Alan García reapareció tras la negativa de Uruguay de brindarle asilo. (Mario Zapata/GEC)
Alan García reapareció tras la negativa de Uruguay de brindarle asilo. (Mario Zapata/GEC)

Nos suenan razonables las explicaciones ofrecidas por el ministro del Interior, Carlos Morán, al responder a la denuncia de presunta interceptación de sus comunicaciones que hizo Alan García, la noche del miércoles.

Sin embargo, también es comprensible la indignada reacción del líder aprista al creer que era ‘chuponeado’, pues esas prácticas no nos resultan ajenas, todo lo contrario, se hicieron evidentes hasta hace pocos años, cuando estaba en el gobierno Ollanta Humala.

En todo caso, ahora toca apreciar los hechos con serenidad y aguardar las investigaciones que realice la fiscalía provincial penal de Miraflores a la camioneta y las dos laptops lacradas.

Todo parece indicar, como ha sido señalado por el propio ministro, que se trata de un vehículo táctico de monitoreo de imágenes que se emplea para trabajos de inteligencia abierta; es decir, tal y como lo refirió ante la Comisión de Defensa y Orden Interno del Congreso, se usa para registrar en imágenes las manifestaciones sociales de modo que se pueda identificar con facilidad a eventuales agresores. Así se agiliza la investigación y nada quede impune.

En el caso de la camioneta detectada a la vuelta de la casa del ex presidente García, se trataría de una herramienta de acción policial en prevención de eventuales desmanes, toda vez que él es parte de una megainvestigación de corrupción, como Lava Jato, que enciende pasiones y manifestaciones.

La prensa hizo bien en reaccionar rápidamente en el lugar de los hechos, los periodistas siempre cuestionamos y dudamos. Ahora nos toca esperar los informes técnicos de la fiscal Janet Bernal acerca de las funciones que esos equipos cumplían. Por cierto, son más parecidos a una pequeña unidad móvil de TV que a una central de ‘chuponeo’.

Queremos creer en lo expresado por el presidente Vizcarra y por el ministro Morán, quienes han sostenido que en la Policía y en el Gobierno “no hay ninguna práctica ilegal”. Por eso toda información proporcionada por la línea de mando debe ser clara. Se debe evitar las declaraciones confusas, las ligerezas y el nerviosismo que lo único que hacen es abonar a la hipótesis de que algo extraño ocurre.

Sobre todo en momentos cuando hay interesados en enrarecer el ambiente y llevar agua a su molino. Que no se enturbie la investigación y que la serenidad se imponga. Y la inteligencia, también.

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