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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Resulta perverso que tengan que haber cuatro muertos para que, recién entonces, se instale la mesa de diálogo conformada por los alcaldes de la provincia de Cotabambas y varios ministros, incluida la de Energía y Minas, ayer en Lima, y que se anuncie que una comisión de alto nivel llegará el 6 de octubre a Cotabambas para "iniciar la explicación del informe técnico […] que modifica el estudio de impacto ambiental del proyecto minero Las Bambas" (El Comercio, 1.10.2015). Esto, sobre todo tomando en cuenta que el primer paro de la población a propósito de los nuevos problemas fue en febrero, tal como recuerda Noticias SER.

Los ciudadanos de Cotabambas no se han manifestado contrarios a la explotación. Por lo tanto, la cháchara que los acusa de antimineros, radicales e incluso de terroristas antimineros no solo está totalmente fuera de lugar, sino que termina siendo una vulgar argucia para justificar la soberbia de las autoridades nacionales, en particular del Ministerio de Energía y Minas, y para que la mayor parte de los medios de comunicación justifiquen el uso de una violencia policial desmedida. No tiene sentido, pues, elaborar una historia conspirativa afirmando que Conga, Tía María, Espinar y, ahora, Las Bambas son parte de un complot contra el desarrollo del país.

El 1.3% del PBI que significaría la puesta en producción de Las Bambas no puede justificar 1) que el Estado defienda unilateralmente los intereses de la empresa china por sobre los intereses de sus ciudadanos; 2) que se dé por hecho que sustituir una planta de procesamiento de cobre por una de molibdeno y de filtros y el mineroducto por el traslado del mineral a través de carreteras no va a afectar a la población y que, por lo tanto, no hay siquiera que explicárselo; y 3) que recién después de la intervención policial y las cuatro muertes –¡cuatro familias más enlutadas por querer bienestar para los suyos– consideren que vale la pena hacer el esfuerzo de viajar y explicar.