Arrancó la semana principal de APEC y Perú estará en el foco de la atención global, pues en Lima tendremos como huéspedes a 21 líderes, todos ellos representando a economías influyentes, protagónicas, en el comercio internacional. Los presidentes de las dos potencias de mayor gravitación en el mundo, Estados Unidos de Norteamérica y la República Popular China, Joseph Biden y Xi Jinping, estarán entre ellos.
Las oportunidades que puede aprovechar el Perú en esta cumbre son muchas. No para el gobierno de turno, desde luego, que anduvo estos últimos meses en piloto automático y enfrascado más en defenderse de las denuncias que en gestionar los posibles beneficios de este cónclave, sino para los peruanos que lideran las pequeñas, medianas y grandes empresas.
Porque no es poca cosa mejorar las relaciones con los mercados que domina China con la actualización del TLC, lograr un acuerdo similar con Hong Kong o negociar el ingreso de productos agroindustriales con otros países asiáticos.
Debido a ello, el clima de las reuniones de los principales líderes de APEC y las bilaterales de los altos funcionarios con nuestros pares deben desarrollarse en un ambiente propicio. Ningún mal ánimo debe interferir en las negociaciones y los peruanos debemos evitar todo aquello que pueda distorsionar o dar la impresión de que tenemos una democracia inestable, con atmósfera política enrarecida, cargada de belicosidad social y, en general, de un país poco atractivo para invertir.
Los organizadores de los paros del 13, 14 y 15 han mantenido su postura de manifestarse en las calles durante esos días. El momento demanda que esas protestas sean totalmente pacíficas. Las solicitudes de guardar mesura llegan desde diferentes gremios y sectores económicos. Los últimos han sido los productores agrarios y el Poder Judicial.
Y es que la llegada de inversiones y cierre de acuerdos depende también de la imagen de sensatez y serenidad que proyectemos como nación. Un país orgulloso de sus recursos, de la capacidad de trabajo de su gente y dispuesto a abrazar un futuro de prosperidad que incluya a ciudadanos de todos los sectores en un clima de respeto a las legislaciones nacionales e internacionales vigentes.
En pocas palabras, y más allá del derecho de todos al piteo, que prime el mensaje de que el Perú es un socio fiable y estratégicamente valioso en la región. Que la sensatez y ese orgullo patrio del que hablamos se impongan. No está de más pedirles a las fuerzas políticas disociadoras que en esta ocasión prioricen las necesidades de la mayoría de los ciudadanos. No sumen al atraso económico, pongan de su parte para lograr una imagen mejor.