricardo Briceño por haber sido presidente de Confiep y que este gremio hiciera una campaña de promoción de la inversión privada es delirante. Revela con claridad cuánto ha intervenido la política y /o los prejuicios antiempresariales en la administración de justicia. La acusación no tiene pies ni cabeza. Confiep está en todo el derecho de hacer una campaña en favor de la inversión privada (que es lo único que genera empleo sostenible) y del modelo económico. Se trata de un tema de principios sensatos de manejo económico, no de candidatos. De hecho, se podría concluir que tuvo efectos en moderar la agenda estatista y antinversión privada que tenía el candidato Humala.

¿Cualquier gremio tiene o no tiene derecho a hacer una campaña sobre las políticas que considera más adecuadas para el país? Si no se reconoce ese derecho, ¿dónde queda el derecho a la libre expresión y asociación? Si favorece al candidato más afín a esa política o modera al candidato más opuesto a ella es algo que decide el electorado y los partidos políticos. Si uno fuera a tener que limitarse en qué tipo de campañas se puede hacer por los efectos posibles en una elección, toda campaña se vuelve política y no existe espacio para la defensa de principios per se, que es lo que más falta en la discusión política peruana.  

La campaña implicó pasar el sombrero a distintas empresas, entre ellas Odebrecht, que en ese momento no tenía acusaciones de corrupción, y que hizo su contribución con todas las formalidades requeridas. Todo estuvo bancarizado. ¿Qué más garantía se le puede exigir a Confiep respecto de su accionar? La campaña cumple un fin legítimo, acorde con los estatutos de un gremio, y con las formalidades de cómo operativizar las donaciones recibidas.  

Además de que todo es legítimo y debidamente documentado, Briceño solo regularizó unos documentos por un tema de vigencia de poderes. Todo el juicio ha sido un abuso a la buena fe y disposición de colaborar con la justicia de Briceño.  

El país se está volviendo loco. Los pleitos entre supuestos extremos no solo son inconducentes, sino que están afectando a personas absolutamente inocentes y que han contribuido con el país de buena fe. El cargo de presidente de Confiep no es remunerado, Ricardo ha dedicado tiempo y recursos a contribuir a su país, desde su experiencia y perspectiva de empresario. Los prejuicios en contra de los empresarios de los fiscales y jueces de su caso han distorsionado la realidad exprofeso para pretender que hizo aportes a la campaña de Keiko Fujimori, cuando él fue aportante de Pedro Pablo Kuczynski en esa elección. Eso es manipular los hechos.

El mismo nivel de canibalismo político descarado viene ocurriendo en contra de varios ministros y altos funcionarios de distintas administraciones que son objeto de acusaciones constitucionales sin fundamento alguno. Daniel Alfaro, exministro de Educación, vive hoy un proceso judicial por el absurdo de no haber revisado cada página de cada publicación de cada año escolar del Ministerio de Educación. Y hay muchos otros casos. Aclaro que soy amigo de varios de ellos, pero precisamente lo soy porque admiro su entrega a ocupar cargos difíciles en momentos muy complejos, siendo personas que tendrían posibilidades de empleo en el sector privado mucho mejor remuneradas y con menos carga de trabajo y responsabilidades. Se han sacrificado por el país y merecen las gracias, no persecuciones políticas.  

Podemos coincidir o discrepar de sus gestiones, pero no existe ningún argumento para sospechar de su honestidad y buena fe. Si siguen adelante estos casos, lo único que se conseguirá es alejar la posibilidad de que personas como ellos tengan interés en ser ministros o funcionarios de alto nivel de gobiernos futuros. Tendremos lo que ya hemos visto muchas veces: personajes que tienen antecedentes graves o cuyo CV no refleja suficiente experiencia ni liderazgo para el cargo. Eso es dispararse al pie. ¿Cómo lograr la sensatez política de separar la paja del trigo y procesar a quien efectivamente corresponde?