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Se la llevan fácil

Se la llevan fácil.

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(Foto: Congreso)
Fecha Actualización
Acabáramos de una vez. No entendemos para qué se les paga a los congresistas si estos, aparte de defender intereses particulares muchas veces contrapuestos a los del país, además pierden el tiempo elaborando y promulgando leyes defectuosas que, amén de su habitual estolidez, ni siquiera siguen las normativas establecidas en nuestra Carta Magna.
Horas de horas discutiendo en el hemiciclo, haciendo pomposas declaraciones a la prensa y ofreciendo el oro y el moro –con propuestas degagógicas de pobrísimo nivel, pero de alta peligrosidad para la economía del país– a un electorado que parece serles cada vez más esquivo, para que al final tenga que intervenir el Tribunal Constitucional y les diga que han hecho mal su trabajo.
El colmo, pues, señores parlamentarios. Lo mínimo que se les puede pedir es que al menos lean, estudien el texto de la Constitución del Perú, antes de ponerse a elucubrar leyes que, sin el debido sustento, terminarán convertidas en mero papel mojado, como la que aprobaron para la devolución de los aportes a los afiliados al Sistema Nacional de Pensiones, que, por expeditiva unanimidad, los tribunos del TC acaban de tachar como inconstitucional.
Y decimos expeditiva pues en ese alto tribunal no necesitaron más de 24 horas para tomar su decisión (el plazo era de un mes), ya que a la vista estaba su incongruencia con los principios asentados en la Carta Magna. Contar con un pelotón de asesores para que “traduzcan” en términos oficiosos aquello que a menudo no son más que iniciativas parlamentarias absurdas, no basta pues para vestirlas de leyes oleadas y sacramentadas.
Seguramente no pasará mucho tiempo para que en la Plaza Bolívar otra vez se comiencen a escuchar voces amenazando al TC con renovaciones y demás, pero lo cierto es que a los legisladores que se parapetan detrás de propuestas populistas como la de los aportes a la ONP debería darles vergüenza estar, como se dice, llevándosela fácil, sin mostrar el menor respeto o profesionalismo por lo que el erario desembolsa cada mes para pagarles su sueldo.
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