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Segunda vuelta de extremos
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La segunda vuelta es otro partido. Esta coyuntura política, económica y social determina condiciones particulares y coloca a dos “candidatos” que representan extremos opuestos y donde ambos tendrían importante antivoto. El centro ausente tendrá que reubicarse; algunos ya proponen voto en blanco, lo que será un error generando más incertidumbre e indefinición. En primera vuelta es relevante “el voto perdido” (no votar por candidato sin opción); en segunda vuelta prevalece el principio de “mal menor” (evitar la peor de las dos opciones), aunque ese “mal menor” puede, para algunos, ser el peor mal menor que le ha tocado marcar nunca.
Tradicionalmente para la segunda vuelta juegan factores como coaliciones, equipo de gobierno, operadores políticos, apoyo de personalidades.
El plan de gobierno tiene poca importancia en primera vuelta, en segunda se suele prestar mayor atención a este; incluso puede sufrir modificaciones fruto de “negociación” con la población y otras fuerzas políticas (hoja de ruta).
Convertirse en el mal menor es parte de la habilidad del candidato (visitar lugares desatendidos, presencia donde contrincante está más fuerte). El electorado suele reacomodarse, la capacidad de endoso de los partidos y candidatos que no ganaron es incierto, más aún con partidos frágiles institucionalmente y/o liderazgos coyunturales evaporándose.
Más allá de los sesgos ideológicos, antipatías y retorno al pasado, hay que pensar si realmente estamos dispuestos a seguir el camino venezolano o algo más radical. Un millón de inmigrantes venezolanos tienen qué decir, su testimonio puede ser valioso. El voto del ausente en primera vuelta podría ser crucial en la instancia final.
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