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¿Y la solidaridad europea?
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Los socialcristianos, aliados de Merkel en el gobierno, buscan negar la entrada a inmigrantes registrados en otros países, donde deberían gestionar su asilo. Obvio, los inmigrantes ingresan a la Unión Europea por los países del sur y no por Alemania; además, ellos ya vieron llegar en 2015 a cerca de 900 mil inmigrantes mayoritariamente de Siria y Afganistán.
La extrema derecha italiana en el gobierno ha cerrado sus puertos a los barcos que salvan a inmigrantes en el Mediterráneo, cuestionando la labor humanitaria que realizan. Obvio, considerando que Libia es hoy la principal fuente de inmigrantes provenientes de África Subsahariana, Italia, por su cercanía, es el país europeo que más ha recibido inmigrantes en el último año, más de cien mil personas.
Los gobiernos de Hungría, Polonia y Eslovaquia se niegan al reparto de inmigrantes, es decir, a recibir inmigrantes por considerar que este tipo de políticas incentivan una mayor inmigración. Obvio, si los inmigrantes tienen como destino preferido otros países de la Unión Europea, ¿por qué habrían de recibirlos ellos?
No importa si en 2017 la llegada de inmigrantes a Europa se redujo en un 53% respecto a 2016, con más claridad en Italia y Grecia. Tampoco importa si parte de la culpa la tienen los europeos al intervenir, conjuntamente con Estados Unidos, en Medio Oriente y Libia, generando situaciones de alta inestabilidad en dichos países.
Los países europeos parecen olvidarse de los principios y valores que han guiado el accionar interno y externo de la Unión Europea, priorizando sus propios intereses. La responsabilidad y la solidaridad han sido superadas por un discurso que hace énfasis en un enfoque de seguridad carente de contenido humanitario. El futuro de la Unión Europa está siendo cuestionado.
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