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Roberto Lerner: Fiestas
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Todo se paraliza. Entre la supuesta espiritualidad de la Nochebuena y la obligada alegría que recibe el próximo año, hay un paréntesis dentro del que las cosas se mueven, al mismo tiempo, en cámara rápida y lenta. ¿Nos pasa a nosotros o es un espectáculo al que asistimos?
Hay un pedido sistemático de volver a raíces —más espirituales, menos comerciales; más solidarias, menos egoístas; más comunitarias, menos individuales; más modestas, menos ostentosas— que habríamos perdido.
Las fiestas importantes, en todas las latitudes, son una mezcla de esperanza y desencanto, solemnidad vacía y compromiso afectivo intenso, contraste entre los que tienen mucho y los que no tienen casi nada, reciprocidad y aprovechamiento, solidaridad y egoísmo.
Son pocas las ocasiones en las que lo ridículo y lo sublime, lo profundo y lo superfluo, la entrega y la codicia, la dádiva y la ganancia, el poder y la impotencia, la ilusión y la realidad, se entreveran. Lo anterior rige también para sociedades en las que lo sagrado es prevalente en la vida cotidiana. No es una cuestión de ideologías, sino de la naturaleza humana, de la comunidad de mentes.
Prefiero las fiestas que evolucionan, que se mantienen de alguna manera cerca de sus fuentes, que se van matizando, que se sincretizan, a las que se decretan para borrar el pasado —como las que se han dado en muchas revoluciones— y que mueren rápidamente una vez que el poder que las decretó fenece o se da cuenta de que, para seguir siendo poder, tiene que respetar las anteriores. O las que, a la fuerza, buscan mantener lo que ya no es.
De cualquier forma, lo mejor en estas fiestas para los lectores de Perú21.
Roberto Lernerhttp://blogs.educared.org/espaciodecrianza/
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