Vladimir Cerrón dirige Perú Libre. (Foto: GEC)
Vladimir Cerrón dirige Perú Libre. (Foto: GEC)

Lo que está ocurriendo en Junín, cuna del partido Perú Libre, es lo que se veía venir luego del modo en que se condujo esta organización –al día de hoy, no sabemos si con objetivos políticos o puramente criminales– tanto a nivel regional como al entrar en campaña cuando dio el salto a las presidenciales.

El partido fue fundado, como se sabe, por Vladimir Cerrón, con el cuento de replicar en el Perú el fracasado modelo ideológico cubano y que, luego, adoptaron dictaduras como la nicaragüense y venezolana. Cada una, al peculiar estilo del sátrapa enquistado en el poder. Y, ya desde su famoso plan de gobierno, quedaba claro que la democracia, la libertad de prensa y el libre mercado eran básicamente un estorbo para su proyecto.

Toda la prédica partidaria y sus proclamas políticas estaban impregnadas de la anquilosada jerga izquierdista de los años setenta. Y, con tal de parecer más “revolucionarios”, no dudaban en fotografiarse alegremente con senderistas y exsenderistas de todo pelaje, entre los que no faltaban los remanentes armados que hoy sobreviven al servicio de los cárteles del narcotráfico.

Sin embargo, el tiempo y su trayectoria han terminado por demostrar que no eran más que un parque temático del bolchevismo de esos años. El partido, el discurso no eran más que un vehículo para llenar los bolsillos de la camarilla dirigencial con dineros nada lícitos, como los provenientes de las trafas y sobornos de Los Dinámicos y Los Tiranos del Centro.

Las renuncias masivas de militantes en Huancayo y los ajustes de cuentas por el abandono dirigencial hablan por sí mismos: PL nunca fue un partido estructurado o con un proyecto político serio. Y sí, más bien, una organización caudillista constituida apuradamente con propósitos nada sociales y menos aún “socialistas”. Tanto “camarada”, “pueblo unido”, “Estado protector” se quedaron en vulgar y hueco blablablá eclipsado por múltiples delitos de corrupción por los que sus cabecillas más conspicuos están siendo procesados.

Bastó que llegaran al gobierno con Pedro Castillo –y las consecuentes disputas por cuotas de poder y participación en negociados con los dineros públicos– para que los verdaderos intereses de Perú Libre quedaran expuestos en toda su grosera realidad.